ANIVERSARIO Rescate histórico:
La épica de Arturo Fernández Vial, héroe del combate naval de Iquique
El autor dirigió una acuciosa investigación que confirmaría el papel protagónico que le cupo al entonces guardiamarina en la defensa de la bandera durante la batalla naval. Reproducimos una entrevista realizada al héroe en revista Zig-Zag en 1914.
FELIPE SIMIÁN
La Historia de Chile nos ha entregado hitos y personajes con los cuales nos hemos familiarizado, les reconocemos e identificamos con ciertas ideas y conceptos, y son hoy piedra fundamental del discurso histórico nacional. Teniendo esto en consideración, ¿qué nuevos elementos se pueden aportar a un evento tan investigado como el Combate Naval de Iquique? La historia nos presenta constantemente la dificultad de hacer un aporte a su conocimiento, a sus archivos; y en este contexto se manifiesta la figura del contralmirante Arturo Fernández Vial, que logra, décadas más tarde, el justo reconocimiento a su destacada participación en el combate, y que hasta hace poco era desconocida. Se destaca su heroico protagonismo dentro de la más importante gesta naval de nuestra historia.
Hace ya un par de años que el Museo Naval y Marítimo de Valparaíso recibió, de manos de la familia del almirante, una colección de las reliquias del ilustre antepasado; sin embargo, y más allá de la importancia del legado material, de gran manera destaca el aporte hecho por sus descendientes directos y el Alto Mando Naval, para enriquecer el conocimiento sobre el personaje, su carácter y sus logros. Gracias a una acuciosa investigación histórica, la heroica acción de un marinero desconocido durante el combate está hoy oficialmente atribuida al entonces guardiamarina Fernández Vial.
Con la bandera al tope
La historia dice que durante los momentos más críticos de la batalla hizo propia la suprema misión de defender el emblema patrio y de reforzar el espíritu de todos los compatriotas que luchaban en la Esmeralda; materializando la conocida arenga de Prat: "Mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y si muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber". En un gesto de valentía y patriotismo, en pleno combate, sube al palo de mesana y clava la bandera de Chile, acción clave en demostrar y simbolizar ante el enemigo la indiscutible resolución de que la Esmeralda no se rendía. Con los años se va instaurando el mito en torno a este hombre, hace poco anónima figura, el cual fue destacado posteriormente de manera interpretativa por diversos autores y artistas.
Ahora nos encontramos con un antiguo documento que destaca cómo veía a Fernández Vial el país de su época. Da cuenta del personaje que ha sido comúnmente circunscrito a la historia naval y cívica de nuestro país, pero inadvertido en sus múltiples dimensiones y atributos que lo hacen destacar por sobre sus pares y lo convierten en un personaje único. Lo que se presenta a continuación es el mejor ejemplo de su carácter atemporal, innovador, y con la tan poco común virtud de la sensatez y la discreción respecto de sus propias glorias. En esta entrevista, se recuerda al almirante Fernández Vial, que si bien ya no vive, vuelve a hacerse presente entre nosotros.
Recuerdos del Almirante Fernández Vial del 21 de mayo de 1879
TEXTO ESCOGIDO DEL ZIG ZAG DE 1914
Un sobreviviente de la Guerra del Pacífico:
Es uno de los sobrevivientes de la fecha gloriosa. Después de alcanzar los más altos grados en la marina nacional, vive dedicado a la educación de sus hijos para dar buenos ciudadanos a la patria.
Es un hombre vigoroso y sano. Su mentalidad es superior a la de la generalidad de nuestros hombres públicos. En la marina ha obtenido las más altas notas por sus relevantes condiciones.
Llegamos a la puerta de su casa en la calle de Las Rosas, cuando la noche estaba ya entrada. ¿Mi almirante?...
En un saloncito chico y lleno de recuerdos de todas las naciones, donde lucen algunas hermosas marinas las tonalidades azuladas de su fondo, hemos charlado un momento delicioso, mientras las volutas azuladas de los cigarrillos han llevado hasta lo alto, como nubes de incienso, nuestra recordación.
-¿...?
-No creo, francamente, ser yo el llamado a opinar sobre un hecho en el cual fui actor. He rehusado siempre lanzar juicios al respecto, porque en el combate de Iquique todos cumplimos con nuestro deber, y nada más...
Además, usted comprenderá que un hombre de criterio maduro no puede juzgar con el mismo espíritu hechos que presenció en su juventud. No se puede ser sincero en apreciaciones ulteriores, cuando mediaron en la formación del juicio inmediato causas como la excitación guerrera del combate y los briosos entusiasmos de una guerra.
Una ráfaga de juventud ha pasado por el rostro de mi almirante, recordando hechos pasados.
Y en su mirada fija he sorprendido un destello de tristeza. Ha continuado diciendo:
-Aquel día, todos cumplieron con su deber. Sobre los restos de la "Esmeralda" se levantó un nuevo altar a los mares heroicos de la patria. Los pueblos se purifican con el heroísmo de sus hijos. El valor de los pueblos se acrecienta con el ejemplo de sus hombres.
El 21 de Mayo es día de recuerdo y de gloria. Un hijo, el mayor de ellos, del almirante, ha entrado en la sala con un libro abierto. El almirante tomándolo en sus manos me ha dicho: -Lea Ud. esta página. Ahí está mi opinión sobre el 21 de Mayo.
He leído la carta espartana, brutalmente lacónica, con la relación de los hechos y he exclamado: -Mi almirante, denos permiso para publicarla.
Hemos continuado la charla. Los nombres de algunos sobrevivientes han turbado la paz de la sala. Los cigarrillos se han extinguido. Pienso: este hombre tiene un gran dolor, una gran tristeza en su vida ciudadana. La injusticia gubernativa quizás ha tocado al sobreviviente de la "Esmeralda", y al herir al ciudadano ha herido al hombre.
Y mientras él recuerda el pasado, yo leo la misiva en que se condensa su pensar relativo al combate del 21 de Mayo:
"Señor José Carlos Fernández.
Querido papá:
El 21 del presente a las 8:40 principiamos a combatir con el "Huáscar". La "Covadonga", que nos acompañaba, hacía igual cosa con la "Independencia". Después de cuatro horas de un sangriento combate, en el que no faltó un solo episodio de las guerras marítimas, la "Esmeralda" se hundió en el abismo, y de los 200 tripulantes salvamos 60.
Entre los muertos está nuestro valiente capitán Prat; murió al pie de la torre del "Huáscar" y fue el primero en el abordaje. El teniente Serrano murió en el segundo espolonazo, también sobre la cubierta del "Huáscar".
Ponga en conocimiento de la señora Bruna Venegas que su hijo Ernesto ha muerto como saben hacerlo los héroes. Hasta el momento soy prisionero en Iquique y ya nos alistamos para partir al norte. Ánimo y confianza.
Adiós. Hasta la vuelta. Un abrazo a todos. Su hijo. Arturo".
Y he dado fin a la entrevista. De vuelta a mi casa, mi vista se ha detenido sobre una página de "El libro del saber doliente" de Zozaya, y he leído en un capítulo referente a la guerra:
"Mi gloria es contada por sollozos de mil generaciones de madres. He llamado botín al robo, a la violación, al incendio, y no hay un puñado de tierra en que no se sepulte un hueso calcinado que pregone una vil y feroz represalia".
Tal vez el recuerdo de la guerra ya lejana haya conmovido el corazón del padre. Quizás los sentimientos humanos del hombre hayan vacilado ante la hecatombe horrorosa de una guerra, regada con llanto de mujeres, y cuyo recuerdo aún vibra dolorido en los sollozos de las madres.
Respetamos su silencio. B.COHEN
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Saludos
Jonatan Saona
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