Junta Central de Ambulancias Civiles de la Cruz Roja en el Perú
SEGUNDA AMBULANCIA DE LA CRUZ ROJA.
Arica, diciembre 3 de 1879.
Señor Presidente:
En cumplimiento de las disposiciones reglamentarias, salí, como primer ayudante, a cargo de la sección volante, compuesta de once sanitarios y del cuerpo médico con tres practicantes y el farmacéutico.
Llegados el 19 a San Francisco, lugar del combate, nos situamos, antes de que principiaran los fuegos, en una oficina próxima al cerro ocupado por los enemigos, donde atendimos a los heridos trasladándolos después a nuestro campamento, distante del combate cerca de tres millas; ocupados en esta tarea hasta la una de la mañana, cuarenta y seis pudieron ser trasladados hasta esta hora dejando los demás en la oficina referida, de donde cuando regresamos por la mañana, habían sido tomados por el enemigo.
Incluyo las notas cambiadas con el señor General Escala a consecuencia de que un grupo de la sección volante recibió siete balazos y otros dos. También va adjunta la que me contestó con motivo de la reclamación que hice en favor de la neutralidad de los heridos. No obstante la dificultad originada del mismo tratado de Ginebra, de no anteceder el consentimiento de los beligerantes para su entrega, hice presente que ese consentimiento se debía afirmar faltando sólo su expresión, que salvada su falta, sería correspondida con perfecta reciprocidad.
En esta idea me auxiliaron el señor Hidalgo y especialmente el señor Puelma Tupper, cirujanos del ejército enemigo. Así se ha conseguido que se nos entregue junto con los ya indicados un total de setenta y tres heridos que embarcados a bordo del transporte chileno Lamar, en Pisagua, han desembarcado ayer en este puerto con sólo la baja de seis muertos.
En los momentos del combate se nos agregó el señor D. Salazar, quien ha prestado y presta importantes servicios como cirujano.
Marchamos al combate con dos botiquines, dos mochilas, cinco camillas, cuarenta colchones y otras tantas frazadas, dos cajones de vendas e hilas. Todo este material está en nuestro poder.
Como se nos dieran diarios sólo para cinco días, y esta Ambulancia no recibe recursos desde el 9 del pasado, hice un préstamo de 40 soles, para atender a las estrecheces de la sección volante. El capitán Doctor Olivera quedó con todo el material, que nunca se podrá movilizar ni servir para los fines de la institución, sin que cuente con medios propios para su traslación.
V.S. debe determinar del personal de esta Ambulancia, que consta de los que quedaron en Iquique, como de los que vinieron de Lima.
Sé que el material, abandonado como había quedado, según informe del Doctor Aguilar, ha sido robado, no sé si en todo o en parte. Para salvarlo le hablé anticipadamente al señor Escala, como el cirujano en jefe señor Hidalgo. Pronto les devolveremos las camillas y frazadas que nos prestaron.
En la oficina Huáscar, nos dio el alimento el señor don Ernesto W. así como nos dio su oficina para hospital. Debe V.S. recibir una letra que se giró por el precio de los alimentos.
En virtud de uno de los artículos del Reglamento, voy desempeñando las veces del capitán, quien debe venir pronto a ocupar su puesto.
Es mi deber poner en conocimiento de V.S. que esta sección volante, ha cumplido su misión abnegadamente. Sus sufrimientos y privaciones forman una página secreta aparte, replegada en lo íntimo del corazón de cada uno.
Daré más detalles y cuenta de estos asuntos en comunicación posterior.
Dios guarde a Ud.
PLÁCIDO GARRIDO MENDIVIL.
Al señor Presidente de la Junta Central de Ambulancias.
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AMBULANCIA DE LA CRUZ ROJA DEL PERÚ EN CAMPAÑA
JEFE DE LA SECCIÓN VOLANTE.
Oficinas Huáscar, noviembre 20 de 1879.
Señor General:
Tengo el honor de dirigirme a V.S. con el fin de obtener todas las garantías necesarias para el lleno de las obligaciones que nos impone la institución humanitaria a que pertenecemos.
Nuestra misión es aliviar, al abrigo de la caridad cristiana, las dolencias ocasionadas por la guerra. Para ello necesitamos recoger con exención de todo peligro a los heridos, sin distinción de nacionalidad; transportarlos a los hospitales de sangre, sin sufrir obstáculos en nuestra marcha. Todas estas necesidades están sancionadas por los tratados de Ginebra, reconocidos por las naciones beligerantes.
Espero que V.S. en nombre del cristianismo y de la humanidad, que V.S. dicte las providencias necesarias para el libre ejercicio de nuestra misión.
Dios guarde a V.S.
PLÁCIDO GARRIDO MENDIVIL.
Al señor General en Jefe del ejército chileno.
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AMBULANCIA DE LA CRUZ ROJA DEL PERÚ
JEFE DE LA SECCIÓN VOLANTE.
Oficina Huáscar, noviembre 21 de 1879.
Señor General:
Me cabe el honor de contestar a la favorecida de V.S. fecha de ayer. No habría distraído las graves atenciones de V.S., a no haber sido ofendidas por dos veces, dos fracciones de esta ambulancia, después de cesados los fuegos y en lugar ya despejado de soldados. Este hecho no responsabiliza, sino personalmente a los que lo cometieron a{un con el ardor del combate.
Incluyo la razón nominal del personal de la ambulancia, como la de los heridos.
Dios guarde a V.S.
PLÁCIDO GARRIDO MENDIVIL.
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Ahumada Moreno, Pascual. "Guerra del Pacífico, Recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias i demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú i Bolivia" Tomo VIII, Valparaíso, 1891.
Saludos
Jonatan Saona
Es un documento que aporta porque encontramos aquí cierta cantidad de heridos y fallecidos de la Alianza que Escala no consigna en su parte de la batalla. A la inversa, Garrido no tomó conocimiento, al parecer, de una subida cantidad de heridos que buscaron refugio en las calichales cercanos a Dolores , Santa Catalina y El Molino, y se ocultaron allí hasta fallecer en los días siguientes. Producto de sus heridas, quizás, agravado aquello por la carencia de ayuda, agua y alimento en esos desolados parajes. Sus restos, debido a las emanaciones producto de su descomposición, fueron ubicados posteriormente por las tropas chilenas que ocuparon el sector. Y en tal cantidad, que hizo subir el dato de las bajas fatales aliadas a una suma cercana a los 800 h.
ResponderBorrarRaúl Olmedo D.