Pedro Toscano |
Gustosos cumplimos hoy una deuda de cariño y de gratitud con don Pedro Toscano, dándole lugar en nuestra galería de notabilidades peruanas; y nos es grato ceder nuestras columnas á la galana pluma de nuestro colaborador y amigo Carlos G. Amézaga, para ocuparse de las referencias al valeroso argentino en cuya patria también anduvo proscrito Amézaga, después de los desastres del Perú.
Dice así nuestro colaborador:
Pedro Toscano. Las deudas de la honra son aquellas que se pagan con mayor gusto. Ayer se engalanó «El Perú Ilustrado», con el retrato del coronel don Roque Saenz Peña, caballero argentino que por simpatías á nuestra causa, luchó y fué tomado prisionero en Arica, combatiendo al lado de Bolognesi.
Hoy exhibe el retrato y apuntes biográficos de don Pedro Toscano, argentino también, que llevó en nuestros infortunios la parte de gloria que corresponde á un valiente defensor de la patria peruana; y al darle á la estampa, creemos que este semanario interpreta los sentimientos de gratitud de nuestro pueblo por todos los que como Toscano, abandonaron las comodidades de su país para servir al Perú con el desinterés más noble, que cabe en un pecho generoso y altivo.
Hoy exhibe el retrato y apuntes biográficos de don Pedro Toscano, argentino también, que llevó en nuestros infortunios la parte de gloria que corresponde á un valiente defensor de la patria peruana; y al darle á la estampa, creemos que este semanario interpreta los sentimientos de gratitud de nuestro pueblo por todos los que como Toscano, abandonaron las comodidades de su país para servir al Perú con el desinterés más noble, que cabe en un pecho generoso y altivo.
Don Pedro Toscano nació en la Provincia de Tucumán cuna de tantos héroes de la Independencia de América.
Hallábase en Bolivia durante la declaratoria de guerra de Chile al Perú, y abandonando sus negocios de comercio, llegó á Lima, donde sentó plaza de soldado distinguido en el batallón "Ayacucho" N° 3, con otros jóvenes peruanos de buena familia que se enrolaron en dicho cuerpo, deseando ser los primeros que vieran al enemigo en el Sur.
Sólo este rasgo denota el temple de corazón de Toscano.
Que una persona se ponga á servicio de un país en la humilde clase de soldado, cuando por su nacimiento y propios recursos pecuniarios, podía aspirar á más ventajosa posición en el ejército, es el colmo do las simpatías y de la belicosidad que abre paso á la gloria.
En efecto, no debía tardar en distinguirse Toscano, luchando en la batalla de San Francisco, donde como se sabe, fué el batallón Ayacucho el que coronó las alturas del cerro de Dolores, pereciendo en su mayor parte, al fuego de la artillería y rifles de los chilenos.
Allí hizo Toscano ostentación de gran valor y serenidad, como lo acreditan los partes de sus jefes, practicando después del desastre, una comisión que por sí sola le recomienda al Perú.
Tratábase de recobrar el estandarte del «Ayacucho», que había quedado oculto en la Noria, punto ocupado por el ejército invasor. Toscano ofreció devolverlo al cuerpo á que pertenecía, y, disfrazándose convenientemente, para lo cual hizo empleo de sus recursos, atravesó la línea enemiga, burló el espionaje del ejército y recojió el estandarte que habría el mismo de llevar en sus brazos, durante la batalla de Tacna.
Vuelto al campo de los peruanos, parecía imposible a sus compañeros de armas el que hubiese regresado con vida y mucho más acompañado de tan preciosa joya.
Objeto de la admiración y cariño generales, refirió las peripecias novelescas del viaje hecho á través de mil obstáculos, sufriendo las minuciosas pesquisas del Estado Mayor chileno, las dudas que originaba su fingido carácter mercantil en esas circunstancias; los peligros á que se expuso para el embalaje y custodia del estandarte, teniendo todavía que ponerse de acuerdo con un italiano dueño de la pequeña embarcación que le condujo desde Iquique hasta Arica.
Toscano luchó en el Campo de la Alianza como teniente. Herido en los primeros momentos de la acción, entregó el estandarte que libró de los chilenos, á otro oficial; y hecha la primera curación, volvió á tomar nuestra enseña con resolución heroica, hasta que un segundo proyectil le derribó por tierra.
El bravo argentino no quiso abandonar el país que tan mal tratado veía por la suerte, y restablecido de sus heridas, llegó á Lima á servir como capitán en el batallón Libres de Trujillo uno de los que en Chorrillos dejó mejor puesto el nombre de los peruanos.
La certificación siguiente hecha en la libreta de Toscano, por el denodado jefe de ese cuerpo, dirá más que nosotros, respecto á la conducta del hijo de la patria de San Martín:
«Al coronel que suscribe le constan los servicios prestados por el capitán de infantería de ejército Don Pedro Toscano, en los cuerpos que indica, así como las campañas y batallas á que hace referencia la presente libreta.
—Como primer jefe que fue del batallón Libres de Trujillo N° 11, en cuyo cuerpo sirvió dicho capitán, pude apreciar su buena conducta. En las batallas de San Juan y Chorrillos manifestó ser un oficial pundonoroso y valiente.
JUSTINIANO BORGOÑO."
Prisionero en Chorrillos, libró milagrosamente de que se le fusilara, burlando á sus custodios, y marchó á reunirse con nuestras montoneras del interior.
De allí, con alguna posterioridad, siguió camino por tierra hasta su patria donde es hoy 2.° jefe del Regimiento «10 de linea» de Buenos Ayres.
Nuestro Gobierno hále concedido últimamente, la clase de sargento mayor efectivo, en mérito de sus servicios.
Joven lleno de ardor y generosidad, está llamado á ocupar un puesto muy elevado entre el Ejército Argentino.
Las simpatías no amortiguadas por nuestro país, oblígannos, pues, á enviar desde las columnas de ‘‘El Perú Ilustrado” á Toscano, un recuerdo cariñoso que estamos seguros ha de estimar en su valor legítimo, el heroico abanderado del ‘‘Ayacucho.”
*******************
Texto e imagen tomados del "El Perú Ilustrado" núm 128, Lima, 19 de octubre de 1889.
Saludos
Jonatan Saona
No hay comentarios.:
Publicar un comentario