8 de agosto de 2022

Manuel Beingolea

Manuel Beingolea
General de Brigada Manuel Beingolea y Oyague
(1894 a 1896)

En el curso del año 1820, año en que arribó a nuestras costas el General San Martín al mando del Ejército Expedicionario Libertador del Perú, nació en el hogar de ilustre estirpe española Beingolea -Oyague, un varón que continuaría la noble descendencia de la Condesa del Portillo y las valerosas tradiciones de su raza, al que pusieron por nombre Manuel y educaron con esmero, haciendo desde sus primeros años que siguiera estudios en el famosa Colegio de San Fernando.

Su infancia creció entre el tronar de los cañones y las gestas heroicas de Junín y de Ayacucho que sellaron la independencia de su Patria. Este ambiente marcial predispuso su adolescencia hacia la carrera de las armas, a la que ingresa en 1833, cuando apenas había cumplido los trece años de edad, dándose de alta en la armada como aspirante de marina y embarcándose para hacer la campaña del sur del Perú.

En ese mismo año la Convención Nacional reunida en Lima el 12 de Setiembre de 1833 nombró Presidente Provisorio de la República al General don Luis José de Orbegoso. Con este presidente comienza la limpia y brillante carrera militar de Manuel Beingolea y Oyague, en un periodo histórico en que el Perú se agita dentro de un ambiente de revueltas y disensiones que culminan en sangrientas revoluciones o en guerras internas e internacionales, movida época del caudillaje en la que “los hombres per sostener magnos ideales, grandes concepciones políticas o, a veces, falsos apostolados, transformaron el territorio del Perú y de los países limítrofes en campo de batalla permanente”, y que la pluma del historiador militar Dellepiane llama certeramente época de las Guerras de la Consolidación del Perú.

El 19 de Enero de 1833, bajo las órdenes de Salaverry, tomó los fuertes del Callao, que se habían sublevado con el sargento Becerra ; y, después de sofocada la revuelta, siempre con las fuerzas de Salaverry, entró a Lima el 25 de Febrero, y asistió a la proclamación de su caudillo como Jefe Supremo de la Nación. Por su valor y adhesión al heroico soldado de Junín y de Ayacucho en las campañas para consolidarse en el poder, Beingolea fue condecorado con la medalla de “Restauradores de la Patria” y declarado “Benemérito de la Patria en grado heroico y eminente", cuando apenas había cumplido los 15 años de edad. En el joven Cadete se hizo realidad la jubilosa frase de Salaverry: ¡La época es de los muchachos! En el ejército formado por Salaverry, de pequeño efectivo pero de sólida consistencia moral, se fue modelando el espíritu militar del oficial Beingolea y en él obtuvo los primeros grados de la carrera militar.

Con la clase de Capitán y bajo las órdenes del Mariscal Gamarra combatió en Ingavi, en la batalla que se libró el 18 de Noviembre de 1841, saliendo con tres heridas de bayoneta en el cuerpo que revelan el arrojo y heroísmo que demostró en la lucha contra las fuerzas bolivianas del General Ballivián, pues, de la compañía que mandaba solo quedaron vivos él y tres soldados.

El Coronel Bedoya en su Diccionario Militar cuenta que, en cierta ocasión, “ sofocó una revolución con treinta hombres, y esto le valió el nombramiento de Comandante General del Centro, cuando apenas era Mayor graduado y posteriormente en esta clase se le dió el mando del batallón “Punyán”, y mas adelante agrega completando los rasgos de la destacada personalidad de Beingolea: "Poseía alto grado de ilustración, había cursado ciencias naturales y medicina, que estudió hasta el 70 año, estaba graduado de licenciado en ciencias y bachiller en medicina. Viajó mucho, conoció Europa, vivió en la China, cuando recién los extranjeros eran admitidos. De porte caballeresco y de marcial talento todos le estimaron y su honradez llegó al punto de renunciar la prefectura de Lima, cuando, después de denunciar ciertos abusos, no pudo evitar las llamadas "buscas legales" en que incurrían los funcionarios de su dependencia amparados por influencias de autoridades de mayor jerarquía, a los que puse pronto en descubierto. También economizó muchos miles al Estado cuando en la época del salitre y el guano desempeñó la prefectura de Tarapacá y la gobernación de las islas de Chincha".

Efectivamente, no son exagerados los datos biográficos que señala Bedoya en su Diccionario. Beingolea supo demostrar su valor y heroísmo en el combate desde la iniciación de su carrera militar. Lo comprueban su arrojo de cadete en la campaña a los puertos intermedios bajo las órdenes del General Valle y del Coronel Carrillo y Quiroga ; la campaña del 35 a órdenes de Salaverry; su participación en la batalla de Guía sirviendo con el General Nieto en 1838; sofocando al año siguiente la revolución de los prisioneros que trasladaban a Huancavelica bajo el mando del Teniente Coronel Cobos y en la que fue muerto dicho jefe, peleando en la campaña de Cuevillas el año 41 a las órdenes del benemérito general don Antonio Gutiérrez de La Fuente, donde se le confían importantes comisiones; combatiendo al montonero Gutiérrez, al que tomó prisionero con todos sus subalternos y tropa; y su valiente concurso integrando las fuerzas del Gran Mariscal Gamarra que invadieron el territorio boliviano y que culminó con la sangrienta batalla de Ingavi, de la que nos ocupáramos anteriormente, en la que el ejército peruano fue derrotado, pereciendo en pleno combate su jefe, el Mariscal Gamarra.

Muerto el Presidente del Perú en Ingavi quedó al frente del Gobierno don Manuel Menéndez, presidiendo el Consejo de Estado, al que tocó celebrar la paz con Bolivia ; y, encendida la guerra civil, entrega el poder el 16 de Agosto de 1842 al Ministro de Guerra Juan Crisóstomo Torrico. En el Sur está al frente de la revolución el General Francisco de Vidal, Prefecto del Cuzco y Segundo Vicepresidente del Consejo de Estado ; lo secunda el General Gutiérrez de La Fuente que comanda el ejército del Sur.

Beingolea, que se encontraba formando parte del Ejército del Sur, secundó la revolución de Vidal y marchó con sus tropas hacia el Norte para enfrentarse a Torrico. Cerca de Pisco, en Agua Santa, sobre las pampas de Caucato, se produjo el encuentro de ambas fuerzas y se desarrolló el combate en que fueron derrotadas las del Norte por las que comandaban los Generales Gutiérrez de La Fuente y Nieto, el 17 de Octubre de 1842. Beingolea añadió una victoria más en su brillante carrera militar.

En 1854, cuando los castillistas en Arequipa, encabezados por Valdivia, dieron según la expresión del historiador Basadre “un verdadero golpe de Estado dentro de la revolución, proclamando a Castilla presidente provisional con el título de libertador”, el entonces Teniente Coronel Beingolea se unió al “Ejército Libertador” y bajo las órdenes de Castilla acudió a toda la campaña, sobresaliendo su actitud en Llata, donde al frente de su compañía tomó el Batallón No 9, en el tiroteo de Pachacayo, en todos los encuentros en la línea de Miraflores y, por último en la batalla de La Palma, el 5 de Enero de 1855, derrotando al ejército de Echenique, por cuya inteligente actuación y por el valor demostrado en el combate, mereció ser propuesto para el ascenso a la clase de Coronel efectivo. Su ascenso en el campo de batalla fue ratificado por el Congreso de 1856. En esta forma Beingolea fue uno de los destacados tenientes de Castilla y uno de los que coadyuvaron a la abolición del tributo de los indios у la abolición de la esclavitud de los negros en el Perú.

En la revolución de 1856-58 encabezada por el General Vivanco en Arequipa contra el gobierno de Castilla, fue el Coronel Beingolea uno de los más devotos defensores de la constitucionalidad que representaba dicho gobierno, acudiendo a la campaña que culminó con el sitio y toma de Arequipa el 6 de Marzo de 1858. “ Encarnizada y sangrienta es la toma de Santa Rosa, centro y casi retaguardia de Vivanco, atacada por la división " Huancané" desde el Palacio del Buen Retiro " -escribe Jorge Dulanto Pinillos en su libro sobre Castilla— “ Un arco situado en ese lugar impide el avance de las huestes de Castilla : el insigne soldado manda : ¡Hay que romper ese arco... hay que impedir el repliegue a Santa Marta... Que el Coronel Francisco Bolognesi impulse el ataque...! Casi al mismo tiempo cae muerto el Teniente Hurtado, y es gravemente herido el Comandante Pablo Solís. El arco es roto, y las tropas, a bayoneta, atacan las bóvedas apoderándose de un cañón de Vivanco y de 150 de sus hombres. Se distinguen en el asalto el Coronel Manuel Beingolea y el jefe del cuerpo José Romero. Allí mismo Castilla los asciende a General y Coronel”.

En la guerra con el Ecuador en 1859-60, el General Beingolea prestó su valiosa colaboración desde el primer momento en que el presidente Castilla comenzó a preparar una expedición para invadir el Ecuador, contribuyendo tanto a la organización de las guarniciones del Norte que constituyeron el primer escalón de marcha, como en la concentración del resto de las fuerzas del ejército que se efectuaba en Lima, completando su personal, ganado, armamento y material, hasta formar unidades brillantes, en magnífico pie, listas para una larga guerra.

El 29 de Setiembre de 1859 se embarcaron las unidades de las Fuerzas Expedicionarias con el Presidente Castilla como Comandante en Jefe del Ejército Peruano. El General Beingolea fue nombrado Comandante General de las Fuerzas de Tierra y con este carácter participó el 22 de Noviembre en el desembarco en Tornero y en Matanzo y en las operaciones para apoderarse de las alturas de Mapasingue en la primera quincena de Enero de 1860, maniobra que condujo al Tratado de Paz de Mapasingue, en que el generoso Mariscal Castilla “no quiso imponer condiciones, ni acallar para siempre las infundadas pretensiones del Ecuador”. “El largo convoy que conducía al ejército peruano llegó al Callao el 19 de febrero, después de su triunfal y onerosa excursión ". (Dellepiane).

En el glorioso combate del 2 de Mayo de 1866 contra la escuadra española, el General Beingolea estuvo en su puesto como soldado de honor, al lado de los heroicos defensores de las baterías del Callao, estimulando con su presencia la bravura de los combatientes hasta lograr la victoria. A las inmortales glorias obtenidas en su carrera militar sumaba ahora los laureles inmarcesibles del 2 de Mayo, recibiendo la medalla de honor con que “ la patria reconocida y el Congreso del Perú de 1868” premió a los que en las baterías y buques del Callao reivindicaron la honra nacional.

Años después, en la Guerra del Pacifico, 1879-83, tuvo una actuación destacada de la que su biógrafo el Coronel Bedoya dice: “En la época de la guerra con Chile presentó en colaboración del General Fermín del Castillo, un importante plan de defensa del territorio que el General La Puerta no tuvo tiempo de poner en práctica, por su salida del gobierno". Y más adelante agrega: “En la guerra de 1879 tomó parte como simple soldado, al lado del General Fermín del Castillo, que era la flor de nuestro ejército de entonces; ambos Generales habían sido despojados del mando de tropas por intrigas del gobierno del dictador Piérola. Cuando vino la dictadura, Beingolea se encontraba al frente de una fuerte división acantonada en Chorrillos y cuyo mando le había sido conferido por el gobierno del General La Puerta; posteriormente se le dió el comando de una división que marchó al sur con el objeto de auxiliar a la de Bolognesi, la cual de haber llegado a su destino oportunamente, otra habría sido la suerte del Perú en Arica. También se le despojo del mando de esta división por creérsele adicto al General La Puerta, como si al frente del enemigo, militar de tan honrosos antecedentes, hubiera sido capaz de derramar sangre hermana. A consecuencia de esto el General Beingolea solicitó un juicio militar para sincerar su conducta, sumario en el cual quedó perfectamente a salvo su honor de soldado y de caballero y comprobada la ingerencia del gobierno en las intrigas de que se valió para quitarle el mando de tropas. Desde entonces se retiró casi por completo a la vida privada, no obstante haberséle solicitado para diversos cargos públicos, entre ellos la cartera de Guerra; verdad es que siempre sus consejos eran escuchados y que nunca se negó a darlos”.

Tal la personalidad militar del General Beingolea ; en cuanto a otros aspectos de su vida como hombre público el mismo Bedoya nos dice: “Jamás se mezclo en política de una manera activa y la vez que el Mariscal Castilla lo señaló a la candidatura de la presidencia de la república, declinó ese honor antes de asumir las responsabilidades de una revolución que amagaba al gobierno por causa de la imposición”.

Fue Ministro de Estado, Presidente del Consejo de Estado, Plenipotenciario, Senador, Prefecto de los departamentos de Arequipa, Lima, Piura, Lambayeque, La Libertad, Tarapacá y Junín, sofocando en este último la revolución, que estalló en el Cerro de Pasco, de una compañía del Batallón “Puno"; fue también Gobernador de las Islas de Chincha, donde hizo una administración honrada y beneficiosa para el erario nacional. Su actuación en estos cargos le valió recompensas especiales como la cruz de brillantes y sable de honor, otorgados por el Congreso, en diversas ocasiones por acciones distinguidas.

Mereció las siguientes condecoraciones: medalla de Restauradores de Salaverry y Cruz de Uchumayo; medalla de "Restauradores a la Patria” otorgada por el Congreso de Huancayo; escudo de la ocupación del Callao en 1834 a órdenes de Orbegoso; medalla de La Palma, concedida por Decreto Suprema de 2 de Mayo de 1855; medalla de honor del glorioso combate del 2 de Mayo de 1866; medalla de Yanacocha; y los parches de Guías, Cobija y 2 de Mayo.

En 1894 fue elegido Presidente de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia y Vencedores el 2 de Mayo, cargo que desempeñó hasta 1896, en que entregó la presidencia al General Isaac Recavarren, festejándose solemnemente durante su mandato, el 28 de Julio de 1895, el centenario del natalicio del Gran Mariscal de Ayacucho D. Antonio José de Sucre.

Por esta época fue presidente también de la Unión Cívica. Y, en los últimos tiempos de su vida alcanzó el más alto puesto en la Masonería, con el título de Gran Comendador del Supremo Consejo del Rito Escocés del grado 33 del Perú.

El General Beingolea murió el 20 de Octubre de 1896, dejando en el respetable hogar que formara con la distinguida dama doña Carmen Recavarren, un nombre aureolado con los prestigiosos timbres de la honradez, la lealtad y el heroísmo que puso al servicio de los sagrados intereses de la Patria.

Sus restos se velaron en el local de la Sociedad Fundadores de la Independencia, en la calle de La Caridad, de donde fueron conducidos al Cementerio con los honores correspondientes a su alta clase militar.

Coronel F.A.P. Carlos A. de la Jara.


****************
"Reseña Histórica de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria. En el primer centenario de su fundación". Lima, 1957.

Saludos
Jonatan Saona

No hay comentarios.:

Publicar un comentario