11 de enero de 2023

Juramento de los chinos

Chino en Perú, siglo XIX
Juramento de los chinos
(Correspondencia de El Heraldo)

Temprano se supo que tenía gran fiesta el numeroso cuerpo de ausiliares voluntarios que sigue al  ejército desde Ica á Pisco, engrosado sucesivamente en Tambo de Mora, Cañete i demás puntos hasta Lurín, que no es otro que el de los chinos que se han dicho: a río revuelto, ganancia de pescadores; sacudiendo el polvo de sus ojotas en los campos que han regado con su sudor i sus lágrimas, pero que ya no volverán a ver si no es en pesadillas.

Existe aquí un templo chino que recuerda con mucha razón, por dentro i fuera, a aquellos teatros populares de calle atravesada que se ven en nuestra tierra, cuya ridícula pobreza se ha querido disfrazar con una estravagante profusión de esos papeles i telas que brillan en la basura, no bastando para ello toda la industria de hormigas que poseen los chinos, ni su fe descomunal.

A las 12 M. comenzaron a llegar para asistir a ese aquelarre de fantasmas, todos los hijos del Celeste Imperio, convocados a él por la voz omnipotente del compadre Quintín Quintana, especie de Rostchild de esta tribu amarilla, i media hora después el recinto del templo podía dar una idea de lo que será el valle de Josafat, cuando llegue el caso.

Quintín Quintana es, sin duda alguna, un tipo estimable, pero de seguro que ha errado el oficio, tomando el papel de redentor, ya que todo redentor ha de ser crucificado.

Vivía tranquilo con su familia, dueño de dos fincas i dos tiendas en el pueblo de Ica, cuando la espedicion chilena, al mando del coronel Amunátegui, llegó a ese punto.

Quintín Quintana, que tal es su nombre vijente i aunque se piense un año no se encontrará otro que con su forma cristiana i su sonido de címbalo de pagoda se amolde mejor con su tipo i su chilenismo actual, decidió entónces realizar antiguos i jenerosos sueños que dormían en su cabeza: libertar a sus hermanos de esa triste i dura esclavitud que en el Perú se ha llamado la naturalización de los coolíes, no siendo mas que la mas inicua explotación de la sangre humana que se conoce.

Hospedó en su casa a varios jefes chilenos, sirvió de práctico en los caminos, prestando además con toda decisión i actividad otros muchos servicios que lo comprometieron naturalmente ante los vecinos de la ciudad, quienes, a la despedida de Amunátegui, habrían arreglado cuentas con él.

Quintana fue hasta hacer bautizar uno de sus hijos que lleva el nombre de José Domingo, en memoria de mi compale, como dice Quintín.

Quintana siguió a la División chilena, su familia fué hospedada a bordo de un buque, de órden del Ministro de la Guerra; desde Ica hasta Lurín su palabra arrastró a los chinos que trabajaban en los cañaverales, i hoi les reú­ne en su iglesia para organizar estas masas desbocadas, pensando mui bien que lo mas seguro para sus hermanos es ser útiles para ser tolerados, i quien sabe si necesarios después

Hai en la relijión de los chinos un juramento que no se presta sino en circunstancias solemnes, ante los peligros públicos, en los grandes odios, por la patria o el amor.

Se inmola, un gallo delante del altar, i bebiendo su sangre, se promete ultimar al que traicione, i beberle su sangre de la misma manera que al gallo, para lo cual quedan todos obligados.

I ahí por la sangre del gallo se juró unirse bajo la dirección de Quintín Quintana, ofrecer sus servicios al Jeneral en Jefe i obedecerle de modo que "si ordena trabajar, trabajar; si matar, matar; si incendiar, incendiar; si morir, mueren,” según la fórmula testual del compromiso.

Del templo, pasaron, todos en procesión a ver al Jeneral. Habló Quintana, que viste un traje militar indefinido i, entre otras frases, dijo:
“He vivido durante veinte años en el Perú; he conseguido aquí por mi trabajo, es cierto, los medios de vivir; los caballeros se han portado bien conmigo i familia; no tengo ningún odio personal; pero me lleva a sacrificar mi fortuna i a hacer lo que hago por  estos infelices cuyos sufrimientos no podría nadie imajinar. Hai aquí hermanos que durante ocho años han estado cargados de cadenas sin ver el sol, i los demás han trabajado como burros.
No quiero para ellos nada mas que comida i la seguridad de que no sean abandonados en esta tierra maldita; que el Jeneral los lleve donde quiera, que yo los mando a todos”.

Don Domingo Sarratea contestó a nombre del Jeneral que tendrían todo lo que deseaban.

La procesión desfiló dividida en centurias i decurias, sistema que da a esta masa la precisión de un reloj cuya cuerda la maneja Quintana.

Los chinos que formaban en la plaza pasan de 1,200, así es que si hablara con alma de peruano, conforme al cambio corriente, podría decir que he visto millón i medio de pesos. I desde hoi mismo los chinos han entrado a ejercer sus funciones, bajo la dirección de un jefe supremo, un segundo, cuatro de división, doce de centurias i veinte de decurias.

Ciento cincuenta han sido puestos a las órdenes de don Arturo Villarroel, escojidos entre los mas resueltos i valientes, i 440 para el servicio de las ambulancias.

El resto desempeña todos los demás servicios menores del ejército, i los soldados que han encontrado al fin a quien mandar, sacan de ellos todo el partido posible desde el: páseme Ud. agua!

Son en realidad asistentes de los soldados que les pagan los servicios que reciben guardándoles la consideración que se tiene con el ganado flaco.

Entre los chinos hai dos doctores de grandísima fama entre ellos, que curan con yerbas, i para que se vea hasta dónde llega su apego a las costumbres de su tierra, no se encontraría uno que se dejara tocar ni por el doctor Allende. Apénas decidieron seguir a nuestro ejército, los dos amarillentos esculapios salieron a los bosques a recojer los simples necesarios.

Quintín Quintana asegura que siendo de bala o de arma blanca, no hai herida que resista a los menjunjes que preparan con recetas tradicionales.

Por lo pronto, los chinos han recibido de la Intendencia Jeneral del Ejército un traje completo de brin, desde kepí a zapatos, i aunque en unos casos el difunto era mas grande i en otros mas chico, su alegría solo es comparable con la de niños cargados de dulces. Por lo que hace a los errores de medida, ya se van corrijiendo poco a poco, pues se les ve acurrucados bajo la sombra de los sauces de los caminos, en medio de una algarabía digna de una bandada de choroyes buscando los calces.

Espero aprovechar en Lima estas nuevas amistades para ser iniciado en las intimidades de vida de esta población ensamblada con la indíjena.
El Corresponsal


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Ahumada Moreno, Pascual. "Guerra del Pacífico, Recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias i demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú i Bolivia" Tomo IV, Valparaíso, 1887. 

Saludos
Jonatan Saona

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