Lima ha estado de duelo hoi. Ha concurrido con el alma apesadumbrada a acompañar a la iglesia en sus últimas preces por el gran espíritu que dio a la patria la gloria inolvidable del 8 de Octubre.
A las once de la mañana principiaron a llegar a la plaza principal los cuerpos del ejército de reserva designados para la formación, éstos eran:
Dos baterías de artillería.
Los batallones Callao número 4, provisionales de línea números 1, 2, 4 i 12.
Dos escuadrones del rejimiento lanceros de Torata número 2.
La línea era mandada por el jeneral don Francisco Diez Canseco.
Poco antes de las doce del día salió de palacio la concurrencia oficial, presidida por el señor Ministro de la Guerra, jeneral don Manuel G. de Lacotera, i los edecanes de S. E. el Presidente de la República.
Asistieron también los miembros del Cuerpo Diplomático i consular estranjero residentes en la capital.
Oficialidades de los buques americanos Alaska i Onward.
El comandante jeneral de marina con las oficialidades de todos los buques de la armada nacional, i comisiones de los cuerpos de ejército acantonados en el Callao.
El prefecto del departamento.
Comisión especial nombrada por el Congreso.
Miembros del poder judicial.
Oficialidades de los cuerpos que no formaron en la línea.
Alumnos de la Universidad mayor de San Marcos i otros establecimientos de educación.
Comisiones de las bombas, compañía Salvadores i de distintas sociedades particulares.
Empleados públicos, de la municipalidad, de la beneficencia i muchas otras personas de lo mas distinguido de nuestra sociedad.
Las comunidades de todos los conventos i los alumnos del seminario de Santo Toribio. Servía de escolta a la comitiva oficial la columna Guardia de Honor con una hermosa banda de música, tocando marcha fúnebre.
El batallón provincial de línea número 2 i el número 4, formaron en calle desde la puerta de palacio hasta la de la Catedral, i éstos, así como los demás cuerpos, llevaban las armas a la funerala.
Las tres puertas del templo se hallaban cubiertas por hermosas cortinas de terciopelo negro salpicadas de lágrimas de plata.
El interior del templo se hallaba también cubierto por cortinajes negros con franjas de plata, i al centro de la nave principal, delante del altar mayor, se levantaba el hermoso i elegante cuanto sencillo catafalco.
Pontificó la misa el ilustrísimo arzobispo, teniendo por auxiliares a los reverendos obispos Huerta i Bandini.
A las doce próximamente comenzó la fúnebre ceremonia que terminó a las cuatro de la tarde.
Las naves del templo estuvieron invadidas por numerosísima concurrencia de señoras i caballeros.
El catafalco era un elegante monumento de forma octogonal en su parte esterior, i sobre la base de una cruz griega en el centro.
Su altura total podía ser como de 18 metros i se hallaba coronado por un obelisco cuya cúspide tocaba casi con la cúpula del altar mayor.
Todas las superficies planas del catafalco aparecían vestidas de negro, realzado por guirnaldas, coronas i luengas ramas de laurel plateadas o doradas i por lánguidos festones de siempre-vivas i otras flores mortuorias.
Asimismo se había abrillantado con plata u oro las partes salientes o de relieve del monumento, como las bases i capitales de las columnas i los arquitrabes, cornisas, i entalladuras accesorias del orden corintio, a que estaba rigurosamente ajustado aquel gracioso i fugaz edificio.
Veamos ahora los emblemas i objetos conmemorativos que servían de espresion a la arquitectura.
En la cara principal del basamento que surjia sobre un zócalo de mas de un metro de alto i que por supuesto miraba al coro, figuraba un largo cuadro pintado al pastel que representaba el combate final del Huáscar.
Los cuadros de las otras tres caras recordaban los memorables hechos de armas del 21 de Mayo i del 28 de Agosto i la figura del bizarro teniente Palacios, allí retratado.
Sobre los ángulos salientes que servían de cornisa al basamento, se levantaban cuatro esbeltas columnas de capitel corintio i base ática, i con el enlutado fuste circundado de arriba abajo por ramas de laurel plateado i dorado.
Detrás de las columnas, en esqueleto i a manera de templete, surjia el cuerpo principal de la armazón ostentando en su cara delantera el retrato de Grau.
Encima de los ángulos superiores del marco se veían dos grandes cabezas de clavos dorados o romanos, de las cuales pendía una rama continua de laurel plateado que caía graciosamente por ambos lados.
Al pié del retrato se leía este dístico, que completaba el sobremarco alegórico:
Quiso dar a su patria una victoria,
I Dios, por darle mas, le dio una gloria.
Las otras caras del cuerpo principal del catafalco contenían los retratos de Aguirre, Ferré i Rodríguez.
En los ángulos ochavados se había sobrepuesto unos largos caduceos de madera con todos los simbólicos atributos de la cadena trancada, las alas del Tiempo, la serpiente de la eternidad i la antorcha de la vida.
El último cuerpo representaba el obelisco de que ya hemos hablado, sostenido por un alto plinto de ángulos ochavados i coronado en su vértice por un globo dorado.
De la base del plinto se desprendían cuatro ángulos salientes que sustentaban otros tantos flameros.
En la cara principal del plinto lucía un rico escudo nacional entallado de madera i pintado de vivísimos colores.
En las otras se leían letreros conmemorativos.
En la cara fronteriza del obelisco realzaba una corona de oro apoyada en dos banderas cruzadas por debajo i que simbolizaban la alianza.
Tanto a lo largo de los ángulos del obelisco como del plinto, caían ramas alegóricas, ya metálicas, ya de florecillas artificiales.
Por último, delante del catafalco, sobre un enlutado entarimado de apenas medio pié de alto, se había colocado un precioso símbolo, una urna funeraria; i para que su base tuviera también alguna significación, se le dio una forma redonda, de la que se desprendían, avanzando su boca dos cañones.
Era la torre del monitor con sus dos memorables de a 300.
Encima de todo descansaba una rica corona compuesta de dos ramas de laureles, una de plata i otra de oro, i con gajos de menudas perlas que correspondían a las hayas de ese noble árbol.
El fondo negro de ambas piezas estaba realzado con flores, cenefas i estrellas de plata, i el fuste de la columna circundado por este dístico.
¡Huáscar, de nuestros héroes cuna i tumba,
El eco aun de tu cañón retumba!
El resto de la Metropolitana, altar mayor, naves i púlpitos, todo aparecía igualmente cubierto de negros paños recamados de plata.
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Ahumada Moreno, Pascual. "Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia". Tomo I, Valparaíso, 1884, p. 529.
Saludos
Jonatan Saona
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