9 de noviembre de 2018

Tristán Chacón

Tristán Chacón
Don Tristán Chacón
Capitán del 3.° de línea

I.
Fué un verdadero sacudimiento eléctrico el que ajitó el alma de Chile cuando la Magallanes condujo a Iquique i el alambre a Santiago, en la mañana del 7 de junio, la espléndida, si bien no inesperada noticia, de que la plaza de guerra de Arica había sido tomada por los chilenos a la bayoneta.

Todas las ciudades se cubrieron de banderas, pusiéronse a vuelo las campanas i durante dos días no se oyeron sino alegres repiques, cantos i las salvas del cañón.

II.
Pero junto con la pública alegría quedaba en el fondo de todos los corazones la punzada de un vivo pesar. I ese dolor era justo, porque entre montones de jenerosos cadáveres, habían caído en la heroica repechada del Morro histórico dos hombres que tenían alma de soldados i que encarnaban entre éstos el espíritu de Chile.

Eran esos valientes el comandante del 4.° de línea, don Juan José San Martín, muerto a la cabeza de su rejimiento al pie de la fortaleza del Morro, i el capitán del 3.° de línea, don Tristán Chacón, inmolado a la cabeza de su compañía en la brecha del "Fuerte-Ciudadela".

III.
Hemos ya contado la vida del primero de aquellos capitanes, hijo de Chillán, en las pájinas de este libro. Ahora, por el orden del escalafón en la gloria i en la graduación militar, corresponde un último recuerdo al bravo capitán del 3.°, hijo de Santiago.

IV.
Tristán Chacón había vivido sólo 30 años, no cumplidos, porque nació en Talagante, o mas propiamente en Melipilla (como Santa Cruz, los dos Sotomayor i los cinco Serrano), el 17 de agosto de 1850. Consérvanse todavía en respetable hogar en la primera de aquellas poblaciones sus dignos padres, don Francisco Chacón, que ha sido el subdelegado-patriarca de Talagante durante los últimos años, i la señora Celedonia González, que hoi vive sólo para llorar.

Tristán Chacón tenía más o menos la misma edad que el teniente abordador de Iquique, su paisano de cuna, i, como éste, manifestó desde temprano viva inclinación por la carrera de las armas. A la edad de siete años jugaba a los soldados en la calle ancha de Talagante, i como era, ájil i regordete, su buen padre habíale puesto con orgullo un glorioso nombre que electrizaba al travieso chico. Llamábanle en su casa "el jeneral Bulnes", entonces en el apojeo de su renombre.

V.
En 1866 obtuvo el niño Chacón una beca efectiva en la Academia Militar, i después de cuatro años de bien aprovechados estudios alcanzó el grado de subteniente en el ejército de línea. Tenía esto lugar el 12 de enero de 1870.

El alférez Chacón fué destinado al 3.° de línea, i desde que pisó los umbrales de su cuartel en las fronteras no abandonó un solo instante la bandera de su cuerpo. Todo lo contrario. No la abandonó, como más adelante lo veremos, ni aun para morir.

VI.
Cuando a fines de octubre de 1879, nuestro ejército púsose en marcha desde Antofagasta para invadir i castigar al Perú, Tristán Chacón era solo teniente del 3.°, pero habiendo muerto en la primera noche de navegación del convoi el capitán de su compañía, el desgraciado i viejo soldado don Silverio Merino, cúpole encontrarse en el campo de San Francisco a la cabeza de su compañía, que era una de las guerrilleras del 3.°

Dejémosle contar a él mismo, en carta a su digno padre i con el lenguaje de la intimidad, su participación en aquel combate memorable. Sábese que el 3.° formaba ese día la extrema izquierda de nuestra línea de batalla i que tenía orden de defender a toda costa el paso del ferrocarril que conducía a la copiosa aguada de Dolores, vida del ejército, i objetivo verdadero de la batalla.

"En esta situación,—dice el capitán Chacón en carta escrita tres días después del combate,— me llegó la hora que deseaba. Recibí la orden de atacar al enemigo con mi compañía tendida en guerrilla. Inmediatamente di cumplimiento a ella i comprendí mi responsabilidad. Llevaba 150 hombres de combate bajo mis órdenes i era necesario mirar por el honor no solamente mío sinó del raimiento, pues era la única compañía, que se desprendía de él para avanzar hacia el enemigo. Pero, en fin, ¿para qué hablarle canto de mí mismo? Concluiré diciéndole solamente que estoi contento i sin novedad la que menor"' Perdí algunos hombres en el combate, pero mui pocos.

"He recibido felicitaciones de muchos i he merecido ser recomendado especialmente entre todos mis compañeros por el comandante del rejimiento al señor jeneral en jefe. Esto me basta."

VII.
El capitán Chacón participó de la justa i jeneral impaciencia que dominó a nuestro joven i brioso ejército durante los cien largos días que una extraña política les retuvo (como más tarde en Tacna) en la más deplorable inacción bajo la lona inclemente del desierto. Pero ni la fé ni el patriotismo desertaban de la tienda del joven capitán del 3.° por un solo instante. "Espero que en 15 días más,—escribía, por el contrario, a uno: de sus apreciables hermanos desde su campamento de San Antonio el 22 de enero de 1880—nuestras armas habrán dado un día más de gloria a la patria en una espléndida victoria." I cerca de dos meses más tarde, desembarcado al fin el ejército en Pacocha, agregaba el 4 de marzo, como un eco de la voz del ejército, estas palabras, que entonces eran un programa militar—"Estamos todos deseosos de ver el desenlace que tenga esta nueva expedición para concluir con esta vida que ya se hace demasiado larga i pesada: una batalla i todo ha terminado."

¡Cuánto se engañaba el impetuoso capitán en sus augurios! ¡La campaña había sido mal concebida i mal comenzada, de suerte que como desenlace sería completamente infructuosa, i en realidad lo que en ella acabaría sería solo su noble vida, a la par con muchas otras no menos levantadas!

VIII.
Refiere el capitán Chacón fenómenos verdaderamente horribles de la marcha del 3.° de Ite a Sama, i señala con franqueza las culpas de la imprevisión i del atolondramiento en esa marcha. Pero, reservando esas confidencias útiles para historia más vasta, ya dada a luz, nos limitamos a reproducir aquí la enérjica síntesis del carácter i del sufrimiento del soldado chileno, trazada por uno de sus más dignos capitanes— "De mi compañía he tenido la suerte de no perder ninguno,—decía Tristán Chacón a un amigo en carta del 2 de mayo.—Tanto sacrificio en este pobre roto chileno, ¿cómo le pagará la nación? ¿Pagará siempre como ha pagado Chile? La mayor parte lo cree así, i a pesar de esto, siguen las banderas con entusiasmo sin igual. Si Chile es feliz es solo por sus rotos." 

"Como verás,—añadía en esa misma carta desde Sama,—estamos a ocho leguas de Tacna, donde nos espera parapetado un ejército de 12 a 15 mil hombres, que en ocho o diez días más derrotaremos, i Chile tendrá una de las pájinas más brillantes que escribir en su historia militar, i el Perú la mas terrible de sus derrotas, porque tengo la seguridad de que esta batalla será sangrienta i terrible. Cuando recorras estas líneas,—agregaba el joven i entusiasta capitán,— es más que probable que ya seremos dueños de Tacna i talvez de Arica."

"¡Linda cosa,—exclamaba en seguida con el lenguaje alegre del soldado,—salvar el pellejo en este lance para después tener el orgullo de contar las glorias del Ejército"

Pero estaba escrito que esto no sucedería como el animoso capitán-historiador lo esperaba. Amarrado en la reserva en Tacna, cúpole, al contrario, el puesto de la vanguardia en Arica, i al mando de dos valientes de primeras aguas, los comandantes Gutiérrez i Castro, marchó el capitán Chacón con su compañía guerrillera al asalto del Fuerte-Ciudadela, llave del Morro i de la plaza, i hé aquí cómo uno de sus compañeros de armas, que le vió caer i morir en el momento del asalto, cuenta su prematuro fin:— "Llegaba con su compañía al píe de las trincheras, i sus últimas palabras, antes de ser herido, fueron éstas;—"A la carga, niños!» En estos momentos recibió un balazo; i dice: «me han herido», i cae. Estas fueron sus últimas palabras. Su muerte fué bien vengada.» (1)

(I) Carta al autor del teniente del 3.°, don Francisco Mayer. Pocollai, junio 13 de 1880. 

IX.
Según otra versión, el capitán de la compañía guerrillera del bravo 3.°, había llegado jadeante al pie del fuerte, después de un trote de diez o doce cuadras, i desalojado ya el enemigo, tomaba su capitán un rifle a la puerta de la fortaleza, ordenaba arriar su bandera i reemplazarla por la de Chile, cuando vino la traidora bala que le quitó la vida.

De todas suertes, el capitán Chacón sucumbía al dar el grito de victoria en una de las acciones de guerra mas memorables por su heroísmo i su fortuna en los fastos militares de la América española.

X.
"Pocos oficiales del Ejército,—decía el autor de la carta que acabamos de citar,—eran mas queridos de los soldados que el capitán Chacón, que los miraba como hijos."

Pero es preciso añadir que de igual manera era amado i distinguido por sus jefes i sus compañeros de armas. De ello, al menos, dan testimonio las dos elocuentes cartas que copiamos a continuación i que son un justo tributo de orgullo para una honrada familia.

"Señor don Francisco Chacón.
Tacna, julio 12 de 1880.

Mui señor nuestro: Con profundo sentimiento, los que suscribimos esta nota, jefes i oficiales del Tejimiento 3.0 de línea, al que pertenecía su querido hijo, capitán don Tristán Chacón, ponemos en conocimiento de usted que su querido hijo ha muerto como bravo al pie de las trincheras enemigas, en la batalla i toma de Arica, quedando a su lado también cadáveres, como para acompañarle en el sacrificio, un oficial i cincuenta i un individuos de tropa con ciento diezisiete heridos del mismo rej¡miento.

"Podemos, señor, asegurarle que no sólo nosotros sinó todo el rejimiento acompaña a usted en su justo pesar; pesar que solo puede mitigar un tanto nuestra relijión i el patriotismo, que ambas cosas no dudamos posea usted: la primera tiene consuelos infinitos, i el segundo (es decir, el patriotismo) no puede ser más satisfactorio para un chileno, el ver que parte de su misma sangre ha sido derramada en defensa de su patria, i que el nombre de su hijo pase sin mancha i lleno de gloria a la posteridad, sentido i llorado por la nación entera.

"Esperamos, señor, que lo expuesto sirva a usted de consuelo, mitigando un tanto el justo pesar de usted i de su apreciable familia.

"Con el mas profundo sentimiento de aprecio, nos suscribimos de usted atentos i seguros servidores.—(Firmados).—Ricardo Castro.—J. A. Gutiérrez.—Virjinio Méndez.—P. A. Urzúa. —Leandro Fredes.—Avelino Valenzuela.—Ismael S. Larenas L.—Carlos Gaete V.—J. A. Silva O.—Belisario Acuña J.—Ricardo Lara Ugarte.—Emilio Merino.—José Ignacio López, —Nicolás Opazo.—Jovino E. Orellana.—Francisco Visama.—Gregorio Silva.—Pedro Novoa Faez.—Rodolfo Wolleter.—Marcos J. Arce.—Luis A. Riquelme.—Adolfo Gonzáles.—F. G. Meyer.—Luis I. Camus.—Ramón Jimenéz S. —Domingo Ruiz V.—Félix F. Vivanco.—J. Bari—M. Figueroa A.—S. Riveros.—Emilio Bonilla.—José del Río Ulloa. —Estevan 2° Barrera.—José Ramón Santelices."

XI.
Santiago, julio 31 de 1880.

"Mui señores míos: Es en mi poder la sentida nota de ustedes, fecha 12 de junio, por la que me comunican la trájica muerte de mi querido hijo: Tristán, capitán de ese bravo rejimiento. Mi pobre hijo, cayendo al pie de las trincheras enemigas en el combate i toma de Arica, vivando a la patria i gritando con sus últimos alientos que se izase en alto el victorioso tricolor, no hizo mas que lo que hubiera hecho cualquiera otro chileno en su lugar: cumplir con el austero deber del soldado i morir pensando en el honor i gloria de la República."

"Verdad es que la Divina Relijión i el sentimiento poderoso i superior del patriotismo tan innato en el alma de los que han nacido en este amado suelo, sirve de gran lenitivo a un padre desolado que acaba de perder un pedazo de corazón; pero no es menos cierto que si algo pueden los consuelos humanos, no hai ninguno mas eficaz i saludable para nuestro pesar, que el saber cómo han querido i estimado i cómo recuerdan al hijo de nuestras afecciones aquellos dignos jefes i nobles compañeros que fueron testigos de su buen comportamiento i justísimo sacrificio.

"Ofreciendo a ustedes las seguridades de mi respeto, de mi aprecio i de mi eterna gratitud por sus benévolos conceptos i consoladoras palabras, tengo el honor de suscribirme de usted, señor comandante, i demás jefes i oficiales de ese cuerpo. Su mui atento i S.S.

Francisco Chacón."

XII.
Mas felices que los del bravo San Martín (que éste no tenía deudos ni influjos en Santiago), los restos del infortunado capitán del 3° fueron recobrados por manos fraternales de la ingrata tierra en que cayeron, i al ser depositados en la última fosa, cerca de los sitios i de los seres que tanto amó, cábenos hoi el último deber de la amistad i del recuerdo, consagrando al jeneroso patriotismo del capitán Tristán Chacón, del 3°, i a su sublime inmolación en el campo de batalla, esta breve pájina de la justicia póstuma.


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Texto e imagen tomado del "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo I, por Benjamín Vicuña Mackenna

Saludos
Jonatan Saona

3 comentarios:

  1. Queda clarisimo la envidia y complejo al Perú . Esta gentuza ha quedado perennizado con sus propias palabras . Dice que quiere invadir el Perú, mas claro ROBAR el salitre para el monopolio . ¿ Que le hizo Perú? ¿ Creia que nosotros ibamos invadir Chile ¿ PARA QUÉ ? . Pobre tipo tipo debe estar en el azufre.

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  2. Los tres países en pugna tenían sus miras puestas en territorios vecinos. Aquellos que ambicionaba Perú constan en su declaración del 16.04.79, que resumo así : " (se acuerda) .. reducir a Chile a la porción comprendida entre los paralelos 26 y 47 de latitud sur, territorio suficiente para la escasa población de dos millones y medio con que cuenta esa republiquilla. El Perú, encargado de regir los destinos continentales, debe poseer el Estrecho de Magallanes, para mantener a Chile constantemente sometido a su vigilancia."

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  3. Cabe agregar que el paralelo 27 corre aproximadamente a la altura de Taltal, y el 47 corresponde a la península de Taitao. De haber logrado, pues, Perú su objetivo, Chile habría perdido ambos campos de hielo, sur y norte, además de toda la Patagonia, así como el territorio magallánico íntegro. También el estrecho, el grupo de islas que incluye Cabo de Hornos y su proyección sobre el territorio antártico. Buena tajada.

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