"Conciudadanos:
La solemnidad de esta grandiosa manifestación anuncia al mundo, con la poderosa voz de un pueblo entero, y, le acredita con la eficaz elocuencia de los hechos, que hemos recogido el guante de guerra que, en mala hora para él, injusto retador nos arrojara.
El Perú está de pie; ¡Un solo espíritu lo anima! Serenos, firme y altivo y con la conciencia de su derecho, cumple ya entusiasta su deber.
Nuestro sincero anhelo por la tranquilidad de la América ha sido interpretado como impulso de amor a mezquinos intereses; nuestra fraternal y caballerosa intervención, como medida de integrante falaz, y estimada, ha sido, nuestra prudente conducta como encubridora de un ánimo cobarde.
Pero ya nos ven armados y nos tienen a su frente: un instante nos ha bastado para lanzarnos a la lid, y cual Lima se presenta hoy ocupando su puesto, al frente de la República, así toda esta ofrecerá a su audaz contraria miles de pechos que reciban golpes, miles de brazos que airados se los devuelvan y supremos recursos que sostengan la lucha.
¿Pero de qué sacrificio no podemos ser capaces?
¿Han muerto acaso nuestras glorias de Pichincha, de Junín y de Ayacucho? ¿Se han marchitado, por ventura, nuestros frescos laureles de Abtao y el 2 de mayo?
Compatriotas:
Lima ha recibido echando a vuelo sus campanas el reto que nos a llama a un combate para el que no estábamos apercibidos; y al anunciar con regocijo la prueba que a nuestra patria se impone, Lima, orgullosa y contenta, en 24 horas se desprende de 10 millones que arroja a las arcas públicas y sus hijos se disputan el favor de un puesto en las legiones que mantendrán nuestra honra.
Y no hay pueblo en el Perú capaz de abandonar el camino que su capital le traza y que no rivalice con ella en abnegación y sacrificios.
¡Esta es nuestra República! Ella no necesita emitir bonos de un miserable empréstito que no se cubre en dos meses; no fija banderas de enganche para traer soldados a las filas de su ejército, ni mucho menos cercena el pie de sus oficiales que manda a campaña – He aquí comparados los dos pueblos. Rapaz avaricia, sórdida envidia, artera alevosía, manifiesta el uno; noble entereza, apacible bondad, generoso desprendimiento, distinguen al otro.
Nuestro pueblo no exalta su ánimo con jactanciosas vociferaciones: se alienta en la conciencia de su propia dignidad y su valor no se sostiene con la efervescencia de menguado apasionamiento.
Los procaces insultos y la insidia de siempre, su reto de ayer y sus alevosos ataques de mañana, no deben sorprendernos. Chile sigue lógicamente la conducta que le inspira, con corroedora constancia, su envidioso corazón; y mal puede resignarse jamás al vernos disfrutar de riqueza, a pesar de nuestra prodigalidad; de progreso y engrandecimiento, no obstante, nuestras desgracias y discordias; y de gloria y de poder, a costa de nuestro valor y nuestra sangre."
*****************
Diario "La Patria", año VIII n° 2343. Lima, Domingo 6 de abril de 1879.
Saludos
Jonatan Saona
No hay comentarios.:
Publicar un comentario