El viejo ilustre general Jofré fué otro de los meritorios jefes que después de actuar en casi todas las contiendas civiles que ensangrentaron el país, se retiró viejo e inválido yá, a descansar tranquilo en el seno de los suyos para morir, casi al llegar a un siglo de existencia.
El día que el ejército liberador se empeñaba en furiosa y encarnizada lucha con las huestes realistas en los campos de Ayacucho bajo el poderosa influjo de la brillante espada del inmortal Sucre, venía al mundo en la simpática ciudad de Sucre el niño Manuel Othón Jofré, (9 de diciembre de 1824), que más tarde llegó a ser general de división.
Estudiaba en una de las aulas de aquella ciudad cuando Jofré fué sorprendido por la invasión de huestes enemigas que en 1841 pretendían arrebatar a la patria con el poder de su fuerza uno de sus más ricos departamentos. El valeroso estudiante no vaciló en tomar las armas y correr presuroso a la “Fortaleza” para alistarse a órdenes del coronel Juan La Faye, y luego marchar a incorporarse al ejército del general José Ballivián. Pero la noticia — recibida en el camino- del brillante triunfo de Ingavi alcanzado por las armas bolivianas, frustraron el ardor bélico del joven voluntario y volvió nuevamente a proseguir sus interrumpidos estudios hasta graduarse de abogado en 1846.
Mas, llevado, siempre por su afición e inclinación a la carrera de las armas ingresó al ejército el 5 de abril de 1847, incorporándose con el grado de capitán a la segunda compañía del batallón 12, donde fué ascendido al finalizar el mismo año al grado de sargento mayor, y en enero de 1848, al de comandante, habiendo sido destinado como tercer jefe del batallón “Carabineros”, cuerpo en el que llegó a ser teniente coronel ocupando el puesto de segundo y primer jefe, respectivamente.
Desde esta época Jofré comienza a tomar parte activa en revoluciones y motines de cuartel invocando el nombre de un caudillo cualquiera. En efecto, pronto le vemos alzarse en armas con el regimiento de su mando, que guarnecía el pueblo de Poopó, dando vivas al general José Miguel de Velasco; luego, al siguiente año, escribir a Belzu ofreciéndole su con curso para que poniéndose éste a la cabeza de algunos cuerpos se proclamase presidente de la república. Al fin, en octubre de 1848, se pronuncia abiertamente a favor de Belzu y derrota en Macha a las tropas del presidente Velasco mandadas por el coronel Rivadeneira, hecho de armas precursor de la batalla de Yamaparaez donde triunfa definitivamente el ejército revolucionado de Belzu sobre el de Velasco, Destinado en esta época a la plaza de Tarija como Comandante General, Jofré formó allí su hogar uniéndose con una distinguida señorita de aquella localidad y creando una numerosa familia; pero ascendido a la clase de coronel en 1850, volvió al cuartel general de La Paz como edecán del presidente Belzu, en cuyo período desempeñó, entre otros, los cargos de Vocal de la Corte Marcial de la República y Miembro del Consejo de Guerra que condenó a la pena capital al infeliz Benito López, sindicado en el atentado efectuado contra Belzu en la Alameda de Sucre.
También fué diputado por la capital del Beni.
II
Alejado del servicio de las armas durante la dictadura de Melgarejo, se alza contra el tirano en diciembre de 1870 al lado del general Rendón, para oponerse que aquél entrara a la ciudad de Potosí a sofocar la revolución encabezada por Rendón.
Rehabilitado al servicio activo por el presidente Frías, Jofré fué destinado como miembro de la Comisión encargada de formular un proyecto de reforma militar (Reglamento Orgánico), terminado el cual pasó a desempeñar, en enero de 1875, el cargo de Comandante Militar de Oruro, para luego hacerse cargo de la cartera de Guerra en marzo del mismo año, defendiendo denodadamente en compañía de los demás ministros del Gabinete el Palacio de Gobierno que fué furiosamente de atacado e incendiado por los partidarios de Quevedo y Corral. Allí recibió una herida en la pierna derecha, que lo inhabilitó para continuar prestando servicios activos en el ejército, sin que esto le impidiera a que en 1876 procediera con deslealtad al revelarse en Sucre contra el presidente Frías proclamando al general Hilarión Daza, quién después de su triunfo le otorgó el grado de general de brigada el 21 de agosto del mismo año, nombrándole su ministro de Guerra.
III
Estallado el conflicto con Chile en 1879, Jofré, en su calidad de Ministro y a pesar de su invalidez, acompañó hasta Tacna al general Daza y al ejército boliviano, volviendo en septiembre del mismo año á La Paz a reasumir sus funciones de Ministro, y cuando fué alterado el orden público por el pueblo orureño a raíz de la cobarde retirada del ejército ordenada por Daza en Camarones, Jofré se dirigió a dicha ciudad (Oruro) para mantener el orden y organizar nuevamente a todos los dispersos que llegaban de la costa dejando el teatro de la guerra.
En esto se supo que el ejército boliviano situado en Tacna, desconociendo la autoridad de Daza por sus desaciertos en la dirección de la guerra, había proclamado al general Campero Presidente de Bolivia y Supremo Director de la Campaña (diciembre de 1879). El general Jofré se apresuró a invocar también el nombre de Campero, desconociendo la autoridad de Daza y dejando de ser su ministro, (1°. de enero de 1880).
Después de la derrota del “Campo de la Alianza", Jofré prestó aún importantes servicios como Jefe del Estado Mayor General en la reorganización del ejército, para proseguir la guerra.
IV
Durante sus 38 años de servicios desempeñó diversos cargos. Fué Jefe Político y Militar del Sud; Prefecto de los departamentos del Litoral, Oruro y Tarija; Diputado Nacional; Comandante General de Ejército de Reserva e Inspector General del Ejército y de las Colonias del Gran Chaco.
En mérito a su importante actuación militar el Congreso de 1888 le otorgó el ascenso al elevado grado de general de división, el 10 de diciembre.
Pasada la revolución federal de 1899, Jofré se retiró a la vida privada del hogar, estableciéndose en la ciudad de Tarija, donde murió el 22 de marzo de 1923 a la avanzada edad de 98 años, 3 meses y 13 días.
Tal fué la vida de ese anciano y respetable general que supo practicar la caridad con los menesterosos cuya actuación en la guerra del Pacífico tiene puntos que todavía permanecen obscuros y que la historia se encargará de aclararlos algún día desbaratando o confirmando la maledicencia de los que trataron de echar sombras sobre su reputación militar y de patriota.
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Díaz A. Julio "Los Generales de Bolivia (Rasgos Biográficos)" La Paz, 1929.
Saludos
Jonatan Saona
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