EL TRAFALGAR DEL PACÍFICO.
Gran combate en Mejillones de Bolivia —Heroica conducta del "Huáscar".— Gloriosa muerte de Grau.- Fuga de la «Unión».
Las Novedades, de Nueva-York, publica una interesante carta de Lima, fechada el 13 del pasado Octubre, dando cuenta de este extraordinario suceso ocurrido el día 8 del pasado Octubre:
"El Huáscar y la Unión salieron de Iquique el 1° de Octubre para la costa chilena, con el propósito de interceptar y capturar algunos de los trasportes que se había anunciado estaban llevando tropas y elementos de guerra de Valparaíso á Antofogasta y Tocopilla. El viaje fué infructuoso, y no ofreció novedad alguna. Llegaron á Coquimbo en la noche del 4; pero aunque su presencia en el puerto era evidentemente notoria para los fuertes y la guarnición, en tierra no se hizo demostración alguna hostil. Capturaron las naves peruanas un bergantín, el Coquimbo, en el pequeño, puerto de Sarco, y perdida la esperanza de encontrarse con los trasportes, regresaron, con mayor razón, desde que llegó á su noticia el rumor de que una fuerte división del ejército chileno había desembarcado en la costa del Perú, rumor que, aunque infundado, seguramente aceleró su retorno.
A Antofagasta llegaron el 8 á media noche, pero no encontraron presa alguna. Recorriendo rápidamente la costa, el Huáscar, á las tres y media de la madrugada del 8 le hizo señales á su compañera de que el enemigo estaba á la vista, e inmediatamente puso rumbo al Norte á toda fuerza de máquina esperando eludir la vigilancia de los contrarios, y confiando en que el superior andar de la Unión distraería á la escuadra enemiga. En efecto, este último buque confiando en su velocidad, atraía la atención del enemigo, con la esperanza de que el monitor podría adelantar lo bastante antes de amanecer para escaparse. Los buques chilenos eran cuatro: un blindado y tres buques de madera. La maniobra prometía buen éxito por la densa niebla que cubría el Océano, pero los chilenos habían logrado ver la Unión y la persiguieron con calor. A las siete de la mañana del 8 los chilenos todavía estaban en persecución á 6,000 metros de la Unión y el Huáscar adelante, pero así que se despejó la niebla se descubrió enfrente el resto de la escuadra enemiga; la otra fragata acorazada y tres corbetas ó trasportes. La situación era sumamente crítica. Por detrás la escuadra primeramente avisada; á un lado una costa desierta y peligrosa; y al frente la otra división enemiga. acercándose á toda fuerza de máquina. Contra tales desventajas era inútil la resistencia mientras hubiera una probabilidad de escapar, y las dos naves peruanas continuaron su rumbo al Norte, ciñéndose á la costa, y creyendo que su mayor andar les daría la ventaja. Pero en vano: el Huáscar á las nueve y media de la mañana estaba al frente del morro de Mejillones, el segundo acorazado chileno á tiro de cañón, mientras que el primero se acercaba rápidamente. Corrió el monitor hacia la costa, y en la misma bahía de Mejillones de Bolivia aguardó el adversario más inmediato, le descargó los dos cañones de su torre, y en seguida trató de embestirlo con el espolón, lo que no logró, porque el chileno, gracias á sus hélices gemelas, pudo ponerse de quilla instantáneamente. Los fuegos fueron devueltos en el acto y las ametralladoras en las cofas del Huáscar y de sus enemigos dejaron oír su horrísono estruendo. La Unión persuadida de que no podría prestar servicio alguno, porque su pérdida era segura bajo los fuegos de los grandes cañones de los blindados, é incapaz para habérselas con siete naves de madera de igual clase que ella, puso rumbo al Norte, y de cuando en cuando se paraba para ver si las tres corbetas chilenas que la seguían trababan combate, lo que no quisieron hacer.
Así, pues, la Unión se escapó y después de haber llegado a Arica, vino al Callao, donde llegó ayer 12.
Mientras tanto el Huáscar se batía heroicamente. Maniobrando con suma habilidad, se colocó entre los dos blindados, neutralizando así en parte sus fuegos, porque podrían dañarse mutuamente. Pero los chilenos, dirigidos también con maestría; aprovechaban todas las oportunidades para disparar sobre la popa del ariete, que es su punto vulnerable, y éste, teniendo que hacer frente á sus poderosos antagonistas, se encontraba con frecuencia en desventajosa posición. Por tres veces trató de usar el espolón, pero sin fruto. Antes de que la Unión perdiera de vista al Huáscar, 58 minutos después de haber comenzado el combate, hizo 25 disparos con los dos cañones de su torre; el Blanco Encalada, que entró en combate en segundo lugar, 6, y el Cochrane 30 con sus cañones de á 300.
Esto es cuanto sabemos positivamente en cuanto al combate, salvo dos telegramas recibidos del general Prado desde Arica. Dice el primero que la O'Higgins y el Loa se hallaban en Iquique el 11 y allí comunicaron, á un buque de guerra extranjero probablemente, que sus fragatas acorazadas habían quedado muy averiadas y tenido muchas bajas; que el Huáscar peleó con bravura, lo que no era de dudarse, pero que después de dos horas de combate, fué inutilizado y capturado. Dícese que Grau pereció muy temprano en la acción; que su segundo el capitán Aguirre quedó grave, si no mortalmente herido, y que solo sobrevivieron cuatro oficiales: Távara, Ugarteche, Canseco y Palacios, quienes probablemente han caído prisioneros, y es posible que al pobre esqueleto del Huáscar lo hayan llevado á Antofagasta los chilenos para festejar su triste triunfo.
Es indudable que es un golpe contundente para el Perú la pérdida de su principal elemento en el Océano, y por otra parte una ventaja de no poca significación para Chile la desaparición de tan formidable obstáculo. Para apreciar debidamente la heroica conducta del Huáscar, basta considerar la inconmensurable superioridad de las naves enemigas.
El Huáscar tenía 210 tripulantes entre oficiales, marineros, marinos e ingenieros. Su blindaje en el medio es de 4 1/2 pulgadas y se adelgaza hacia los extremos hasta 2 1/2. Su tonelaje es de 1,250; tenía dos cañones de Armstrong de á 300 libras en la torre y dos de á 40 sobre cubierta que probablemente no se usaron por la mayor altura de los buques chilenos y la sumamente corta distancia á que se libró el combate: algunas veces á 300 metros y otras á tiro de honda. Los acorazados chilenos tienen nueve pulgadas de blindaje, 2,032 toneladas de porte y cada uno seis cañones de 400 en batería. Era, pues, inmensa la disparidad de las fuerzas contrarias. Sin embargo, el contra-almirante Grau entró valientemente en combate, y todavía no tenemos noticia de que el pabellón peruano haya sido arriado por la bizarra tripulación del Huáscar. Es probable que después de destruido y abordado, el enemigo no haya encontrado una sóla alma á bordo en capacidad para defender el famosoo ariete.
Esta acción se ha denominado ya con justicia el Trafalgar del Pacífico.
Aunque por de contado fue muy grande la impresión, producida en Lima por la noticia de tan sensible desastre, el pueblo no se ha descorazonado, sino al contrario, ha cobrado nuevos bríos. El Congreso ha concedido al poder ejecutivo amplísimas facultades para reparar la pérdida del Huáscar. Antes de que esta correspondencia se publique en las columnas de la Estrella, se habrán dado pasos, para reemplazar á la arruinada nave. Ya se han abierto suscriciones en Lima para la compra de un blindado que se llamará el Almirante Grau. Los hombres dan y han dado su dinero, sus casas, sus haciendas, sus relojes y hasta sus botonaduras; las mujeres sus diamantes y vajillas. Ayer apenas se abrió la suscrición, y ya una señora ha dado sus pedrerías y diamantes, valorados en 2,000 libras esterlinas, y otras no han sido menos dadivosas. El arzobispo de Lima,encabeza la suscrición con 2,000 soles, ya se han recogido cerca de 200,000, y siguen haciéndose suscriciones con ardor.»
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Texto publicado en el diario español "La Época", miércoles 26 de noviembre de 1879.
Saludos
Jonatan Saona
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