Samuel del Alcázar |
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 23 de agosto de 1890)
Tacna, la hermosa y esforzada, la provincia cautiva, cuna de Vijil, Zela, Arias, Aragüez y otras personas ilustres; fué la cuna también de Samuel del Alcázar que, con mil valientes más rindió su vida en holocausto á la Patria, el 26 de Mayo de 1880, en el memorable Campo de la Alianza. Fruto legítimo de virtuoso y respetable hogar formado por D. Pablo del Alcázar y Doña Narcisa Valdivia, nació en 1832.
Hizo sus primeros estudios y superiores en su ciudad natal.—Dotado de una alma vigorosa y de vocación á la carrera de las armas, desatendiendo las ideas de sus padres que tenían el propósito de que concluidos sus estudios les administrara sus bienes,sentó plaza en 1860, de sargento 1.° en el Regimiento “Cazadores á caballo de Tacna", comandado por el Sr. Coronel don Manuel Lloza.—Dos años después, obtenía los galones de alférez por despacho conferido por el Gran Mariscal San Román, Presidente Constitucional de la República en esa época.—Con motivo del desacuerdo con España é iniciada la campaña de la Restauración, separóse del servicio abandonando la capital junto con muchos entusiastas jóvenes, afiliándose en las filas revolucionarias dirijida por el entonces Coronel Prado.—El 6 de Noviembre de 1865 asistió á la toma de Lima, obteniendo por esta acción de armas la clase de capitán.
Hizo la campaña de 1866 contra la Escuadra española en la misma clase, en el Regimiento “Húzares de Junín" mandado por el Coronel D. Bruno Morales Bermúdez, estando de guarnición en Pisco hasta después del combate del Dos do Mayo.
En 1867 obtenía la efectividad de su clase, por su asistencia á la rendición de Arequipa por el ejército del General Prado, contra las fuerzas revolucionarias acaudilladas por el General D. Pedro Diez Canseco. Cediendo á súplicas de su esposa, separóse temporalmente del Ejército, dedicándose á la agricultura; tarea era ésta en que se hallaba, cuando el airado grito de guerra lanzado por Chile se dejó oír en toda la República. Alcázar, alma patriota, no podía permanecer tranquilo ante tal amenaza: abandona esposa y ocho hijos, bienestar, producto de laboré inteligencia, y presuroso preséntase ante las autoridades políticas del departamento ofreciendo sus servicios; mas, como recién se iniciaba la guerra creyendo demora y queriendo utilizar los primeros momentos, reúne unos cuantos ciudadanos, con ardor infatigable y superando obstáculos, instruye á su tropa, la que en pocos meses quedó organizada con el nombre de Pará formando parte de la División comandada por el señor Coronel D. Pedro A. del Solar, y de esta manera con orgullo y ávido de glorias marcha al campo de la Alianza.... Allí batióse con denuedo, alentando á su tropa, hasta que una bala enemiga dirijida á su noble pecho, cortó, su existencia, inscribiéndose desde entonces su nombre junto con los de otros mártires en el templo de la Inmortalidad; no legando otros bienes á sus hijos que un nombre inmaculado, pues sus propiedades fueron presa del enemigo invasor; quedando su familia en completa desolación.
Manos filiales le procuraron honrosa sepultura y sus restos exhumados del cementerio de Tacna donde repodaban, han sido conducidos á esta capital junto con los de otras ilustres víctimas: ofrenda con que el Supremo Gobierno interpreta los sentimientos de la Nación Peruana, que agradecida guardará con veneración tan inestimables reliquias, perpetuando tan heroico sacrificio en el mármol y el bronce, esculpiendo sus nombres en caracteres imborrables como ejemplo á la posteridad.
(Colaboración.)
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Texto publicado en el semanario "El Perú Ilustrado" núm. 172, Lima, 23 de agosto de 1890.
Saludos
Jonatan Saona
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