3 de enero de 2019

Felipe S. Crespo

Felipe Santiago Crespo
Coronel don Felipe Santiago Crespo
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 03 de setiembre de 1887)

Entre los jefes distinguidos de nuestro ejército; ocupa un puesto muy merecido el Coronel Graduado cuyo nombre encabeza estas líneas.

Felipe Santiago Crespo nació en la ciudad de Arequipa, cuna de tantos hombres ilustres, el día 81 de Julio de 1839, y fueron sus pudres el Coronel español Don José Crespo y la señora Doña Manuela Bueno, de padres españoles, también, y perteneciente á una de las más distinguidas familias de esa capital.

Hacía Crespo sus estudios en el Colegio de la Independencia Americana de dicha ciudad, por los años de 1853, con la brillante pléyade de jóvenes que después han ocupado tan distinguidos puestos en la República, cuando se inició la campaña á Bolivia, en la que Crespo, no obstante su corta edad, se decidió á tomar parte, ingresando en el ejército peruano como soldado distinguido; en cuya condición marchó como un verdadero patriota, hasta obtener en 11 de Febrero de 1854 la clase de Subteniente, por despachos expedidos por el gobierno del. Gran Mariscal Don Ramón Castilla, en cuya condición hizo toda la campaña con el Ejército Libertador.

Siempre del lado de la buena causa y fiel servidor de las instituciones republicanas, combatió contra la revolución encabezada, el año de 1857, en Arequipa por el General Vivanco, asistiendo á la famosa toma de esa ciudad en los inolvidables días 6 y 7 de Marzo de 1858.

Graduado de Sargento Mayor, asistió á la campaña de la Restauración, á órdenes del General Don Pedro Diez Canseco, 2° Vice-Presidente de la República, distinguiéndose siempre por su conducta intachable y su valor bien probado, hasta obtener en la toma de Lima, el 6 de Noviembre de 1865, la efectividad de su clase.

Poco tiempo después, el 2 de Mayo de 1866, Crespo mandaba una batería de Artillería del fuerte de Ayacucho, en el Callao, y dirijía los más certeros proyectiles contra los buques de la escuadra española, hasta el punto de que ellos fueron á herir de muerte á las fragatas “Blanca” y “ Berenguela” sacándolas inmediatamente de combate; y esta circunstancia, gloriosa para un militar patriota, inteligente y pundonoroso, quedo perfectamente comprobada, no solo por el mérito de un expediente probatorio que Crespo organizó al efecto, sino por las palabras testuales del parte pasado á su Gobierno por el Almirante de la misma Escuadra Española, dándole cuenta detallada y minuciosa del expresado combate.

En la última guerra con Chile, Crespo prestó servicios no menos importantes á su patria. Asistió, en el Sur, á las batallas de San Francisco, Tarapacá y, últimamente, á la de Tacna,.en la cual recibió dos heridas, batiéndose con denuedo al lado del ilustre General Don Andrés Avelino Cáceres.

En la jornada de Tarapaeá se le encomendó la dirección de las columnas ligeras, compuestas de fuerzas peruanas y bolivianas, con las que, no obstante una vigorosa resistencia de parte del enemigo, logró coronar uno de los cerros en que éste se hallaba posesionado, obligándole á abandonar, en la fuga, parte de sus astilleros, de su armamento y equipos, que solo pudo recuperar merced al empuje de un grupo muy superior en número y en condiciones ventajosas al de los valientes, fatigados ya por una lucha sin tregua ni descanso en tantas horas del día.

Hallóse así mismo en la defensa de las playas de Arica y Pisagua, cuando estas fueron bombardeadas por la escuadra de Chile y, finalmente, en las batallas de San Juan y Miraflores, en que nuestras huestes hicieron el último noble esfuerzo para sacar airoso el amado bicolor de la Patria.

En esta memorable jornada, el Coronel Crespo, al frente del batallón 1.° de Canta N.° 63, fue uno de aquellos jefes que lucharon valerosamente á la cabeza de sus soldados, regando con su propia sangre esos campos de batalla, fatales para nuestras armas.

Con estas últimas batallas libradas á las puertas de Lima, quedó el desgraciado Perú fatigado é inerme á merced del enemigo; pero entre los que pensaron que aún podía hacerse un esfuerzo supremo, que aún podía derramarse la última gota de sangre para borrar con ella aquel tratado de paz que tan duramente lastimaba el patriotismo, se hallaba el Coronel Crespo, dispuesto á sucumbir por la patria ó lavar con sangre el lodo villanamente arrojado sobre su adorable enseña.

Abandonando, pues, los pequeños intereses que había comenzado á dirijir en ese lapso obligado por el pesar y las lágrimas del infortunio, marchó presuroso á unirse á su antiguo compañero y amigo, el ilustre General Cáceres, el que estimando en Crespo las cualidades y mérito de un buen soldado, le dió inmediatamente un puesto entre ese puñado de valientes defensores de la Patria, que han sabido devolverla su autonomía, sus leyes, sus derechos y todas sus instituciones.

Sirvió primero corno edecán de Gobierno, y en la memorable batalla de Huamachuco como jefe del batallón "Marcavalle".

Después acompañó al señor General Cáceres en el resto de la campaña y en todas las acciones de armas libradas con el fin de devolverle al país su constitucionalidad, hasta la toma de Lima que tuvo lugar en Diciembre del año próximo pasado.

Exaltado el General Cáceres al mando Supremo de la República por voluntad unánime de los pueblos, el Coronel Crespo siguió prestando sus servicios al lado de S.E. como Edecán de Gobierno, y hoy ocupa el puesto de Comisario del Cuartel 2° de esta Capital recibiendo reiteradas muestras de aprecio, no solo de superiores y subalternos sino también de todos los vecinos del distrito de su mando.


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Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 17, Lima, 03 de setiembre de 1887.

Saludos
Jonatan Saona

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