(Párrafos tomados del libro "Bolivianas Ilustres" de José Macedonio Urquidi)
"Cuando la guerra nacional con Chile, el General Campero, retirado como se hallaba a la vida privada, recibió en Tupiza, la triste nueva de la agresión a Bolivia. Ofreció sus servicios al gobierno ilegal de la Nación, y organizó la 5° división en el sud. Proclamado en campaña sucesor del Presidente Hilarión Daza destituido en Tacna por el Ejército con el bizarro coronel Camacho a la cabeza. Campero se invistió de la Suprema Magistratura (19 de enero de 1880). Seguidamente, salvando contratiempos, transmontó los Andes, y designado Director Supremo, mandó el Ejército Aliado en la batalla decisiva del Campo o Alto de la Alianza (Mayo 26), que a pesar del admirable heroísmo de los Colorados y otras legiones aguerridas, y la bravura de tantos jefes, perdió la Patria.
La señora de Campero, mientras su esposo tomaba el puesto de honor en defensa de la integridad nacional, dio a luz brotes de su ingenio de ardiente patriotismo, desde su apartado retiro de San Salvador. Vibrantes de energía son sus cívicas inspiraciones "Bolivia", "Grau", "Plegaria" (con motivo de la guerra)...
Residió en La Paz, asiento del gobierno, desenvolviendo sus elevadas cualidades de dama de gran mundo, poniendo en claro su carácter conciliador y tolerante y su trato amable, llano y bondadoso, que en trances difíciles sirvieron de mucho para la actuación y prestigio mismo de su ilustre esposo; en aquel angustioso período, en que, frente a las imposiciones del vencedor, las disensiones intestinas, lo exhausto del Erario, el amparo de los heridos y prisioneros, se precisaban abnegados esfuerzos para el resurgimiento de Bolivia (ya agobiada por la hambruna y la peste); contribuyendo ella, discreta y activa, en la esfera propia de su sexo y posición, al éxito de los patrióticos designios de aquél.
Así a la iniciativa e insinuaciones de la esposa del Presidente Campero, se organizaron en La Paz veladas y conciertos musicales de tanto éxito, "que aun se pudo socorren a algunos infelices de las tropas enemigas". Se la veía en los hospitales asistiendo a los heridos, presenciando las amputaciones, serena; confortábales, y su voz era un bálsamo... Su benéfica influencia la hizo popular y generalmente apreciada. Nunca, (se afirma), dejó sin contestación satisfactoria, las solicitudes que se la dirigían de los diversos centros de la República; por eso en La Paz, Oruro y Cochabamba, donde residió breve tiempo, se la hizo grandes agasajos, tanto como en Sucre y Tarija.
Vale también consignar que la ilustre dama, que corría con la numerosa correspondencia privada del General, demostró su índole festiva en arranques jocosos en situaciones graves, y criticando en artículos de chispeante humorismo los ataques de la prensa opositora, y contestó con donosos chistes a los sarcasmos y pesadas bromas de los burlones escritores del Mapocho...
El general Campero, uno de los presidentes más patriotas, más abnegados y más honrados que ha tenido la República de Bolivia, comparable con Sucre mismo, hizo la trasmisión legal del mando supremo en 1884, en la capital. A esta ciudad, tras penoso viaje, uno de tantos que hizo, ya se restituyó la señora Lindaura de Campero con sus hijos; retirándose con su esposo a la vida privada, sin reclamar los créditos de consideración de que le era responsable la República. Y otra vez en su hacienda de San Salvador (1885), entregábase a la ardua labor de mejorarla; pues en el abandono hallábase arruinada, cuando a instancias de la oposición al gobierno Pacheco, el general Campero, de tan ejemplar civismo, viose en el caso de aceptar el cargo de Senador Nacional; y aquejado de dolencias, con apuros pecuniarios y, además, sustentando un ruidoso litigio en que la justicia apoyaba las miras de la parte contraria (que era D. Gregorio Pacheco), dejó de existir tras largo sufrimiento, en el silencio de su hogar, el 11 de agosto de 1896. La señora Lindaura, durante aquellos años, no sólo atendía solícita y con admirable firmeza al cuidado de su entonces desolado hogar, sino que prosiguió en el cultivo de las letras...."
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Texto e imagen, tomados del libro Bolivianas Ilustres de José Macedonio Urquidi, La Paz, 1919
Saludos
Jonatan Saona
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