Formábamos parte del Ejército del Centro, al mando del General Cáceres, de ese ejército que ha devuelto á la Patria su réjimen constitucional. Este valeroso jefe nos había hecho el honor de nombrarnos su ayudante, desde las primeras evoluciones emprendidas contra el enemigo extrangero, en los departamentos del centro, después de los desastres de Chorrillos y Miraflores.
En tal condición, casi siempre á su lado, hicimos la campaña. Comíamos el mismo pan, y nos abrigaba el mismo techo. Sus ratos de amargura, eran también los nuestros; así como en los instantes de placer, dábamos expansión á nuestro espíritu; y cuando llegábamos á alguna población la recorríamos en todas direcciones, y observábamos el regocijo que la presencia de nuestro ejército causaba en sus habitantes. ¡Sufrían tanto cuando las tropas enemigas los invadía!