En 1852 era Sargento 1° del Batallón Buin y Subteniente de la 3° compañía. El 2 de enero de 1865 fue gobernador accidental del Departamento de Angol. En 1874 fue nombrado Comandante en Jefe del Ejército de la baja frontera y después Comandante de Armas del Departamento de Cañete.
Durante la Guerra del Pacífico fue Comandante del Batallón Cívico movilizado Lautaro y Comandante del Regimiento 2° de línea. El 20 de enero de 1880 es nombrado Jefe de la 2° División del Ejército de Operaciones del Norte y después Inspector delegado para revistar los cuerpos movilizados existentes en los departamentos de Iquique y Tacna. Falleció en 1887.
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"Revista de Historia Militar", n° 1, noviembre 2002.
Saludos
Jonatan Saona
Era un hombre muy querido por la oficialidad que tuvo bajo su mando, y también por las tropas. Había tenido una gran carrera, durante la cual trabó estrecha amistad con todos aquellos jefes que sirvieron en la Frontera, antes de la GDP.
ResponderBorrarCometió dos errores que resultaron fatales para esa carrera: criticó abiertamente las decisiones del mando en el episodio de marzo de 1880, durante el avance de una división desde Pacocha a Moquegua, que resultó en un casi desastre por carencia de agua en el tramo Hospicio-Conde, con muerte de un oficial y dos soldados. Y como el mando de esa operación lo había ejercido Baquedano (que al mando de tales tropas logró el triunfo de "Los Ángeles" poco después), se creó allí una tensión nada conveniente para los intereses del coronel Muñoz.
Su segundo error puedo resumirlo así: Ejerciendo el mando de la 2a División, Muñoz se encontraba ocupando Moquegua y sus alrededores cuando se dispuso, en abril siguiente, el avance de todas las fuerzas en dirección a Sama, para enfrentar a las fuerzas aliadas asentadas en la meseta de Intiorco, lugar que pasó a llamarse "Campo de la Alianza". Muñoz ordenó tal avance de la 2a división a sus órdenes, y abandonó Moquegua... olvidando dos patrullas de caballería que había enviado en recolección de recursos. Una de tales patrullas, al mando del alférez L. Letelier, ignorante del abandono de la ciudad por parte de las fuerzas chilenas, ingresó a ella arreando un piño de ganado. Fue destruida, y parte de su personal cayó prisionero.
A fines de abril de ese año 1880, por renuncia del general Escala, el mando en jefe del Ejército de Chile fue asumido por Baquedano. Al momento de adoptar trascendentes decisiones previas a la batalla del 26 de mayo, Muñoz fue despojado del mando de la 2a División - que tendría un rol clave en ese hecho de armas - y puesto a cargo de la reserva. Poco más tarde, fue comisionado a "revisar los cuerpos movilizados existente sen Iquique y Tacna". Vale decir, alejado del mando de tropas, que es el destino legítimamente ambicionado y el premio de todo oficial superior.
Su crítica a Baquedano había estado, a mi juicio, justificada, aunque inoportuna e innecesariamente comentada con sus subalternos. Lo que la hizo "pública". Debió hacerla en reserva. La destrucción y captura de los "granaderos" de Letelier fue responsabilidad neta del coronel Muñoz. Malas decisiones, y también mala suerte.