31 de agosto de 1882
MIGUEL IGLESIAS
A SUS CONCIUDADANOS:
Nunca un funcionario público se ha visto colocado en situación tan amarga, difícil y decisiva, como la que arrostro en estos instantes. Apenas bastan los alientos de mi patriotismo para mantenerme en ella.
La mano inflexible de la desventura, que durante tres años y medio ha venido pesando sobre el Perú, parece hoy únicamente suspendida sobre mi corazón.
Es preciso, pues, acudir a todas mis fuerzas en este trance supremo y con el auxilio de la Providencia, que jamás abandona a los que le confían su buena causa, buscar, una vez por todas y por la senda más recta, la inmediata solución del problema de vida o muerte para nuestra patria agonizante.