Entre los hombres que por su abnegación i humanitarios servicios se han distinguido de una manera singular, figura en primera línea el celoso párroco de San Felipe, señor don José Agustín Gómez.
Desde que se halla al frente de esa Feligresía, en donde ejerce su ministerio con evanjélica constancia, no ha dejado pasar oportunidad alguna de servir los intereses patrios o de aliviar pródigamente las ajenas desgracias, de manera que su nombre es sinónimo de desprendimiento, apostólicas labores i caridad.
Nacido en Santiago el 27 de Agosto de 1830, educado en los claustros de la Merced i en el Seminario Conciliar de esta misma capital i después de ejercer el profesorado en ese establecimiento, se dirijió a San Felipe, en donde como administrador del Hospital de San Camilo i como buen párroco se ha hecho tipo i ejemplo del sacerdote modesto, virtuoso i abnegado.
En 1868 fundó la benéfica Congregación de las Hermanas de San José i en 1873 el colejio del Apóstol San Felipe.
Desde 1879 a 1881, estuvieron estacionados en la ciudad de San Felipe, para su organización i ejercicio, los cuerpos de ejército Lautaro, Esmeralda, Aconcagua, Ángeles, Rancagua, i Valparaíso, i todos ellos recibieron del señor cura Gómez los favores mas señalados i servicios de todo linaje. Al segundo de los cuerpos nombrados obsequió, entre otras cosas, mil doscientas camas de campaña.
Una vez terminada la guerra(*), se dirijió a Lima i el Callao, donde sus virtudes i patriotismo dejaron en nuestros soldados, Jefes i oficiales una memoria indeleble.
Por último, a fines del año de 1886, la epidemia del cólera, que principió en la provincia de Aconcagua e hizo en los Andes i San Felipe estragos innumerables, presentóle propicia ocasión para servir a la humanidad aflijida i para desplegar las mas altas dotes de apostólica caridad. El cura Gómez no conoció durante tres meses el sosiego ni el descanso, i espuesto a cada instante a ser víctima de su celo, no desmayó ni un punto en su santa i ejemplar tarea. La Cámara i la prensa de Chile rindieron, a su tiempo, cumplido elojio a tan importantes i desinteresados servicios.
Por último, terminada la epidemia ha recojido el señor Cura Gómez a mas de doscientos huérfanos del cólera, a quienes sostiene i educa con los donativos que busca su infatigable caridad.
Hombres como éste merecen de sus conciudadanos la corona de estimación i gloria con que debe ceñirse siempre la frente de los hombres de bien.
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(*) La campaña de Lima termina con la ocupación de la capital peruana por las fuerzas chilenas (17 de enero de 1881), pero la guerra termina con el tratado de Ancón (octubre de 1883)
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"Álbum Musical Patriótico". Año I, num 16. Santiago, Enero 30 de 1888.
Saludos
Jonatan Saona
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