Hace mucho tiempo que entregó su espíritu a la eternidad el ilustre patriota cuyo nombre encabeza estas líneas.
Nació el 10 de abril de 1859, en la oficina salitrera "Camiña", situada en el distrito de Pisagua, del entonces departamento peruano de Tarapacá.
Fueron sus padres don Mariano Ossio y doña Tomasa Peñaranda, oriundos ambos cónyuges de esa región, notable por la riqueza fabulosa de su subsuelo y el ingente y siempre renovado patriotismo de sus hijos.
Hizo sus estudios en Lima, y en 1879 cuando estalló la guerra del Pacífico, abandonó entusiastamente las aulas en las que habían discurrido sus primeros años juveniles y se enroló en el Ejército nacional, sentando plaza en el batallón Nº. 14 que formaron los alumnos de la Universidad de San Marcos y del Colegio Nacional de Guadalupe, héroes todos que llenos de valor se aprestaron a defender a la Patria en el más duro momento de prueba de su historia. En este batallón comandado por don Ricardo Ortiz de Zevallos, se encontraba don Ezequiel Ossio, cuando el ejército invasor atacó Lima.
Una vez que la capital de la República fue ocupada por las fuerzas chilenas, el joven Ossio se trasladó a Arequipa, donde el gobierno del general Montero le nombró de adjunto a la legación peruana ante el gobierno boliviano, desempeñada a la sazón, en su calidad de Ministro, por el Dr. Manuel María del Valle, y como secretario por el Dr. Guillermo A. Seoane.
En este cargo tuvo el señor Ossio ocasión de prestar un valioso servicio a la Patria, cuya causa defendía en la campaña llamada de la Breña, el general Andrés Avelino Cáceres, al frente de un grupo reducido de héroes, descalzos y mal armados casi todos. Por aquellos días tan difíciles para el país, la legación en La Paz, recibió procedente de la Argentina un contingente de armas y municiones destinado al gobierno de nuestra Patria. En el ánimo de los representantes diplomáticos peruanos en Bolivia surgió entonces una incertidumbre, muy justificada por la circunstancias del momento. ¿Sería conveniente dar curso a ese material bélico, sin saber a ciencia cierta si él iba a ser empleado para derrocar al gobierno del país o para combatir al enemigo extranjero?
El adjunto a la legación Sr. Ossio, pidió permiso al Dr. del Valle para emitir su opinión y dijo: "Soy de parecer que las armas sean remitidas al general Cáceres. Si hace mal uso de ellas, él asumirá la responsabilidad de ese acto ante la Historia. Si por el contrario, las emplea contra el invasor, a nosotros nos quedará la satisfacción de haber facilitado los medios para realizar esa empresa sagrada”. Esta reflexión bastó para resolver el problema. El contingente argentino, que consistía en cuatro mil rifles, mil carabinas, mil sables y cuatro millones de tiros fue enviado al general Cáceres, quien hizo con este armamento la famosa campaña del Centro, que lo llenó de prestigio y de gloria.
En 1884, estando el Sr. Ossio otra vez en Lima, sus comprovincianos residentes en esta capital lo enviaron a Iquique y Pisagua a recoger firmas para el acta que subscribieron aquí, protestando con energía y la más alta unción patriótica, de la cesión que el gobierno del general Miguel Iglesias, por intermedio del Tratado de Ancón, hizo a Chile de los tesoros inagotables de Tarapacá que después enriquecieron a esa nación hasta transformarla en una las potencias de la América del Sur. Esta acta, que fue leída en el Congreso, provocando enorme sentimiento público, se dió a la estampa, como la más hermosa lección de amor patrio y energía ciudadana, en el “Catecismo Patriótico".
Durante los años de 1884 a 1886, ayudó eficazmente al Sr. Don Guillermo Billinghurts a salvar la nacionalidad de los peruanos nacidos en Tarapacá, trabajando activamente para que los hijos de esa provincia se presentaran ante las municipalidades chilenas respectivas, declarando que deseaban conservar su calidad de ciudadanos peruanos. Mediante esta labor digna de la gratitud nacional, se consiguió dejar establecida, en aquellos territorios cedidos a Chile por la fuerza de las armas, una población peruana que ascendía a veinte mil hombres.
En el mismo año de 1884, emprendió la tarea verdaderamente magna, de recuperar para su familia, la oficina salitrera "Camiña", propiedad de sus padres, de la cual un rico industrial extranjero se había adueñado ilegalmente hacía algunos años. Para realizar este propósito, que todo el mundo incluso su padre y sus propios hermanos juzgaban sueño imposible, nuestro biografiado que carecía totalmente de recursos, tuvo que luchar, primero durante 17 años seguidos ante los tribunales de Chile, ante los de Inglaterra, contra formidables contendores que disponían de millones para su defensa. La posesión de esa oficina, tras pugna titánica, después de haber estado 29 años en manos de extraños, la obtuvo en 1909, coronando así una empresa que patentiza la inteligencia, la tenacidad y el diamantino carácter de este peruano y patriota ciento por ciento.
La última etapa de la fecunda vida de Ezequiel Ossio, adquiere singular relieve, cuando este ilustre ciudadano, a raíz de haberse sometido al arbitraje del Presidente de los EE. UU. Harding, la cuestión del Pacífico, a su iniciativa funda el "Comité Patriótico Tarapaqueño", integrado por todos los tarapaqueños residentes en Lima, centro al que cabe en momentos tan álgidos para la Patria una labor resonante.
Con efecto, a iniciativa y con el peculio del Sr. Ossio se envía a Washington, una delegación compuesta por los señores Manuel T. Almonte y Ezequiel 2º. Ossio, para que cooperara con la eficacia posible en la defensa de los derechos del Perú sobre el rico departamento que desde 1879 usufructuaba Chile.
El objeto esencial de la misión fue el de entregar al Presidente Harding una exposición y memorial sobre la nulidad del Tratado de Ancón y la reincorporación al Perú de Tarapacá, Tacna y Arica. El notable jurisconsulto peruano Dr. Isaac Alzamora prestó su valiosísimo concurso en la redacción de tan importantes documentos. Pero pronto, cuando ya la comisión se hallaba en funciones, en la gran patria de Lincoln, sufrió el terrible contraste de que la delegación peruana no iba a plantear la nulidad del Tratado de Ancón, concretándose a la discusión de la aplicación y cumplimiento de la cláusula III del mismo. Sin embargo, los tarapaqueños presididos por la esclarecida figura que nos ocupa, no quisieron abandonar su patriótico empeño; pues, querían ellos que cuando menos, quedara ante la faz del mundo entero la constancia de su leal patriotismo y de su inquebrantable resolución de mantener los vínculos de su nacionalidad, así como de su enérgica protesta contra la opresión chilena.
En Washington, los comisionados tarapaqueños, presididos por el Dr. Víctor Andrés Belaunde, lograron una entrevista con Mr. Christian, secretario privado del Presidente Harding, a quien se hizo entrega de la exposición y Memorial, proporcionándose copias de dichos documentos a los delegados peruanos y amplias noticias a todos los grandes diarios americanos y agencias de publicidad de radio mundial como "The Associated Press". Inmediatamente después dieron a la estampa, en folletos, ambos documentos, circulando los mismos en las redacciones de los diarios de Washington, entre el cuerpo diplomático acreditado en esa capital, el Senado, la Cámara de Representantes, las Cortes de Justicia, y todas las Universidades y centros culturales de los Estados Unidos. Igualmente, los comisionados tarapaqueños hicieron su gestión ante la Confederación General del Trabajo de los Estados Unidos.
Finalmente, el doctor Belaúnde dió término a su brillante y notablemente documentado estudio sobre el Tratado de Ancón , su origen y violaciones a la luz del Derecho Internacional, el mismo que merced al patriotismo y munificencia del Sr. Ossio, fue impreso y hecho circular profusamente.
Ossio, anteriormente, cuando el Presidente Wilson proclamaba los catorce puntos de Derecho Internacional que le han hecho justamente célebre y asistía a las Conferencias de Paz realizadas en París para dar fin a la guerra europea, en unión de un grupo de tarapaqueños nutrido como selecto, envió a tan connotada personalidad un cable demandando justicia para la causa peruana de conformidad a los principios que sustentaba aquel.
Tal la vida generosa, toda ella de sacrificios en favor de la Patria, de Ezequiel Ossio cuyos restos, hace más de dos lustros descansan en esta tierra peruana a la que con tan singular ardimiento y profunda devoción dedicara lo mejor de sus energías y de su espíritu.
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Proeño y Mosquera, Miguel. "Regiones y personajes del Perú". Lima, 1936.
Saludos
Jonatan Saona
Gracias, amigo, por tan interesante reseña. Yo también me apellido Peñaranda. Muy encomiable la labor de Don Ezequiel.
ResponderBorrarDesde que leí la historia del Perú de Basadre ,me quedo impregnado la lucha de este gran Peruano por la recuperación de Arica y Tarapaca para que volvieran al Perú ,por eso cada 21 de Setiembre voy a colocarle una ofrenda a su tumba que esta en el Ptesbitero Maestro.
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