6 de marzo de 2024

José Arancibia

José Arancibia
Don José Arancibia. Coronel del antiguo ejército nacional
 
Una de las figuras más egregias de nuestro instituto armado en la primera etapa de nuestra vida republicana, fue sin duda, el coronel don José Arancibia, chileno de nacimiento pero peruano de corazón que llegó a cumplir cincuenta años de servicios en la enunciada clase de coronel que tuvo hasta su muerte: nuestro biografiado perteneció al ejército legendario de los Libertadores en cuyas huestes hizo las memorables campañas de la Independencia de 1820 y 1821 a órdenes del Generalísimo don José de San Martín; así como la otra campaña de 1822 y 1823 llamada de Intermedio en el ejército que comandó el ínclito General Alvarado. Formó parte de las huestes libertadoras que a órdenes de Bolívar sellaron el año 24 en Junín y Ayacucho la independencia del Perú de la América. 

Normalizada la vida nacional, Arancibia siguió prestando al Perú sus importantes servicios militares haciendo toda la campaña de 1828 y 1829 contra Colombia en el ejército que comandara el virtuoso Generalísimo La Mar; campaña que terminó con el desastre de Tarqui: corría el año de 1835, y en el Perú se desarrollaba la homérica lucha entre defensores de la integridad nacional del Perú y el Usurpador Extranjero Mariscal Santa Cruz; Arancibia fué jefe de un bravo regimiento de lanceros que se cubrió de gloria en Socabaya donde la victoria fué favorable a las armas confederadas de Santa Cruz: también estuvo nuestro biografiado en la memorable batalla de Yungay a órdenes del Gran Mariscal Gamarra; y años después hizo la campaña de la Restauración Nacional a ordenes del héroe del Dos de Mayo General Prado; sellando su gloriosa vida militar con su asistencia a toda la campaña del Sur durante la aciaga guerra tripartita del Perú y Bolivia el año 79 contra la república de Chile. 

Le cupo en suerte asistir a más de las batallas rememoradas a las del primer sitio del Callao, Torata y Moquegua, Uchumayo y algunas de poca importancia en nuestras guerras civiles. 

Condecoraciones llevó sobre su pecho Arancibia, las del Busto del Libertador, una cinta bicolor decretada por una Junta de Gobierno de primeros tiempos de la República; así como las medallas de Uchumayo y la Restauración.
 
Sirvió importantes puestos de la administración pública; como la prefectura de Moquegua, el Consulado del Perú en Bélgica; el puesto de Director de la penitenciaria y de la Casa Nacional de Moneda; edecán de Gobierno y Gobernador de Palacio durante el periodo gubernativo de la Junta de Gobierno que se inauguró en el Perú a raíz de la caída del Gobierno provisorio del General Iglesias; dejando existir en 1891 como Jefe de los Veteranos de la Independencia. 

El Congreso Nacional cuando cumplió cincuenta años en su alta clase de Coronel acordó solicitar del Supremo Gobierno su presentación para la clase de General de Brigada; insinuación que no tuvo efecto. Por decoro del país, por gratitud los fundadores de la República, por estímulo a los peruanos que siguen la noble carrera de las armas. Arancibia debió morir de General; apreciación que hacemos también tratándose de uno de los pocos veteranos del antiguo ejército nacional que debe ser promovido al generalato: nos referimos al respetable coronel Pereyra Jefe de los Zuavos que se cubrieron de gloria en la guerra con Chile.

El patriota gobernante que nos rige su primera administración, tuvo el propósito de presentar la propuesta del coronel Pereyra para el generalato; propósito que quedó aplazado por el ambiente de anarquía y obstrucción sistemada y antipatriótica que se hizo entonces a la elevada política del gobierno; pero hoy, ha llegado la oportunidad de realizar ese acto de reparación y de justicia con uno de los últimos próceres, de los buenos tiempos de la República. ¡Qué la nueva generación militar de Perú, ilustrada, patriota, llena de nobles ideales, imite las virtudes de la gran figura histórica cuyos hechos que coinciden con grandes episodios de nuestra historia, merecen la gratitud eterna de todos los peruanos!

J. Arturo Carreño
Abogado


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Semanario Nacional "Sudamérica". Año II num. 102. Lima, 20 de diciembre de 1919.

Saludos
Jonatan Saona

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