Tarapacá, noviembre 27 de 1879.
Tengo el honor de pasar a V.S. el parte oficial de la batalla del día de hoy en lo relativo a la fuerza de mi mando, a fin de que por digno órgano de V.S. llegue al conocimiento del señor coronel Jefe del Estado Mayor General.
A las 9 A.M. del día de hoy, y por orden de V.S., desfilé con el batallón de mi mando y ocupé las alturas de la Banda para proteger la entrada a la ciudad por el cauce del río: tomada la posición indicada y rotos los fuegos entre la tercera división, situada a 300 metros a nuestra vanguardia, y las fuerzas chilenas que habiendo descendido por la cuesta de Visagra, habían avanzado hasta posesionarse y parapetarse tras los cerros de piedra de las chacras fronterizas del punto ocupado por la tercera división, V.S. me ordenó replegarme a ella.
Cumplida la orden anterior, V.S. me dio la de descender y atacar al enemigo que parapetado tras los cerros de las chacras y casas nos hacía un nutrido fuego de fusilería. Atacado éste casi simultáneamente por fuerzas de la segunda división, columna Loa, batallón Ayacucho y el de mi mando, abandonó sus posesiones que tomamos sobre montones de cadáveres y se escondió entre las chilcas y el monte de donde continué el fuego de fusilería. A fin de evitar que nuestras fuerzas quedaran imprudentemente tendidas en el campo mientras las del enemigo permanecían invulnerables, hubo necesidad de incendiar chilcas y montes.
Despejado el terreno por el fuego y ya el enemigo al descubierto, bastaron algunas descargas para destruirlo y dispersarlo.
En este combate, el cuerpo de mi mando que luchó 3 horas sin cesar, lamenta, entre otros daños sufridos, verse privado por algún tiempo de la poderosa cooperación e importantes servicios de su segundo jefe, teniente coronel don Oswaldo Pflucker, y los del capitán don José García, heridos en la refriega.
No me es dado apreciar en qué proporción el batallón de mi mando cooperó a la completa destrucción de las fuerzas enemigas, que en número de más de 2.000 hombres, invadieron la quebrada; pero sí debo hacer constar el hecho que hizo durante el combate 23 prisioneros, 20 individuos de tropa, pertenecientes al 2º de línea, rifles Comblain y municiones.
A las 2.30 P.M., hora en que el batallón de mi mando llegó a la cima, las fuerzas enemigas se encontraban a 200 metros, más o menos, de distancia. El señor coronel don Andrés A. Cáceres que allí estaba, me indicó los puntos que debía ocupar, los mismos de que estaban posesionados el batallón Ayacucho núm. 3 a 700 metros del enemigo.
Después de 30 minutos de combate, durante los cuales el cuerpo de mi mando tuvo que hacer uso de rifles y municiones abandonadas por el enemigo, avanzó tomando terreno 50 metros; mientras tanto el fuego de fusilería del enemigo continuaba sostenido; no así el de cañón que sólo se dejaba sentir de rato en rato y cuyos tiros pasaban muy altos sobre nuestras cabezas.
En el transcurso de hora y media y en dos empujes avanzaron 100 metros, más o menos.
A las 4.30 P.M. el enemigo emprendió la fuga después de tres descargas cerradas de la división Vanguardia, que avanzó por nuestro flanco derecho.
Las pérdidas del batallón en el día de la fecha son: 1 jefe y 1 oficial heridos, 12 individuos de tropa muertos y 20 heridos.
A las 6 P.M., por orden de V.S., contramarché y ocupé la ciudad.
Durante la jornada, todos, en la fuerza de mi mando, han cumplido su deber.
Lo que tengo el honor de poner en conocimiento de V.S. en cumplimiento de mi deber.
Dios guarde a V.S.
RAMÓN A. ZAVALA.
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Saludos
Jonatan Saona
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