Iquique, Junio 26 de 1880.
Señor don Aníbal Pinto.
Querido Aníbal:
Mi idea sobre una pronta expedición a la costa norte del Perú, es de fácil realización y la supongo de muy importantes consecuencias para las operaciones definitivas de la guerra.
En la actual situación de las partes beligerantes, sólo dos soluciones se divisan sin la paz: o marchamos sobre Lima con el grueso del ejército, o nos quedamos en statu quo.
En el primer caso, nuestro ejército encontraría concentrados en Lima o en sus alrededores todas las fuerzas de que dispone el Perú, haciendo más difícil la expedición.
Si sucediera lo segundo, tendríamos:
1.º, Que se prolongaría indefinidamente la guerra;
2.º, Que la continuación también indefinida del bloqueo del Callao, a consecuencia de la prolongación de las hostilidades, destruiría nuestra escuadra hasta inutilizarla;
3.º, Que durante este tiempo no causaríamos daños de los que hasta aquí ha sufrido el enemigo, alejando por consiguiente las probabilidades de la paz; desde que no había una nueva causa que determinara al Perú a pedirla; y
4.º, Que el espíritu público y el del ejército no encontrarían en nuestro país por el tiempo del statu quo, nada que los alimentara, libertándonos del fastidio e indisciplina que naturalmente produce una paralización semejante.
Para allanar estos inconvenientes, sea que se piense en la ida a Lima o en statu quo, creo que bastaría con la realización de mi proyecto.
Mi idea en globo se reduce a marchar con una división ligera, compuesta de cuatro batallones de infantería, una batería de artillería de montaña y un escuadrón de caballería, a operar en diversos desembarques en la costa, al sur y norte del Callao.
Estos desembarques tendrían por objeto:
1.º: Distraer las fuerzas concentradas en Lima, llamando la atención a distintos puntos;
2.º: Imponer contribuciones de guerra en los pueblos próximos a la costa y algunos del interior, para atender con ellos en parte el mantenimiento de nuestro ejército;
3.º: Producir el pánico de la guerra en las poblaciones más comerciales del Perú;
4.º: Mantener el espíritu público en Chile, y provocar en Lima, tal vez una revolución con los cargos que la impunidad de nuestras operaciones harían nacer contra la imprevisión del gobierno de Piérola; y,
5.º: Hacer sentir las consecuencias de la guerra a los acaudalados del norte del Perú, que hasta ahora muy poco o nada han sufrido.
En la realización de mi proyecto, evitaría todo combate con fuerzas superiores para tener siempre la seguridad del éxito, y procuraría en todo caso no alejarse de la costa, sino lo necesario para estar cierto de la impunidad.
Como ya te lo he indicado, explicándote el objeto de la expedición, la parte ofensiva de ella se reduciría a imponer contribuciones de guerra y a batir las fuerzas inferiores que se opusieran a mi proyecto.
De ninguna manera comprendería su objeto causar daños que no nos reportarán provechos directos; nada de incendios ni de destrucciones vandálicas; con operaciones de esta naturaleza, lejos de alcanzar el fin racional de la guerra, se obliga al enemigo a negarse a toda transacción, porque con ello se hace nacer la desesperación de una lucha sin término, ni cuartel.
Expuesta ya mi idea en globo, voy a indicarte la forma que adoptaría yo para realizarla.
Desde luego, la primera condición del proyecto sería la reserva absoluta con que se prepararía y zarparía la expedición, de manera que ni los jefes, oficiales, ni soldados supieran a donde se les lleva antes de partir.
Para llenar esta condición, los vapores Itata y Copiapó embarcarían en Antofagasta al batallón 1.º de Aconcagua, en Iquique al Colchagua, en Arica al Bulnes, un escuadrón de caballería y una batería de artillería y en Pacocha el 2.º de Atacama.
Los dos transportes serían convoyados por una de nuestras corbetas.
El primer punto objetivo de mi plan sería Pisco, desembarcando a sus espaldas en la magnífica caleta de Salinillas, que conduce a Ica, capital del departamento de su nombre y de las más importantes poblaciones del Perú.
Apoderado de ese material, se marcharía inmediatamente sobre Ica, que está a diez o doce leguas de Pisco, unida al puerto por ese ferrocarril, y que atraviesa un valle sano y abundante en recursos de todo género.
En Ica me detendría sólo el tiempo necesario para hacer efectiva la contribución de guerra que le impusiera. Por las noticias que tengo, Ica y Pisco soportarían fácilmente 150.000 soles de contribución.
En esta expedición no habría peligro alguno, porque no hay en esos lugares fuerzas que pudieran oponer resistencia a los de mi división y porque no podrían ser auxiliadas por tropas salidas de Lima antes de diez días, después de un desembarque. El camino que une a Ica con Lima es de los peores del Perú, y las distancias entre uno y otro punto son como sigue:
De Lima a Lurín 6
A Chilca 7................ 13
A Asia 8 ................ 21
A Cañete 8 ...............29
A Chincha 10 ...........39
A Ica 16 ................ 55
Desde Chincha se desvía un camino para Pisco que tiene cinco leguas de un punto a otro.
De Arequipa no puede ir auxilio alguno a Ica, porque dista 166 leguas.
De manera que el desembarque en Salinillas o en Pisco, se realizaría sin correr el menor riesgo.
Tan pronto como se cumpliera mi plan en Ica, me dirigiría a Pisco para reembarcarme a la aproximación de las fuerzas venidas de Lima.
Esas tropas no podrían ser sino una gruesa división que andaría a marchas forzadas y que probablemente dejarían parte de guarnición en Pisco para evitar un nuevo desembarque. Con esto habríamos distraído cuatro o cinco mil hombres del ejército de Lima y habríamos producido un verdadero pánico en esa capital, que no sabiendo a qué atribuir el desembarque, creería que el hacía relación con la anunciada expedición al corazón del Perú. De Pisco me dirigiría sobre Chimbote o Santa, para caer sobre Trujillo o bien seguir hasta Huaraz.
Por distar Huarmey solo veinte leguas de Chancay, término del ferrocarril de Lima al norte por la costa, y mediar una distancia de veinte leguas de Huarmey a Huaraz, si de las averiguaciones que hiciera en el primer punto viera algún peligro para la internación con la división, me dirigiría, sin perder tiempo, a Chimbote, para desembarcar en ese magnífico puerto, que sirve hoy al comercio de Lima y el Callao, y, después de imponerle la correspondiente contribución de guerra, marcharía por la costa sobre Trujillo, que dista quince leguas de Chimbote, pasando por Virú y Moche, puntos que cuentan con toda clase de recursos.
En Trujillo no tardaría más tiempo que en Ica y Pisco.
Con mis operaciones sobre estos puntos sucedería una cosa idéntica que lo de Ica. Saldrían fuerzas de Lima en protección de esas poblaciones, se interrumpiría el comercio que hoy se hace por Chimbote y se debilitaría aún más el ejército que defiende a la capital.
El último punto objetivo sería Paita, para marchar sobre Piura. A estos lugares podría imponérseles con tranquilidad las contribuciones convenientes, sin que durante mucho tiempo hubiera peligro para la división.
Por lo expuesto, espero que juzgarás muy conveniente y de fácil realización este proyecto.
No debes abrigar temor alguno por su resultado, porque mi prudencia sabrá evitar toda circunstancia que ponga obstáculo a la feliz realización de mi plan.
Para prevenir procedimientos que diesen lugar a reclamaciones diplomáticas y para ajustarme a las más estrictas reglas del derecho de la guerra, llevaría a mi secretario u otro abogado con el carácter de auditor de guerra de la división.
Si mi plan es de tu agrado y lo aceptas, será menester me lo anuncies por telégrafo y que también des orden por telégrafo se alisten los cuerpos del ejército indicados, pasando yo a Tacna a conferenciar con Baquedano.
Yo me encargo de llenar los detalles de la expedición.
Con cariñosos recuerdos a la Delfina, te saluda tu afectísimo amigo.
Patricio Lynch"
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Respuesta de Aníbal Pinto
"La idea de una expedición ligera sobre la costa del Perú me parece muy bien.
Organízala tú. Dime qué buques y tropas necesitas. Envíanos un plan detallado indicando lo que necesitas llevar.
Hablé con José Francisco Vergara, está fastidiado y se negó. Si persiste en su negativa podría ir otro jefe militar. ¿Quién te parece?"
"Julio 4. En este momento te dirijo un telegrama diciéndote que tu plan nos ha parecido bien i que hables con Lillo. Ponte de acuerdo con Lillo para su realización."
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Ahumada Moreno, Pascual. "Guerra del Pacífico, Recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias i demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú i Bolivia" Tomo IV, Valparaíso, 1887.
Saludos
Jonatan Saona
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