...A fines de Noviembre recibí orden de ocupar con la fuerza de mi mando Chiuchiu, Calama y Atacama; hostigando al enemigo en todas direcciones.
El 21 horas 11 p. m. nos pusimos en marcha hasta el punto denominado Avilcha.
El 25 vivaqueamos en el Tropichal, donde encontramos una partida de indios á órdenes del oficial Altamirano:—de estos, escojí 20 y los agregué a mi fuerza para que hicieran el servicio de bomberos.
El 30 trasmontamos los Andes.—Nos hallábamos en pleno desierto: allí dirijí una proclama a mis valientes jóvenes teniendo i la vista las elevadas cumbres de Tapaquilcha, cubiertas de niebes perdurables y contemplando desde esa majestuosa soledad que se dilata mas y mas, á medida que uno alcanza, las inmensas sábanas del desierto de Atacama, donde poblaciones bolivianas su encontraban encadenadas al yugo del déspota, que á los naturales de esas comarcas condenaba al cadalso y al destierro, y en cuyo socorro y salvación marchábamos con entera fé de recuperar cuanto ántes esa rica y floreciente porción del territorio patrio.
No teníamos la menor duda de obtener complots victoria sobre los piratas de Sud-América, en el primer choque de armas que tuviésemos, atenta la justicia de la causa que defendíamos - Por otra parte, mi fuerza aunque diminuta en número, puesto que no alcanzaba a setenta y ocho hombres, la componían jóvenes abnegados, patriotas decididos á incluir donde quiera que se les encaminase y cualesquiera que fuese el número del enemigo. —No eran vulgares individuos, no eran mercenarios tomados por la fuerza; eran bolivianos que comprendían que á su valor y denuedo, les estaba confiada la delicada tarea de vencer al invasor, hacerle morder el polvo del suelo patrio que hollaran con su vil planta.
El 2 de Diciembre horas 5 p.m. llegamos á Colana, burlando la vijilancia de los bomberos, enemigos que quedaron catorce, leguas á mi retaguardia sin apercibirse de mi presencia en esos lugares.—El tres al amanecer. Antes de avistar Chiuchiu, dividí la fuerza en cuatro fracciones con objeto de sorprender al enemigo en el pueblo, cortándole á la vez la retirada á Calama. No siendo incomodados en nuestro trayecto, penetramos á la población, rodeando la casa que ocupaba la guarnición chilena, que fatalmente no estaba allí.
Asombrados los vecinos de nuestra aparición en ese punto distante ocho leguas de Calama, donde existía una fuerte guarnición de 600 hombres de las tres armas; y teniendo á mi retaguardia una partida enemiga, no se esplicaban en sus trasportes de alegría, que fuésemos los compatriotas que íbamos en salvación de nuestros hermanos oprimidos por la vil codicia del invasor.
En posesión de datos sobre Calama y convencido por la relación de un extranjero que llegaba de aquel lugar, de que ignoraban mi ingreso á Chiuchiu, resolví sorprender en esa noche á los 600 hombres que guarnecían Calama.
En momentos en que trasmitía á mis subordinados las órdenes respectivas, y después que hube declarado Chiuchiu en sitio, comunicado por extraordinario al Jefe de Estado Mayor de la 5.° División, mis determinaciones; un inesperado incidente hizo fracazar mis operaciones: tres chilenos llegaban cerca á las tres de la tarde á las inmediaciones del pueblo, mi avanzada mandó hacerles alto para reconocerlos; inmediatamente emprendieron la fuga, perseguidos cerca de tres leguas, uno murió, otro cayó prisionero y el tercero logró evadirse, dando aviso en Calama de la presencia de fuerzas bolivianas en Chiuchiu. Acto continuo las autoridades chilenas se pusieron de acuerdo para esperar al enemigo, haciendo un llamamiento jeneral á la rotería que engrosó sus filas con mas de cuatrocientos hombres.
A las 14 leguas en la posta de Santa Bárbara y á mi retaguardia existía una avanzada enemiga que ignoraba mi posesión de Chiuchiu. El jefe de ella había mandado á un subalterno á este lugar, para que condujera víveres, éste se dirijió al cuartel creyendo que los suyos estaban allí, fué tomado inmediatamente: mi avanzada compuesta de doce hombres se avistó con el enemigo, á las 5 de la mañana; estos corrieron á los primeros disparos. —Comandaba esa fuerza de ochenta cazadores de á caballo el comandante Bouquet, de nacionalidad francés, y partidario de la comuna de París.
Frustrado mi plan de atacar por sorpresa á fuerzas superiores en número, pero cobardes en valor; resolví marchar sobre San Pedro, capital de la provincia de Atacama, y batir la guarnición de esa plaza cualquiera que fuese en número. —No me hacia ilusiones al respecto.
Sabia que en 26 horas de mi permanencia en Chiuchiu, el enemigo estaba prevenido para combatir; tenía á estos en todas direcciones y siempre en número superior, así es que no vacilé en continuar mi marcha sobre San Pedro. —Informado de que habían dos caminos, elejí el de la izquierda por ser el mas conveniente, dejando el otro que era más corto por tener una pendiente peligrosa antes de llegar á la capital.
A mi arribo al establecimiento de San Bartolo, seis leguas ántes de San Pedro, tuve informes de que el enemigo sabía mi aproximación y me esperaba en actitud de combate. —Resolví que mi fuerza descansara algunas horas.
III.
Sin pérdida de tiempo hice la distribución para el combate; dividí en cuatro fracciones, reservando seis hombres para la custodia de unas pocas cargas de víveres.
A la una de la mañana del seis de Diciembre, desfilamos en son de combate, en previsión de cualquier emerjencia que ocurriese. Desendimos por una falda y penetramos luego á una quebrada que bañaba un río, en cuyos costados se estendía una cadena continuada de cerros elevados.
Siguiendo la marcha á horas cinco, recibimos de súbito una descarga cerrada, á la que contestamos, sucediéndose un fuego nutrido. — El enemigo día antes había elejido una posición ventajosa y construido parapetos, donde podía con toda probabilidad contener y rechazar á 500 hombres, tanto por sus armas de precisión y alcance, como por lo inespugnable de sus posiciones.
Este punto se llamaba Tambillo.
A primer golpe de vista comprendí el plan del enemigo: de consiguiente rápidos como el rayo debían ser los movimientos que nos correspondían ejecutar. —Ordeno al Teniente Coronel Moscoso que mandara echar pié á tierra a su fuerza, desplegara en guerrilla por la izquierda y salvando una pequeña pendiente apagara los fuegos contrarios. — Al Comandante Patiño que cargara conmigo de frente con su fuerza á caballo. — Al descender un estrecho de la quebrada, recibimos una descarga á quema-ropa, pereciendo con cinco balazos el Teniente 2.° Desario Alfaro, el sarjento Juan de la C. Calera con tres, el Sub teniente Ernesto Carrasana, herido en el brazo; y muerta una bestia del mayor Ayaviri.
Después de veinte minutos de combate, se desalojó completamente al enemigo de sus posiciones inaccesibles, obligándolo á una fuga precipitada, dejando en poder nuestro 19 prisioneros, 18 rifles Wishester, 17 espadas, 26 bestias, monturas, fornituras, vestuario y municiones.
Pasado el combate mandé hacer alto á las dos fracciones que se batieron, mientras se nos incorporaban las otras que no tomaron parte, á pesar de sus deseos, por la velocidad de los movimientos y lo accidentado del terreno para aquellos.
Destaqué, una partida que perseguiera á Toro, jefe chileno y á sus parciales, que desaparecieron como una exhalación camino de Caracóles.
En homenaje á la justicia y en honra á los bolivianos, declaro que durante el combate, así como en toda la travesía por el desierto, no vi palidecer, ni manifestar temor, descontento, ni fatiga, i ninguno de mis subordinados. Si moral y disciplina eran relijiosamente severas y cimentadas con todo el rigor que demandaban las solemnes circunstancias por las que atravesábamos.
IV.
En el corazón mismo de la providencia de Atacama se presenciaron dos actos de heroica consideración, en el lapso de tiempo corrido del 14 de Febrero al 6 de Diciembre de 1879:—dos combates en los que un puñado de valientes bolivianos, resistían y luchaban en medio del desierto, contra los enemigos de nuestra nacionalidad.
Calama y Tambillo —23 de Marzo y 6 de Diciembre— no son otra cosa que la resistencia á la conquista, á la invasión alevosa de Chile, la protesta del boliviano contra el imperio del pirata; la resistencia á sangre y fuego, cualquiera que fuese el número, el resultado y los recursos de que entonces pudieron disponer los defensores.
Bolivia luchó y luchará eternamente, hasta conseguir la reivindicación de su territorio, hasta castigar cual lo merecen los que valiéndose de todas las plagas y calamidades que aflijían a esta desventurada república, osaron profanar el suelo patrio, osaron por un momento eclipsar el brillo y esplendor de las armas nacionales. No está lejano el día en que los bolivianos obtengan espléndidos triunfos, y juremos hoy como ayer y como siempre, guerra eterna, guerra secular á los enemigos de la civilización Sud -Americana; porque nuestros sacrificios no serán estériles, porque ellos emanados de la justicia con que defendemos nuestra integridad territorial; tan puros nuestros deseos, como el sacrificio por la redención, serán fecundos muy en breve en lauros inmortales para Bolivia —y su noble aliada la república del Perú...
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Carrasco, R. "Manifiesto del Coronel Rufino Carrasco sobre la espedición al litoral boliviano en 1879" La Paz, 1880.
Saludos
Jonatan Saona
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