REGIMIENTO ARTILLERÍA DE MARINA.
Tacna, Mayo 27 de 1880
Tengo el honor de dar cuenta a V. S. de la parte que cupo al regimiento de mi mando en el combate habido el día de ayer con el grueso de las fuerzas del enemigo.
Excuso entrar en pormenores con respecto a la pesada marcha que hicimos en unión de los demás cuerpos de la tercera división, pues todos ellos obran en su conocimiento por haberse verificado bajo las inmediatas órdenes y la inteligente dirección de V. S.
En consecuencia, limito mi parte desde el momento en que V. S. se sirvió ordenarme por medio de uno de sus ayudantes que avanzara a paso ligero en protección de algunas fuerzas nuestras que, inferiores en
número al enemigo, sostenían un combate muy desventajoso por su parte. En cumplimiento de esta orden, mandé adelantar en el acto a las dos compañías guerrilleras del regimiento, siguiéndolas con el resto de mis fuerzas desplegadas en batalla a una distancia de 70 metros.
Aunque pocos momentos después principiamos a recibir el fuego del enemigo, que se hacía, más nutrido a medida que avanzábamos, en nuestra marcha, no creí conveniente contestarlo desde luego, a pesar de haber experimentado algunas bajas, por temor de dañar a una pequeña fuerza de la primera división que se había interpuesto entre el regimiento y nuestros contrarios. Continué, pues, mi marcha bajo los fuegos de éstos hasta colocarme a 600 metros de ellos, distancia a que ordené romper el nuestros, habiendo antes dispuesto que las compañías ligeras se corrieran al ala derecha del regimiento.
Aumentando la velocidad de nuestro paso a medida que nos acercábamos al enemigo, llegamos hasta sus trincheras, donde encontré abandonadas por el enemigo dos piezas de artillería de campaña. Continuando en su persecución llegué hasta el punto en que una parte del batallón Chillán, algunos oficiales y soldados del regimiento Esmeralda y de otros cuerpos de la primera división, se encontraban rodeados y abrumados por la inmensa superioridad numérica del enemigo, que los tenía encerrados en un círculo de fuego. El auxilio que presté a esas fuerzas fue tan oportuno como eficaz; pues, como ya lo había hecho antes, el enemigo se puso en fuga después de una sostenida resistencia hecha principalmente por el batallón boliviano Colorados, cuyo 2º jefe cayó en nuestro poder herido de dos balazos en una pierna.
Tuve la, satisfacción, y me complazco en recordar al ponerlo en conocimiento de V. S. de encontrar allí a los dos jefes del batallón Chillán, señores Vargas Pinochet y García Videla, capitán señor José María Pinto, del regimiento Esmeralda y varios otros señores oficiales de los cuerpos nombrados, cuyas vidas peligraban en esos momentos a pesar de la enérgica resistencia con que se defendían rodeados de un corto número de soldados, cuyo número disminuía por momentos. Teniendo solo el tiempo necesario para reunir estas pequeñas fuerzas a la del regimiento, continué avanzando sobre el enemigo, cuya resistencia se debilitaba por momentos, y tuve la felicidad de quitarle dos ametralladoras y dos cañones Krupp que arrastraban en su fuga
En esta circunstancia recibí por medio del ayudante de Estado Mayor General señor Villagrán, orden del señor General en Jefe para ponerme a las órdenes del señor coronel Amengual, cuyas disposiciones creí conveniente esperar en la parte del fondo del valle denominado Pare, en la quinta de un señor Ferrero, donde pudo la tropa apagar la abrasadora sed que sentía desde las primeras horas de la mañana. Ahí se me reunió el teniente coronel señor Holley con su regimiento, y permanecí en ese punto hasta que una nueva orden me hizo emprender la marcha hacia esta ciudad, donde tranquilamente entré en momentos de ponerse el sol. Las pérdidas experimentadas en el regimiento, aunque no de consideración, son de lamentar, y todas ellas constan del estado que tengo el honor de remitirle a V. S. adjunto a la presente.
En momentos de bajar al valle, uno de los soldados del regimiento me entregó un estandarte que encontró abandonado que, según el lema que tenía en el anverso, pertenecía al regimiento Húsares de Junín, el cual tengo el honor de poner a disposición de V. S., lo mismo que un teniente de artillería y 6 soldados del enemigo que cayeron prisioneros en nuestro poder.
Antes de terminar el presente parte, tengo el gusto de dar cuenta a V. S. que los señores jefes, oficiales y tropa han llenado cumplidamente su deber, pues todos han estado en sus puestos aun en los momentos más difíciles del combate.
Tengo el honor de felicitar a V. S. y por su digno órgano al señor General en Jefe por la importante victoria alcanzada por nuestras armas.
Dios guarde a V. S.
J. R. VIDAURRE
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SaludosJonatan Saona
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