La Covadonga |
Parte del Teniente Enrique Gutiérrez sobre el hundimiento de la Covadonga
A bordo del Blanco Encalada, Setiembre 14 de 18S0.
Al Comandante en Jefe de la escuadra
Señor Contra-Almirante:
El oficial del detall que suscribe, tiene el sentimiento de poner en conocimiento de V.S. lo acontecido con fecha 13 del presente a bordo de la Covadonga en el puerto de Chancai.
Ayer, con el objeto de reconocer el puerto, en el que se decía existía un puente de la línea férrea, el comandante se acercó a tierra a la distancia de 500 metros. Después de reconocer la costa por hora i media i no encontrar puente alguno que destruir, se concretó a echar a pique una lancha i un bote que se encontraban a 300 metros del muelle de fierro. La lancha se echó a pique, pero no así el bote, después de varios disparos con el cañón de proa.
Entonces el comandante ordenó arriar el chinchorro i nombró al aspirante señor Meliton Guajardo i al calafate para que después de sacar todos los útiles que hubiera en dicho bote, procedieran a su destrucción. Pero notando, por lo que decian los comisionados, que no habia nada al parecer sospechoso, mandó suspender la orden de echarlo a pique i, en cambio, ordenó sacarlo fuera de la bahía. Mientras se preparaban los aparejos para izarlo, previne al comandante que seria bueno reconocer el cajón de popa del escudo. Después de aprobar mi observación, agregó que no habia necesidad porque ya el calafate lo habia reconocido i le habia asegurado que no existia nada sospechoso, por lo que dio orden de izarlo lo mas pronto posible.
Como a las 3.15 P. M. ordenó al teniente 2.° don Froilán González, que se encontraba de guardia, que apurara la maniobra de meter el bote dentro. Ei señor González me observó lo mismo que yo habia dicho ya al señor comandante: que era conveniente reconocer el cajón de popa, a lo que contesté que lo hicieran. Pero cuando iba a mandar al carpintero para que llevara a cabo dicha orden, el contramaestre tocó listo i tesaron las tiras de los aparejos, a lo que se siguió una esplosión en el bote. Acto continuo el buque principió a sumerjirse rápidamente. No habia duda de que el bote encerraba un torpedo.
Cuando abandoné el buque con los 28 tripulantes que han salvado en la canoa, éste estaba totalmente perdido, pues solo quedaba sobre la superficie una parte de la popa i los masteleros.
Según mi parecer, los muertos i ahogados no pasarán de 20, por haber quedado a flote gran número de trozos de madera i salva-vidas i mucha jente refujiada ya en las jarcias, pues el buque no se sumerjió totalmente. Supongo que el resto de los salvados deben haber sido conducidos a tierra por botes enemigos.
El señor comandante de la cañonera Pilcomayo ha dado cuenta a V. S. en una lista nominal i detallada de los oficiales i marineros salvarlos en ese buque.
Creo asimismo de mi deber poner en conocimiento de V.S. que cuando íbamos en demanda de la Pilcomayo un bote de tierra nos persiguió por mas de hora i media, haciéndonos continuos disparos, al parecer de rifles. Como la mar era muí gruesa i se acercaba la noche, pudimos burlar esa persecución i continuar nuestra marcha hacia el Sur.
A las 10 P. M. fuimos recojidos por la citada cañonera.
Es cuanto tengo que esponer a V. S. sobre el suceso de la Covadonga.
Dios guarde a V. S.
ENRIQUE T. GUTIÉRREZ.
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Saludos
Jonatan Saona
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