Isaac Recavarren |
En la heróica ciudad de Tacna, a los diez días del mes de Enero de 1880.
Los ciudadanos peruanos que suscriben y los extranjeros vecinos del Puerto de Pisagua, de residencia precaria en ésta, en asociación pacífica, como concede la Constitución del Estado, es consecuente del bombardeo y toma de aquella por la Escuadra y fuerzas chilenas el día 2 de Noviembre del año que acaba de expirar, después de maduras reflexiones han acordado:
1 - Que los pueblos soberanos como Pisagua no pueden dejar desaparecidos los hechos notables que en él ocurren, que son los únicos admiradores de los buenos actos de sus mandatarios, y como también son los únicos jueces severos que piden el digno castigo de aquellos que desobedecen sus deberes con mengua a las leyes y a la vendicta pública;
2 - Que aún cuando el Supremo Gobierno tiene noticias por partes oficiales de los sucesos ocurridos en el citado día, es deber cumplido de sus imparciales moradores hacer pública justicia a quien corresponda en los hechos de que han sido testigos oculares;
3 - Elevar la presente por el órgano regular del Sr. Prefecto del Departamento al sabio y recto Supremo Gobierno de la República para que tome a su consideración: que el Jefe de la Plaza y Baterías de Pisagua, Teniente Coronel de Artillería de Ejército Isaac Recavarren y su ayudante Teniente de Artillería graduado Don Ignacio del Mar se han portado con serenidad y sabiduría y valor suficiente, desplegado durante el bombardeo del recordado puerto, desde el principio hasta el fin, recorriendo sin cesar las dos baterías e impartiendo órdenes a sus subordinados en medio de un granizo de metrallas y balas de los enemigos, aconsejando valor y calma, haciendo su retirada por el camino real que conduce al Hospital, cuando el enemigo, favorecido del incendio que se declaró en el salitre y el carbón de la estación de la empresa del ferro-carril subía al cerro del campamento, cuando ya apagados los fuegos de las fortalezas y en dispersión el resto de las pocas fuerzas que allí hubieron, siendo en este desesperante momento el Coronel Recavarren y su ayudante los últimos que abandonaron el puerto, que se encontraba en puras llamas, denso humo y estado intransitable, circunstancias en que los chilenos, sin proteger a los suyos, palomeaban a los que tomaban una retirada honrosa.
A las 4 y media arribó el Coronel Recavarren a la estación de San Roberto, donde se encontraba el General Buendía, y dirigiéndose a éste le dijo las siguientes palabras: "Señor General, hemos perdido; pero he cumplido en lo que estuvo a mis alcances para corresponder a la confianza del Señor General Director de la Guerra; soy el último que he salido de la plaza; mis nacionales se han portado no como hombres, sino como leones; los batallones bolivianos nada han dejado de desear en lucha tan desigual".
El General contestó: "He sido testigo de su valor y pericia; el Supremo Gobierno premiará a hijos que saben lo que es la defensa de su Patria". Se vivó al Perú, al General Buendía, a Bolivia y al Coronel Recavarren.
4 - Que, por tan digno y significante comportamiento y agradecida la población de Pisagua de la conducta de tan digno Jefe en cumplimiento de su cometido, declaramos merece bien de la Patria.
En virtud de lo que nos rectificamos y firmamos:
(Fdo.) Félix A. Saletti, Raymundo C. Olazabal, Santiago Solari (comerciante italiano), Juan Tonna (Panadero italiano), siguen firmas".
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Texto tomado del artículo "Centenario del General Isaac Recavarren", publicado en la revista "Mercurio Peruano, Revista Mensual de Ciencias Sociales y Letras" N° 150, Agosto de 1939.
Saludos
Jonatan Saona
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