Llegaba aquel 5 de Abril de 1879 cuando se inicia la Guerra del Pacífico y muchos de los jóvenes que se desempeñaban como alumnos en la Escuela Preparatoria, se encontraban como dotación de las diferentes Unidades de nuestra Flota Naval, cual el caso de Emilio San Martín.
Es así que súbitamente y sin lugar a opción alguna Emilio San Martín y sus compañeros dejaban violentamente su adolescencia, para ingresar a una acelerada adultez.
En estas condiciones llega las nueve de la noche del día 24 de Mayo de 1880; el Teniente Segundo José Gálvez al mando de la lancha Independencia y el Teniente Segundo Julio Benítez al mando de la lancha Resguardo. Ambos tenían la misión de proteger el buen éxito de la comisión que iba a desempeñar la lancha Callao comandada por el Alférez de Fragata Bernales.
La misión era fondear dos torpedos en la bahía.
Salieron a una hora después del convoy desde el muelle Dársena. La Independencia llevaba el rumbo, seguida por la Resguardo que navegaba por su banda de estribor, y por la popa de ambas, a una distancia de cien metros aproximadamente seguía la Callao. La noche "estaba clara", según diría más tarde el Teniente Benitez, lo que le creaba serios riesgos para el cumplimiento de su cometido.
Bajo estas condiciones navegaron hasta una distancia de tres millas. Al sur de los buques neutrales pararon máquinas por haberse quedado atrás la lancha Callao, esperando hasta la 01:10 horas. Como no llegaba, Gálvez ordenó que se la buscase y se la hiciese adelantar.
Cuando el Jefe de la Callao escuchó lo ordenado, dispuso "avanzar lentamente" para reunirse finalmente las tres embarcaciones y regresar al fondeadero.
Una vez juntos se afirmaron con el propósito de levantar vapor, pues los manómetros indicaban solo 40 libras, cantidad insuficiente para imprimirle una mediana velocidad a la lancha.
Las precauciones que se tomaban eran explicables. Ninguna de las lanchas peruanas se igualaba a las chilenas. La Janequeo chilena era de acero y tenía una velocidad de 18 nudos: cargaba tres torpedos tipo Mc Pvoy. La Guacolda tenía otra historia. Comprada en Estados Unidos, fue capturada por el transporte Amazonas cuando era conducida desde Panamá a Perú.
El caso de las embarcaciones peruanas que esa noche iban a enfrentarse era distinto. Ninguna podía ser catalogada ni siquiera con el calificativo de regular. La Independencia por ejemplo "era una batería ancha, corta, sin cubierta, rasa y pesada" según calificación de Rosendo Melo, autor de la Historia de la Marina de Guerra del Perú. De su chimenea se desprendían grandes columnas de humo y chispas que "a manera de fuegos artificiales", denunciaban su presencia. Para el caso, mas hubiera valido dejarla en puerto que arriesgarse a cumplir una misión. Quienes la conducían estaban expuestos, pero era lo único a mano en aquellas horas de peligro para el país, y se asumía las consecuencias con serenidad. Su armamento era un cañón Blakeley de 12 pulgadas, que perteneció al transporte Rímac; montado en una cureña de madera en el castillo de proa, y una ametralladora de cinco cañones en la cámara de proa.
A popa de la Independencia se situó un torpedo de mecha con cincuenta libras de pólvora. De la condición de las otras lanchas hay poco que decir, o en todo caso mucho, por no haber estado preparadas para un combate.
Se encontraban a la altura del cabezo de la Isla San Lorenzo.
Una vez cumplida la misión..., ¡Estamos listos para el retorno! decía el Alférez Bernales.
Pero Gálvez según la versión de quienes participaron en la misión, contestó que no, "que Él iba a buscar las lanchas enemigas". Entonces, todos se pusieron en movimiento, pero observaron una lancha y mas afuera un buque que hacía señales. Ordenó hacer fuego sobre la lancha y dispararon cuatro tiros con el cañón. Sin embargo, no pudieron continuar porque saltaron cáncamos de las brageras.
La lancha enemiga no contestó el fuego, situación que Gálvez y los demás oficiales aprovecharon para enfilar hacia el norte, fuera de los buques mercantes. Describiendo un círculo se aproximaron por la popa de la fragata italiana Garibaldi fondeada en la bahía y más tarde tomaron rumbo a Puerto.
En ese instante, avistaron dos humos de las lanchas enemigas que venían en demanda de la Independencia. Como el cañón de la Independencia había sido asegurado al caperol con las tiras de los palanquines, el Guardiamarina San Martín según Galvez, pudo disparar solamente un tiro porque volvió a quedar inutilizado.
Galvez, conciente del peligro en que se hallaba, ordenó dar "toda fuerza a la máquina", pero el mayor andar de las lancha enemigas hizo que su orden se diluyera en la nada: ambas le dieron alcance y se colocaron una a babor y otra a estribor, dando la lancha grande un proazo por la popa a la Independencia quedándose atracada al mismo tiempo.
Lo que se desató entonces fue una lucha cuerpo a cuerpo.
Para defenderse de los atacantes, los marineros utilizaban sus rifles Remington y las carabinas Henry. Eleuterio Medina, dando vivas al Perú, hacía fuego contra el enemigo, mas fue herido.
A estas alturas... ¿qué pasaba con Galvez?...según el cabo Jhon Mac Donald, dicho oficial pidió un cuchillo para cortar la mecha del torpedo de se disponía a lanzar sobre una de las embarcaciones, y que no habiéndolo conseguido, la cortó con su espada, dándole fuego enseguida con la lámpara de uno de los faroles de señales.
Ramón Caso, a cargo de la ametralladora que funcionó mientras pudo, porque terminó descomponiéndose, en declaración al Juez Fiscal, narró que Galvez pasó a popa y con la ayuda del Guardiamarina San Martín y del practicante de medicina Ugarte, tiraron el torpedo "sobre la lancha enemiga".
Con dos tiros de carabina Winchester, diría mas tarde Galvez, hizo volar la lancha Janequeo, quedando sin vista por haber recibido el fogonazo en la cara. La explosión lo lanzó al agua y así herido recogido por un bote, llevado a tierra a las cinco de la mañana.
Una vez más, la improvisación echó por tierra tan noble empeño. Benitez diría después que la ametralladora había sido mal montada. "Que estaba reposando sobre un trípode movible sin sujeción alguna en sus pies, sobre un cajón roto en la mitad y a demasiada altura sobre la línea de flotación, dando esto lugar a que se cayese sobre la borda y casi al agua."
"El cadáver del Guardiamarina San Martín no fue hallado. Víctima de ese grado heroico, diríase que su cadáver parece destinado a las profundidades del océano, perdiendo la vida a sus cortos 18 años".
Es así que años más tarde, la Marina de Guerra del Perú incorporó mediante Resolución Suprema de fecha 08 Octubre 1947, ocho unidades cedidas por la Armada de los Estados Unidos de Norteamérica en el marco de asistencia mutua, y entre ellas figuraba dos embarcaciones del tipo barreminas a una de las cuales se le asignó con toda justicia, en memoria de uno de los héroes del combate del 25 de Mayo de 1880 el nombre de B.A.P. Guardiamarina San Martín.
En homenaje al Guardiamarina Emilio San Martín y como justo reconocimiento a su arrojo y valentía, la Marina de Guerra del Perú mediante Resolución Ministerial Nro. 0701 del 25 Mayo 1973, declaró como el Día del Guardacostas el 25 de Mayo de cada año.
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Nota de la Marina del Perú
Saludos
Jonatan Saona
Que bueno leer estas lineas y saber que ubieron peruanos no son conocidos y que ofrendaron su vida por nuestra patria y sin lugar a duda lo volverian a hacer si asi lo requiere las circunstancias.
ResponderBorrar¡Viva la Armada Peruana!...
¡VIVA!
Que viva el PERÚ!!!
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