Esa mañana del 21 de Mayo, la Ñaña andaba de buen genio, los aires marciales del maestro Duran y los muchachos de la Banda Municipal, le habían traído nostálgicos recuerdos, mas comunicativa que de costumbre, (si así pudiera decirse), y en sus ansias de desahogarse, nos llamó para contarnos una “historia cierta”.
Mirando hacia la nada, con los ojos entornados se dispuso a contar su historia cierta:
-Hace harto tiempo, ese día había mucha actividad en la casa, se reunió tanta gente para almorzar, que la mesa grande para doce, se hizo chica y hubo que poner una mesa del ‘pellejo’, y no era para menos, había llegado en la noche Julito, convertido en todo un hombre.
Venía a despedirse, ya lo había hecho con la parentela de Chillán y Talca.
Después pasaría por Rengo, Santiago y Valparaíso, donde abordaría el barco que lo llevaría al norte...a la guerra.
- El joven decía que se andaba despidiendo por si no lo volvían a ver, lo que hacía relucir de orgullo a los ojos de los hombres, y de enjugar lágrimas los de las mujeres que lo miraban con profundo afecto.
El lo decía festivamente ‘como quién tira piedras al río’, sin darse cuenta de lo que sus palabras podían afectar a quienes las escuchaban, pendientes de sus actitudes.
Había escogido el arma de caballería, y como buen Taguataguino, estaba dispuesto a conquistar laureles, decía muy suelto de cuerpo que el iba a la guerra en representación de la familia, pues los demás, o eran muy mayores o demasiado jóvenes, y los mas; atender a las necesidades de la familia y trabajar en tareas de producción, tan necesarias como luchar en el frente de batalla.
Además si la guerra se prolongaba, era muy probable que otros de la familia les correspondiera hacer lo que ahora el consideraba su deber.
- Grandes aplausos cosechaba con sus desplantes oratorios.
- Tenía que apurarse, los abrazos y besos por recibir eran muchos, el coche estaba enganchado esperando frente a la puerta de calle, los caballos de recambio salieron de amanecida y estarían esperando en algún lugar del camino para llevarlo a la estación del ferrocarril de Rengo, donde otros parientes deseaban despedirlo.
- Julio Zacarías Meza con su carga de buenos deseos se fue a la guerra, ESA TERRIBLE GUERRA QUE POR ALLÁ EN EL NORTE ESTABA DESANGRANDO A TRES NACIONES, PUES CADA UNA DE ELLAS ESTABA ENTREGANDO AL HOLOCAUSTO LO MEJOR DE SUS HIJOS.
- A pesar de las muchas cartas que se enviaron, solo algunas recibieron contestación o noticias del ausente, era por eso que la familia seguía con zozobra las noticias de la guerra, algunas buenas, las mas terriblemente desalentadoras, pero todas llenaban de fervor patriótico los corazones, y eran muchos los jóvenes que insistían en enrolarse en los cuarteles, sobretodo al informarse de los impresionantes actos de heroísmo que relataban los escuetos partes militares, y que la prensa describía con patrióticos detalles.
De cuando en cuando se recibían noticias de Julio Zacarías, sus ascensos como oficial de caballería, galones ganados con actos de arrojo en batallas o escaramuzas.
- Ya era capitán cuando lo encontró la última batalla de la guerra del Pacífico, la gran batalla de Huamachuco, sin inmutarse recibió la orden de ataque que esperaba con ansias y que el general Gorostiaga demoró hasta que lo consideró oportuno y el momento preciso.
Rápidamente arengó a su gente y se lanzó al frente de sus jinetes en un ataque suicida que precisamente por eso desmoralizó a las fuerzas enemigas y las hizo huir en desenfrenada fuga, el trabajo de los grandes sables de caballería fue atroz, muchos de nuestros jinetes murieron en la refriega, pero la diferencia de pérdidas fue muy grande.
Esto hizo perder toda esperanza a las fuerzas enemigas que se retiraron en tan completa derrota que obligó al general Cáceres a salvar su vida a uña de caballo.
- El acto de arrojo del Capitán Julio Zacarías Meza, le valió mención en los partes de guerra, pues su ataque y el de los demás capitanes de caballería dió un vuelco al resultado de la batalla, casi perdida por la inmensa superioridad numérica del enemigo.
- Su nombre figuró en la historia, pero no fue héroe, porque afortunadamente no murió.
Fue solo un soldado chileno que luchó bravamente en cumplimiento de su deber, y volvió a los suyos, solo con honrosas cicatrices de Guerra.
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Agradecimiento a Rafael Castro Meza (descendiente del héroe), el relato de “Julito va a la Guerra” es de su abuelo Rafael Meza Ramírez
Saludos a todos
Jonatan Saona
Es muy curioso este relato, porque Julio Z. Meza era oficial de infantería. De acuerdo al parte de Gorostiaga, y también al de Cruz (comandante del "Talca"), Meza se batió en Huamachuco con el grado de capitán-ayudante al mando de la 2a compañía del batallón Talca.
ResponderBorrar¿ Como pudo haber participado en la carga de la caballería que encabezó Parra?
Raúl Olmedo D.