7 de junio de 2023

R. Castro en Arica

Ricardo Castro
Ricardo Castro en Arica

"Así, más o menos a las 5 de la alborada del 7 de junio, quizás minutos antes, llamó don Pedro Lagos, el Ayudante general del general en jefe, único dirigente y responsable del Asalto y toma de Arica, que se ejecutó según plan formado por él únicamente, y personalmente por Lagos dirigido, a su ayudante capitán don Belisario Campo, hoy general retirado del Ejército y le dijo:
"Ordene Ud. al comandante Castro cargue sobre el Ciudadela con su regimiento y me da cuenta de la conducta del comandante".

Como se ve, el coronel Lagos, no temía por la conducta del 3º de línea, ni de los señores don José Antonio Gutiérrez y Federico Castro; pero cauteloso, conocedor de los quilates guerreros del primer jefe, de don Ricardo Castro, ordenaba a su ayudante vigilase a don Ricardo y le diese cuenta.
El capitán Campo, saltó de su caballo, y loma abajo se dirigió en busca del jefe del 3º de línea, de don Ricardo Castro.  Y mientras, don Beli, el Huaso Campo, como en todo el campamento, en el ejército y en la marina se denominaba al capitán Campo, baja la loma, llega a la hondonada, sube el repecho y encumbra la cima del mogote, en cuya occidental falda se encuentran los niños del 3º, asistamos nosotros a otra curiosa escena que entre los jefes del Tres se desarrollaba.

En columna cerrada por compañías, hemos ya varias veces repetido, se encuentra el 3º de línea; son ya las cinco de la mañana; las estrellas principian a perder su brillo y su dulce titilar disminuye rápidamente; huye la pavorosa noche y la aurora quiere asomar al oriente; hacía el norte, y por todas partes, se aproxima la dulce claridad del día.  Estamos en el preciso momento en que va ya a nacer el 7 de junio.

Y este es precisamente el momento en que, el comandante don Ricardo Castro, debe iniciar el movimiento y emprender el ataque; y sin embargo, don Ricardo, aún no se mueve, ni piensa en lanzar a su bravo regimiento al asalto.

Don Federico Castro, sargento mayor del cuerpo que manda el primer batallón, se dirige con don José Antonio Gutiérrez donde su comandante y le dicen: “que la hora del combate ha llegado, que si no da la orden de atacar, la luz del día va a descubrir su presencia al enemigo y el ataque se frustrará".

Don Ricardo Castro declara que aún no es tiempo de hacerlo, que esperen; y disculpa su miedo, su absoluta falta de civismo con que aún no es tiempo!

En ese preciso y solemne momento, en que los bravos comandantes don José Antonio Gutiérrez y don Federico Castro, piden a su jefe dé la orden de marchar, llega el ayudante Campo, del coronel Lagos y ordena al comandante don Ricardo Castro, cargue con su regimiento, en cuyas filas ya todos saben, que su jefe se quiere quedar atrás en la hora suprema del sacrificio.

Y don R. Castro elude al ayudante de Lagos el cumplimiento de la terminante y severa orden que se le da.

El mayor don Federico Castro, con rabia concentrada y con severa calma exclama: "Señores, la responsabilidad del ataque no son sólo suyas, yo también tengo que responder de mi regimiento y de mi nombre, yo no espero más, yo ataco!"
E incontinente se puso al frente de su tropa y cargó.

El comandante don Ricardo Castro no desplegó sus labios: el miedo sucio, cerval lo dominó por completo.

Fue inútil que don José Antonio Gutiérrez, que Campo y don Gregorio Silva le increparan su conducta, porque don Ricardo Castro no desplegó sus labios ni dio tampoco a Gutiérrez orden de partir.
“No sea Ud. cobarde, so... exclamó el capitán Campo, cargue, no enlode sus galones", agregó Campo.

Don José Antonio Gutiérrez miró con desprecio a su comandante y partió de trote con el 2º batallón y con Campo que ya no abandonó al 3º en el ataque al Ciudadela.

En esos momentos aún no aclaraba bien; serían las 5:20 minutos de esa alba y serena mañana del 7 de junio de 1880."


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Molinare, Nicanor. "Asalto y toma de Arica, 7 de junio de 1880". Santiago de Chile, 1911

Saludos
Jonatan Saona

2 comentarios:

  1. No sólo Nicanor Molinare dejó constancia de lo actuado por los comandantes Ricardo Castro y Luis Ortiz, previo al asalto de las posiciones de Arica el 7 de junio.
    También otros oficiales se refirieron a lo ocurrido, definiéndolo como oprobioso para la tradición de las armas chilenas. Recordemos que el comandante del otro regimiento destinado a esa acción, el 4° de Línea, cayó ese día en combate al frente de su unidad.
    El mando manejó la situación muy discretamente, sin un reproche oficial a los citados que constara en la Orden del Día, o similar. Pero ambos fueron de inmediato separados del comando de sus respectivos regimientos, y enviados de regreso al sur a "calificar servicios". No volvieron a detentar mando de tropas durante la GDP, lo que es indicador de una sanción seria. Pero, no fueron separados del ejército y continuaron su servicio por al menos otros once años (1891).

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