COMANDANCIA DE LA 2ª BRIGADA DE LA 3ª DIVISIÓN.
Lima, enero 20 de 1881.
Señor Coronel jefe de la 3ª División:
Grato me es tener el honor de participar a US. la parte que cupo desempeñar a la brigada de mi mando en el glorioso hecho de armas que ha tenido nuestro Ejército contra el del Perú el 13 del presente en los campos de San Juan y Chorrillos: de esta función adjunto a US. las relaciones o partes de los jefes de cuerpos y comandante de las compañías guerrilleras.
El 12, a las 6 ½ P. M., emprendió la marcha la brigada, saliendo de Lurín en busca del enemigo fortificado en Chorrillos y sus inmediaciones, compuesta de 3.064 hombres y distribuidos en el orden siguiente: Regimiento de línea Santiago, 1.005 hombres; batallón Bulnes, 474; Valdivia, 499; Caupolicán, 428, y regimiento Concepción, 658; sirviéndome de ayudantes de campo el capitán don Manuel Emilio Aris y tenientes don Manuel Castañon y don Rodolfo Serrano.
De esta fuerza, y por orden de US., se desmembraron las guerrilleras de los expresados cuerpos, para ponerlas a la disposición del sargento mayor graduado don José Domingo Castillo, que las instruía en masa desde el 27 de diciembre próximo pasado.
De esta fuerza, y por orden de US., se desmembraron las guerrilleras de los expresados cuerpos, para ponerlas a la disposición del sargento mayor graduado don José Domingo Castillo, que las instruía en masa desde el 27 de diciembre próximo pasado.
Una vez al mando de ellas, marchó a la vanguardia de la división, sirviendo de descubierta y debiendo obrar a las inmediatas órdenes de US.
En este orden marchó la brigada a continuación de la 1° desde el lugar citado, con cortos descansos, hasta las 12 M., en que se dio un descanso; siguiendo a las 3 la marcha de la misma manera y por el camino del centro hasta las 4 ½ en que el enemigo rompió sus fuegos por nuestra izquierda, lo que me hizo creer, según nuestro plan de ataque, que había sido sorprendido el batallón Co quimbo y Melipilla que, a las órdenes del teniente coronel don José María Soto, debían atacar al asalto por ese lugar: media hora después el fuego se hacía sentir casi general. La brigada, siguiendo siempre a la 1a, continuaba avanzando en busca del enemigo y en observación a las órdenes de US. A las 9 ¾ A. M. descansábamos a inmediaciones del valle de Chorrillos, en formación de columnas por compañías; y notando que muy cerca pasaba una acequia de agua, signifiqué a los jefes de cuerpos que podían mandar hacer aguada en grupo de a cuatro soldados y un cabo. A los primeros que se desprendieron de la formación les cupo la desgracia de pasar sobre algunas minas automáticas, de que había sembrado ese campo el enemigo, inutilizando dos soldados del regimiento Santiago con fractura de pierna. Con tal incidente moví la columna al cerro y la coloqué en descanso.
En este estado, y encontrándose US. ahí mismo, fue cuando llegó el ayudante Walker, de la 1° división, diciendo a nombre del jefe de ella, coronel don Patricio Lynch, que su fuerza estaba débil y diezmada; que el enemigo le hacía retroceder y que US. le protegiese. En vista de esta situación, me ordenó US. me dirigiese con toda mi brigada a ese punto que distaba ¾ de legua, poca más o menos, movimiento que verifiqué a paso ligero. Habría recorrido cinco o seis cuadras y la misma orden me fue repetida por el ayudante del señor coronel Lynch don Juan Nepomuceno Rajas, por lo que me vi obligado a tocar paso de ataque y ordené acelerar la marcha en lo posible. Inmediata mente que estuve a cuatro cuadras del punto atacado, dispuse que el regimiento Santiago, a las órdenes de su comandante, teniente coronel don Demófilo Fuenzalida, batiese por retaguardia al enemigo, pasando por una abra o camino que dejaban dos cerros en sus juntas. A los comandantes de los batallones Bulnes y Valdivia, que siguiesen el mismo trayecto que el Santiago y obrasen ba jo las órdenes de su jefe; y finalmente, a los jefes del Caupolicán y Concepción, que atacasen al enemigo por flanco izquierdo, en atención a que la 1° división, que atacaba de frente, era resistida todavía.
Distribuida de esta manera mi tropa, me dirigí en busca de la 1° porción, pues era ahí donde se notaba un fuego más sostenido, pero que pronto cesó, indudablemente con la presencia y ligero tiroteo de la fuerza de la brigada.
Me encaminé al morro y en el fuerte que se eleva sobre el mar encontré parte del batallón Caupolicán y regimiento Santiago, dándome cuenta el comandante de este último, de los ataques que se relacionan en su parte adjunto, y me presentó 632 prisioneros: de ellos 29 jefes y oficiales, 13 italianos y 590 soldados peruanos, y a más un estandarte bordado sin nombre de cuerpo.
Había en ese fuerte dos piezas de grueso calibre, dos Krupp de campaña y considerable número de pertrechos de guerra. Momentos después se presentó ahí el señor General en Jefe y Ministro de la Guerra en campaña, quien, después de darle cuenta verbal, me ordenó bajar a ocupar con mi brigada un campamento en Chorrillos.
En esta gloriosa jornada en que nuestros bravos soldados han despreciado trincheras, fosos y toda clase de fortificaciones, y en que solo se han ocupado nueve horas para desalojar al enemigo de sus formidables e inexpugnables posiciones, ha tenido la brigada 161 bajas; correspondiendo al regimiento Santiago el subteniente don Arnaldo Calderón, muerto; don Desiderio Huerta S., herido; y don Belisario López, contuso; 47 individuos de tropa muertos y 56 heridos; al Bulnes, siete muertos y nueve heridos; al Valdivia, cuatro muertos y veintiún heridos; al Caupolicán, un muerto y cuatro heridos; y al Concepción, cuatro muertos y cuatro heridos.
En conclusión, me hago un deber de manifestar a US. la honorable conducta observada en esta jornada por los señores jefes, oficiales e individuos de tropa que componen la brigada, muy especialmente la del comandante don Demófilo Fuenzalida que, con la intrepidez que le es característica, atacó personalmente en su último atrincheramiento o sea en él morro, a las fuerzas enemigas. De la misma manera, la observada por mis ayudantes, capitán don Manuel Emilio Aris y tenientes don Manuel Castañón y don Rodolfo Serrano, que supieron impartir mis órdenes con toda precisión y serenidad admirables.
Felicito a US., y por su órgano al señor General en Jefe, por este glorioso triunfo que ha puesto a tanta altura las armas de nuestra República.
Dios guarde a US.
Francisco Barceló
Al Señor Coronel Jefe de la 3ª División
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Saludos
Jonatan Saona
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Saludos
Jonatan Saona
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