por Ernesto Linares M.
Uno de los combates más interesantes de la Guerra con Chile y muy poco recordado es el que se libró el 28 de agosto de 1879 en Antofagasta entre el Huáscar y los buques y defensas costeras chilenas. Anteriormente el Huáscar ya se había enfrentado a las defensas de Antofagasta el 26 de mayo de 1879, pero este combate tuvo más trascendencia por la cantidad de tiros y aciertos realizados por ambos bando.
La comisión del Huáscar
El Huáscar partió de Arica, junto con el transporte artillado Oroya, el 22 de agosto de 1879 en una expedición con la finalidad de torpedear al blindado chileno Blanco Encalada, del cual se sabía estaba en mantenimiento en Antofagasta.
Las instrucciones del Presidente Mariano Ignacio Prado al capitán de navío Miguel Grau, era que se alcanzara al vapor Ilo de la Pacific Steam Navigation Company (PSNC) más allá de Antofagasta, de donde desembarcaría el alférez de fragata Ricardo Herrera, el cual informaría de las posiciones de los buques chilenos en Antofagasta; con esa información, el Huáscar se internaría de noche a Antofagasta y lanzaría los torpedos a los buques chilenos; que si un blindado resultara hundido, el Oroya llevaría la noticia a Iquique, para que de Arica zarpara el monitor Manco Cápac, para que el Oroya lo remolcara de Iquique a Antofagasta y ahí, junto con el Huáscar, intimarían la rendición de la plaza o destruirían las máquinas de agua. Por último, sino podía torpedearse a ningún buque chileno, Grau debía proceder de la manera más conveniente para hostilizar al enemigo [1].
La incursión sobre Antofagasta se realizó la madrugada del 25 de agosto. El Blanco Encalada no estaba en Antofagasta, así que se decidió torpedear a la corbeta chilena Abtao con uno de los dos torpedos Lay que se tenía a bordo del Huáscar. Fue la primera vez que la Marina de Guerra del Perú utilizaba un torpedo móvil y lamentablemente fue un fracaso. Estando a una distancia de 300 a 400 metros de los buques chilenos, el torpedo Lay que se lanzó estaba colgado en el pescante de estribor, se dejó en el agua y al momento de accionarse su movimiento, el cabo (cuerda) que lo había bajado se enredó con la hélice y se dobló el tubo del cable eléctrico, quedando a la deriva en altamar[2].
Como la misión de torpedear algún buque chileno fracasó, Grau, siguiendo sus instrucciones, realizó una incursión sobre la costa chilenas, tocando el puerto de Taltal el 26 de agosto, en donde los buques peruanos capturaron 9 lanchas, dejando dos que se encontraban con mercaderías; de las 9 lanchas, 3 fueron hundidas y 6 llevadas a remolque por el Oroya a Arica, mientras el Huáscar se dirigía nuevamente sobre Antofagasta porque tenía noticias de que el blindado Blanco Encalada se dirigía al sur[3], decidiendo aprovechar la oportunidad para cometer alguna hostilidad contra las fuerzas chilenas en ese puerto.
El Huáscar apareció frente a Antofagasta el jueves 28 de agosto de 1879 a las 11 a.m.
FUERZAS ENFRENTADAS
1. Fuerzas Chilenas
1.- Defensas de costas:
El puerto de Antofagasta estaba defendido por 3 fuertes: Norte o Bellavista, Centro y Sur[4].
El de Bellavista tenía dos Armstrong: uno de a 300 libras y otro de a 150 libras y estaba al mando del teniente coronel José Velásquez, jefe del batallón de Artillería de línea.
El del Centro, al mando del capitán Delfín Carvallo[5], tenía un Armstrong a 150 libras.
El del Sur, al mando del capitán Benjamín Montoya[6], también tenía un Armstrong de a 150 libras.
También se situó al lado sur de la población, una batería Krupp de campaña[7], 4 cañones de 78,5 mm.
2.- Corbeta Abtao:
Comprado por Chile en 1866 con motivo de la guerra con España, aparentemente nunca se le habían cambiado las calderas, pues su andar no era mayor a 6 nudos[8]. Su eslora era de 211 pies 6 pulgadas, su desplazamiento de 1600 toneladas y estaba artillado con 3 cañones Armstrong de 8 pulgadas de calibre y de a 150 libras, y 4 de a 40 libras[9].
3.- Cañonera Magallanes:
Comisionada desde 1873, su eslora era de 200 pies, desplazaba 950 toneladas y su andar máximo era de 11,5 nudos[10]. Estaba artillado con un Armstrong de 7 pulgadas de calibre y de a 115 libras, un cañón de a 64 libras y 2 de a 20 libras.
2. Fuerzas peruanas
Compuesta exclusivamente por el blindado Huáscar, correspondía al tipo Turret ship diseñado por el británico Cowper Coles, también denominado como Vapor de torreón blindado por las Memorias del Ministro de Guerra y Marina y la Comandancia General de Marina de Perú.
Su eslora era de 195 pies y su desplazamiento de 1.745 toneladas[11]. Estaba artillado con dos cañones Armstrong de 10 pulgadas y 300 libras de proyectil, ubicados en una torre giratoria blindada, con alcance de 3 mil yardas[12]. También tenía 2 cañones Armstrong de a 40 libras, una ubicada en el alcázar y otra a popa, un cañón Armstrong de a 12 libras en el alcázar y una ametralladora Gatling del calibre 0.43 in (11 mm) que no se utilizó en el combate.
Inicio del combate
A su ingreso a Antofagasta, el Huáscar detuvo a la barca inglesa Birkby, que cargada de salitre se dirigía a Falmouth, Plymouth y Cork. Estuvo al habla por una hora[13]. En tierra los artilleros ocuparon sus puestos y la población se agolpó detrás de las peñas, en las playas y en los techos de las casas, para espectar el probable combate[14].
El Huáscar estaba en el interior de la bahía cuando a la 1:35 p.m.[15], el Abtao, que estaba inmóvil por tener sus máquinas en mantenimiento[16], disparó apuntando sus 3 cañones de a 150 libras en la misma línea sobre el Huáscar, a una distancia de 4,000 metros[17]. El fuego del Abtao al Huáscar era con granadas de acero con carga de 30 libras de pólvora[18], mientras se movía a espía para hacer fuego y se ocultaba detrás de los buques mercantes en el fondeadero[19]. La Magallanes abrió sus fuegos 4 minutos después que el Abtao y con sus máquinas hacía maniobras similares, mientras los fuertes de tierra también abrían fuego sobre el buque peruano.
El Huáscar recién respondió los fuegos a las 2:10 p.m., colocándose fuera del alcance de la batería sur, disparando primero sobre el Abtao[20]. El Huáscar había enarbolado el pabellón obsequiado por las damas de Trujillo, según el corresponsal del diario La Opinión Nacional, Julio Octavio Reyes, que también describe la ubicación de oficiales y jefes en el Huáscar:
“El comandante, acompañado de su ayudante el teniente Diego Ferré, ocupa la torre, mientras que a su lado y en el puente, midiendo la distancia (con un micrómetro) se encuentra el teniente 2º Enrique Palacios. El aspirante Bruno Bueno sobre la cofa con la dotación de la ametralladora; en la batería de popa el teniente 2º Carlos de los Heros, con los aspirantes Tizón, Valle Riestra y Villavicencio; en la toldilla el comandante de la guarnición, sargento mayor José M. Ugarteche, el capitán de la misma Mariano Bustamante, el sargento Francisco Retes y otros. ¡Todos rivalizaban en valor y temeridad! En la torre estaban su jefe, el capitán de corbeta Elías Aguirre, tenientes Santillana, Canseco y Melitón Rodríguez, que servían las piezas de a 300, y el capitán de fragata Melitón Carbajal, el teniente Garezón y el alférez Herrera, desempeñaban importantes faenas en las diversas secciones de la torre. En el servicio de la Santa Bárbara tomó parte activa el contador Juan Alfaro. En la Cámara de oficiales, el Cirujano Mayor Dr. Santiago Távara, el de 1ra. Clase Dr. Felipe Rotalde, y el practicante Dr. José Ignacio Canales, y el farmacéutico José Flores” [21]
Primera fase del combate
Se puede decir que el combate tuvo dos fases bien definidas: en la primera, el Huáscar se enfrenta a los buques chilenos, apoyados por los fuertes de tierra, y en la segunda, sólo a los fuertes de tierra. En Antofagasta también estaban anclados los transportes chilenos Paquete de Maule y Limarí, el primero metido en la poza y el segundo, oculto entre los buques mercantes.
Casi a las 2 p.m. dispara el cañón de a 300 libras del fuerte Bellavista, que se desmontó al primer tiro. Sobre este incidente, el teniente coronel José Velásquez escribió en su parte: “…este se volcó con cureña y marco a causa de haber fallado los topes; más con satisfacción digo a V.S. que, gracias a haber trabajado toda la noche a fin de volverlo a montarlo, este cañón está hoy en estado de servicio. Cien hombres del batallón Artillería Naval concurrieron a este trabajo” [22]. Hay una versión del siglo XX de este incidente que lo narra de la siguiente manera:
“Hemos llegado al fuerte Bellavista, en el preciso momento en que se apuntaba el único cañón de a 300 que teníamos. El general Escala quiere dirigir el disparo y se baja de su caballo. Patricio Lynch también estaba allí, y ruega que le den a él ese honor, y para acordarse de sus buenos tiempos, agregó.
Está bien, respondió el General en Jefe, pero quiera Dios que el cañón no salte, porque ha desconocido a este nuevo sirviente. Sonreímos todos del presagio del general Escala, que lo había dicho con aquella natural bondad de su carácter que todos le conocieron.
Lynch echa su gorra hacia atrás y el oficial jefe de la pieza dice, 3,500 metros; rectifica entonces el alza y se hace el disparo.
La bala sale, pero el cañón se volteó con cureña y marco, a causa de haber saltado los topes.
Este incidente, que lo comentábamos después, nos impuso un triste silencio” [23]
El buque que resultó averiado en esta primera fase fue el Abtao. Según el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna, los cañones del Abtao tenían los siguientes oficiales:
“Mandaba el cañón núm. 1 el teniente don Leoncio Señoret, oficial valentísimo, a la par con su hermano Manuel, uno y otro hijos de marino y de francés en vientre de chilenas. El cañón núm. 2 estaba a las órdenes del joven teniente, don Policarpo Toro, recientemente llegado de Europa y que ese día hacía alegremente su estreno; y el 3º a las de un esforzado mancebo, el teniente don Carlos Krug, que allí resultó herido. Los pechos de aquellos muchachos suplirían a la maquinaría rota e inerte de la vieja nave” [24].
Los primeros del Huáscar fueron sobre la Abtao, sin acertarle. El cuarto tiro cayó en las canchas de metales de la Beneficiadora, donde se enterró sin explotar[25]. El quinto y sexto tiro cayeron sobre las rocas de la barra frente a la Compañía Salitrera[26]. El octavo y noveno tiro del Huáscar impactaron sobre el Abtao. Se puede calcular que estos fueron a las 2:50 y 2.52 p.m. El comandante del Abtao, el capitán de corbeta Aureliano Sánchez, escribió los daños causados por el Huáscar en su parte oficial de la siguiente manera:
“Una de las granadas penetró sobre le puente del comandante, donde me encontraba, y destrozó el piso, barandas de bronce y escalas, atravesando de la máquina de parte a parte, rompiendo la amurada de babor en una extensión de seis metros, quebrando las bitas de fierro donde reventó, haciendo una explosión que produjo un incendio en la amurada, el que fue extinguido por las bombas, y por fin, hirió a siete individuos y mató a cinco, entre ellos al ingeniero 1º Juan Mary.
La segunda granada penetró por el lado de estribor del palo mayor, atravesándolo de parte a parte, reventó haciendo explosión sobre la cubierta del combes a babor, destrozándola como un metro cuadrado e internándose en las carboneras de la máquina las rompió en dos partes. Sufrieron también averías por los cascos de las granadas el cuvichete de la máquina, puente del comandante, la canoa del comandante, chilleras de las balas y armerillos de los rifles. Esta granada mató a cuatro e hirió a cinco de gravedad, ya la teniente 2º Carlos Krug levemente.
…
Doy a continuación los nombres de los muertos y heridos:
MUERTOS
Ingeniero 1º Juan Mary.
Capitán de alto Pedro Padilla.
Marinero 1º Antonio Villareal.
Fogonero 2º Samuel Barsena.
Id. Id. Augusto Espinosa.
Carbonero Ricardo Briones.
Grumete Manuel Hudson.
Id. Pedro N. Contreras.
Id. Juan de D. Arriagada.
HERIDOS GRAVES
Marinero 1º Francisco Palacios, pierna derecha.
Id. 2º Fidel Orellana, cráneo.
Id. 2º Agustin Baez, una pierna y una mano.
Fogonero 2º Belisero Abarca, en la cabeza.
Grumete Juan de D. Arias, pie derecho.
Soldado José Rojas Silva, brazo derecho.
Id. Manuel Escudero, en la cabeza.
HERIDOS LEVES Y CONTUSOS
Teniente 2º Carlos Krug.
Velero 2º Juan Boudron.
Marinero 2º José Manuel Guajardo.
Grumete Maximiliano Perez.
Corneta Manuel Gatica.
…
Concluiré haciendo presente a V.S. que el Ingeniero 1º don Juan Mary falleció al pie del cañón número 2, ofreciéndose voluntariamente a servirlo por no estar la máquina en movimiento.
Este Ingeniero contaba con más de 25 años de servicios y durante el tiempo que sirvió en nuestros buques su conducta fue intachable, siendo muy constante en el trabajo.
Este oficial deja familia en un estado lamentable y a una viuda con 16 hijos, la mayor parte pequeños” [27].
Los daños fueron descritos por un chileno a bordo de la Magallanes de la siguiente manera: “Entre los primeros cayó el ingeniero 1º del buque señor Mary. Bajaba del puente después de haber dado cuenta al comandante que el buque estaba bien, que no hacía agua, cuando un casco de granada le penetró por la mejilla, perforándole el cráneo.
El teniente Krug, que cayó con el puente, está un poco mal.
El teniente P. Toro se preparaba para disparar con su cañón, cuando la segunda granada le llevó seis de los que servían, cayendo él también envuelto entre un montón de restos humanos, pero sin recibir el más leve daño. Escapada milagrosa que no la contará dos veces.
Las averías en la parte material del buque no son gran cosa con un poco de voluntad y actividad: quedarán reparadas en pocos días. La Magallanes no recibió el más leve rasguño” [28].
Como se lee, la muerte más sentida fue la del ingeniero Juan Mary, natural de Egipto, que había llegado al país del sur en 1844 como tripulante de la fragata Chile, estableciéndose en Valparaíso, donde quedaron su viuda e hijos[29]. También se lee que la Magallanes salió ilesa del combate.
Uno de los tripulantes fue decapitado por el cañón de su propio rifle, el cual él tenía colgado en su espalda diagonalmente, cuando una pieza del proyectil del Huáscar chocó con la boca del rifle[30].
Los fuegos se suspendieron a las 3:15 p.m[31] después de los últimos tiros del Huáscar[32]. Según los partes oficiales chilenos, el fuego se suspendió por la gran distancia que mediaba entre ambos contendientes. El corresponsal Julio Octavio Reyes suponía que el fuego de los buques chilenos había cesado porque tenían serias averías o graves desgracias personales[33].
Segunda fase del combate
Grau aprovechó que el fuego de tierra había cesado para acercarse al fondeadero y ubicarse en una mejor posición para los tiros del Huáscar contra los buques chilenos, que estaban ocultos tras los buques neutrales, pero a las 4:15 p.m., estando a una distancia de 2,300 yardas (2,103 m), las baterías de tierra abren fuego sobre el Huáscar, desatándose esta vez un combate sólo entre el blindado peruano y las defensas costeras de Antofagasta[34].
Uno de los últimos tiros del fuerte Bellavista impacta sobre el Huáscar. El parte oficial de Miguel Grau dice que fue una bomba de 300 libras, pero esto es imposible porque ese cañón se había desmontado al primer tiro; esa bomba debe ser del cañón de a 150 libras. Los daños causados los describe Grau de la siguiente manera: “… este proyectil atravesó la chimenea a cuatro pies de altura sobre la cubierta, rompiendo la cadena que sirve para izarla, y la brazola de babor del escotillón de las calderas; tocó después en la cubierta, estalló destruyendo esta y arrojando al agua una percha colgada allí. A consecuencia de la explosión desapareció el Teniente 2º don Carlos de los Heros que se encontraba en ese lugar, y fue herido por las astillas el marinero alumno de la Escuela de Condestables Alcides Gutierrez.
Al dar a US. cuenta de la perdida de este inteligente oficial, sintiéndome vivamente impresionado al recordar los méritos personales que lo adornaban y la celosa puntualidad que en todas las ocasiones del servicio, ha manifestado para cumplir con su deber, así como el valor y la serenidad que ha desplegado en las acciones de armas que ha tenido este buque en la presente campaña”.
El corresponsal Reyes escribió al respecto: “… Al estallar fue saludado por un Viva al Perú, pero ¡oh desgracia! Ese fatal proyectil vino a sembrar a bordo el duelo y la consternación. Al mismo tiempo que ese ruido atronador, se levanta una columna de blanco y amarillento humo y entre lenguas de fuego, se ve fragmentos de un cuerpo humano, pedazos de vestidos que saltan por el aire empapados en sangre y en fin, algo que aterra, confunde y espanta: era nuestro querido amigo, el bravo teniente 2º Carlos de los Heros…”[35].
La misma explosión hirió también al marinero Alcides Gutiérrez, hijo del coronel Silvestre Gutiérrez, muerto en 1872 durante los incidentes del golpe de estado.
Reyes también nos dice:
“La muerte del teniente de los Heros produjo a bordo grande sensación, pues era muy querido, tanto de sus jefes como de sus compañeros y tripulantes, que lo respetaban mucho. De paso, el comandante Ugarteche escapó milagrosamente de la bomba que mató a de los Heros, pues se encontraba a corta distancia de él.
….
Se arrió un bote y sólo pudo encontrarse su gorra, el escapulario del Corazón de Jesús que llevaba consigo, el taco de una de sus botas y fragmentos de su vestido.
Otra escena terrible ofrecía al mismo tiempo la Cámara de Oficiales convertida en hospital de sangre. Los desgarradores quejidos del alumno de condestables Gutiérrez eran para partir el alma. Tenía cuarto o seis heridas en su cuerpo, ocasionadas por las astillas levantadas por la bomba. Los doctores Távara, Rotalde y Canales, estuvieron como siempre a la altura de su augusta misión. Lo atendieron con solicito empeño y merced a sus cuidados, salvará de sus heridas” [36].
El combate terminó a las 5:30 p.m., con los fuertes de tierra en silencio y el Huáscar disparando los últimos tiros.
Epílogo
El Huáscar estuvo en la ensenada hasta las 10 p.m., cuando se retiró al norte tras avistar un buque que pensaba era el blindado chileno Blanco Encalada[37]. En efecto, el Blanco Encalada ingresó a la bahía a las once de la noche [38].
Los chilenos tuvieron en el combate 9 muertos y 13 heridos, todos tripulantes del Abtao. Dos de los heridos fallecieron la misma noche del combate y el viernes se hizo una amputación a uno de los heridos, el cual se creía que de todas maneras moriría[39].
El Huáscar sólo tuvo un muerto y un herido.
Los disparos chilenos fueron distribuidos de la siguiente manera:
Corbeta Abtao: 42 de a 150 libras, entre balas y granadas de acero[40].
Cañonera Magallanes: 7 granadas Palliser de a 115 libras, 12 granadas comunes de a 64 libras[41].
Baterías de tierra: 1 de a 300 libras, 38 de 150 libras y 7 de campaña Krupp[42].
En total fueron 107 tiros.
El Huáscar realizó sólo 28 tiros: 26 con los cañones de a 300 libras y 2 con los de a 40 libras[43].
Si bien para los chilenos los disparos del Huáscar estuvieron bien dirigidos, como se refleja en los testimonios de la época, para el historiador naval Melitón Carvajal no fue así. Él refiere:
“En cuanto al tiro del Huáscar, éste se realizó durante 2h 41, esto es, el 86% del tiempo que duró el intercambio efectivo de fuego. En ese periodo disparó 30 tiros (sic) con los dos cañones de a 300 de la torre y 2 con los dos de a 40 del alcázar. El régimen de tiro promedio con los de a 300 fue, aproximadamente, un tiro por cada 8 minutos, que se puede considerar excelente para el sistema complicado de la torre, más aún cuando tenía que batir cinco blancos ubicados en distintas direcciones y distancias, algo que me parece simple, pero que en la práctica no lo es, máxime si no se contaba con la ubicación exacta en la carta náutica de tales baterías. Pero la efectividad del tiro no se mide solo por la cadencia, sino también por los impactos que logra, y a ese respecto se puede afirmar que los 2 logrados sobre el Abtao de un total de 17 con las piezas de a 300, habida cuenta de que contra ese buque solo disparó en la primera etapa, representa un 12 %, esto es , que fue pobre, al margen de su buena dirección y piques cercanos, debido quizás a que su plataforma experimentaba la misma inestabilidad que la de los buques chilenos por los factores mencionados, y del poco tiempo disponible cuando asomaba por entre los mercantes fondeados, más probables estopines defectuosos. Contra las baterías de tierra, fijas, si bien estuvieron aceptables en dirección y alcances, el monitor no logró un solo impacto directo que las dañase. Llama también la atención el estallido de tres de las bombas de a 300 a poco de salir de la boca, lo que revelaría defectos en la espoleta” [44].
Exequias en Chile
Al día siguiente del combate, el viernes a las 9 a.m., los heridos del Abtao pasaron al hospital militar a cargo de la ambulancia Santiago, mientras que los cadáveres pasaron a la ambulancia Valparaíso en bolsas a manera de bolas, porque estaban mutilados. El comandante Sánchez ofreció pagar de su bolsillo los cajones para el entierro de los muertos, pero la descomposición de los cadáveres no dio tiempo para hacer los cajones[45].
El general Escala, General en Jefe del Ejército del Norte, programó el entierro a las 3 p.m., pero por error el entierro se hizo a la 1 p.m. Asistieron 70 hombres de cada regimiento, varios oficiales del ejército, la ambulancia Valparaíso, el general Baquedano y muchos particulares[46]. Los oficiales y marineros del Abtao que llegaron a las 3 p.m. a la ambulancia Valparaíso, se dieron con la sorpresa de que sus compañeros ya habían sido, así que luego fueron al cementerio[47].
El miércoles 3 de septiembre de 1879 a las 8:30 a.m. se celebraron unas exequias fúnebres en la iglesia de Antofagasta por los muertos del Abtao[48]. Asistieron 25 hombres de cada regimiento y todos los oficiales y marineros del Abtao. También estuvieron presentes el general Escala, el secretario J. F. Vergara, el capitán de fragata Condell, el coronel Emilio Sotomayor, el jefe del Buín teniente coronel Luis J. Ortiz, el jefe del 2° de línea Eleuterio Ramírez, el jefe del 4° de línea coronel José Domingo Amunátegui y los jefes del Chacabuco, Zapadores, Bulnes, Valparaíso, regimiento Cazadores a caballo, señores Toro Herrera, Santa Cruz, Echevarría, Castro y Pedro Soto Aguilar respectivamente[49]. La oración fúnebre estuvo a cargo del presbítero Fontecilla[50].
Exequias en Perú
En Perú se lamentó mucho la muerte del teniente Carlos de los Heros, la única del combate. Francisco Retes, sargento de la guarnición del Huáscar y primo de Carlos de los Heros, escribió a su madre el 1º de septiembre de 1879 lo siguiente:
“El Comandante ha llorado como un muchacho. La oficialidad toda podrán Ud. calcular lo que han sufrido, sabiendo que lo querían como a un hermano; pues por su carácter y buen corazón, era la idolatría de todos. La marinería ha llorado mucho su muerte y se proponen hacer una manifestación que haga conocer el alto aprecio que por él tenían.
Al saber en Iquique el general Buendía la fatal noticia, casi se cae al suelo; tal fue la impresión que experimentó y sin decir una palabra, se retiró del buque. Dijo en tierra que la perdida de Carlos era para él más que si también se perdía el buque” [51].
El mismo Retes le escribió a Daniel de los Heros el 17 de septiembre los siguiente:
“Anoche ha tenido lugar a bordo algo que no tiene calificativo y que me ha enternecido como podrás juzgarlo. La marinería, que el fatal 28 nos lloró tanto la desaparición de Carlos y que dijo que las balas enemigas habían escogido al mejor oficial del buque, a iniciativa propia y en el mayor secreto, habían hecho una colecta que asciende a trescientos y tantos soles y con ella se han presentado al Comandante diciéndole que quieren contribuir a honrar una memoria querida contribuyendo con lo que pueden a los gastos que la oficialidad haga para recordar y perpetuar al oficial que han perdido.
Este hecho tiene doble merito, teniendo presente que a la tripulación no se le paga hace cinco meses y que es ella la iniciadora, tanto que el Comandante ha dispuesto que la oficialidad al suscribirse lo haga después que la marinería, a quienes corresponde la gloria de una acción tan meritoria y puedo decir sin ejemplo” [52].
El 27 de septiembre, en la iglesia de Santo Domingo en Lima, se efectuaron las horas fúnebres por la familia De los Heros. Había una caja mortuoria que simulaba tener los restos de Carlos de lo Heros y sobre esta, su retrato, su gorra de teniente 2º recogida del mar durante el combate, una corona de ciprés tejida y varias prendas y armas de marina[53].
El ataúd era custodiado por miembros de la Compañía de Bomberos Lima Nº 1, el catafalco era rodeado por 4 piezas de artillería con dos marineros vestidos de parada y en la puerta de la iglesia había una guardia compuesta de miembros de las compañías de bomberos Lima y Salvadora. Entre los asistentes habían dos edecanes del Vicepresidente, el Ministro de Guerra, el Ministro de Relaciones Exteriores, marinos y oficiales de todos los cuerpos de Lima; La oración fúnebre la hizo el señor Manuel González de La Rosa y la misa realizada por el Obispo Huerta[54].
Miguel Grau había remitido a Juan de los Heros, un fragmento de la bomba que mató a su hijo[55].
Notas
[1] Boletín de la Guerra, p.403. Santiago de Chile. 1879.
[2] Melitón Carvajal Pareja. Historia Marítima del Perú, T. XI, vol. 2, pp. 402-403. Lima: Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú. 2006.
[3] Santiago Prado. Correspondencia Jeneral de la Comandancia Jeneral de la 1.ª División Naval, pp. 106-107. Santiago de Chile. 1880.
[4] Benjamín Vicuña Mackenna, Historia de la Campaña de Tarapacá, T. II, p. 329. Santiago de Chile 1880.
[5] Vicuña Mackenna, Op. Cit, p. 330.
[6] Ibídem.
[7] Pascual Ahumada Moreno, Guerra del Pacífico, recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referente a la guerra que han dado a la luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia, T. I, p. 465. Valparaíso. 1884.
[8] Página web de la Armada de Chile.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem.
[11] Página web de la Marina de Guerra del Perú
[12] Theodorus Bailey Myers Mason, The war on the Pacific coast of South America between Chile and the allied republics of Peru and Bolivia 1879-81’, p. 39. Washington. 1885.
[13] Ahumada, Op. Cit., p. 463. Parte oficial del General en Jefe del Ejército del Norte al Ministro de Guerra.
[14] Ahumada, Op. Cit., p. 468. Cartas del Desierto, correspondencia especial de El Mercurio.
[15] Prado, Op. Cit., p. 108. Parte oficial de Miguel Grau al Comandante General de las Baterías de Arica y al Director de Marina.
[16] Ahumada, Op. Cit., p. 471. Carta de Manuel V. Aguirre.
[17] Ahumada, Op. Cit., p. 463. Parte oficial de la Comandancia del vapor Abtao al General en Jefe.
[18] Ibídem.
[19] Prado, Op. Cit., p. 108.
[20] Ahumada, Op. Cit., p. 463.
[21] Carvajal, Op. Cit., 405-406.
[22] Ahumada, Op. Cit., p. 465. Parte oficial del batallón Artillería de línea al General en Jefe.
[23] Belisario Villagrán, “El Campamento Militar de Antofagasta”, en Álbum Gráfico Militar de Chile de José Antonio Bisama Cuevas, p. 131. ISBN 978-956-8449-03-2. Santiago de Chile.2009
[24] Vicuña Mackenna, Op. Cit., p. 329.
[25] Ahumada, Op. Cit., p. 469.
[26] Ibídem.
[27] Ahumada, Op. Cit., pp. 463-464.
[28] Ahumada, Op. Cit., p. 471.
[29] Vicuña Mackenna, Op. Cit., 332.
[30] Mason, Op. Cit. p. 39.
[31] Prado, Op. Cit., p. 108.
[32] Carvajal, Op. Cit., p. 406.
[33] Ibídem.
[34] Prado, Op. Cit., pp. 108-109.
[35] Carvajal, Op. Cit., p. 407.
[36] Carvajal, Op. Cit., p. 413.
[37] Prado, Op. Cit., p. 110.
[38] Ahumada, Op. Cit., p. 470.
[39] Boletín de la Guerra, p. 332. Publicación periódica, Chile, 1879.
[40] Ahumada, Op. Cit., p. 464.
[41] Ibídem
[42] Ahumada, Op. Cit., p. 465.
[43] Prado, Op. Cit., p. 109.
[44] Carvajal, Op. Cit., pp. 411-412.
[45] Ahumada, Op. Cit., p. 473. Entierro a los muertos del Abtao.
[46] Ibídem.
[47] Ibídem.
[48] Ahumada, Op. Cit., p. 473. Notas cambiadas entre el comandante del Abtao y el General en Jefe del Ejército.
[49] Boletín de la guerra, p. 336.
[50] Ibídem.
[51] Archivo Histórico de Marina. Colección Francisco Retes, ff. 10-12.
[52] Archivo Histórico de Marina. Colección Francisco Retes, ff. 15-16.
[53] Ahumada, Op. Cit., p. 484. Crónica de “El Comercio”
[54] Ibídem.
[55] Ahumada, Op. Cit., p. 484. Carta de Grau.
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Artículo publicado por Ernesto Linares M. en su blog "Variedades"
Saludos
Jonatan Saona
Excelente y revelador relato de un combate poco conocido de la GDP. Gracias
ResponderBorrarExcelente relato.... unos de los mas completos. Gracias!
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