Comandancia Jeneral de la 2a División Naval—
A bordo de la corbeta Unión.—Al ancla, Arica, Setiembre 14 de 1879.
Excmo. señor jeneral director de la guerra.—B. S. G.:
—Impuesto de las instrucciones que recibí de V. E. en este puerto el 30 de Julio último, ordené al comandante de la Unión el zarpar inmediatamente como lo hicimos a las 3 hs. A.M. del 31.
El viaje que íbamos a emprender a lo largo de la dilatada costa enemiga i en la peor estación del año, hacia indispensable tomar precauciones estraordinarias para la mayor economía del combustible i así se efectuó desde el primer momento.
Aparte de los accidentes naturales a una navegación de invierno, que fué siempre tormentosa en la costa Patagónica, nada estraordinario ocurrió en la travesía hasta el 13 de Agosto, día en que, bajo un duro temporal del N., avistamos los nevados de la boca Occidental del Estrecho de Magallanes, entrando en él a las 3 hs. 30 P. M. que demoraba el Cabo Pilar, al Sur, distancia tres millas.
Lo corto del día i cubierto del tiempo nos obligó a pasar la noche a la capa entre Westminster Hall, el cabo Packer i la costa Sur de la Tierra del Fuego.
Al amanecer del siguiente día 14 seguimos derrota hacia adentro del estrecho fondeando en la tarde en bahía Borja.
El 15 lo pasamos en la bahía de San Nicolás, dominando tanto aquí como en el primer puerto los canales de pasaje en el estrecho.
Habiendo dejado el último fondeadero temprano el 16, continuamos en demanda de la colonia chilena de Punta Arenas, donde dimos fondo ese mismo dia a las 2 hs. P. M. Poco antes de tomar el puerto avistamos un vapor que se dirijia al Pacífico; acostado i reconocido resultó ser el vapor alemán Sakkarah de la línea Kosmos i cuyos papeles se hallaban en regla.
Grande fué la alarma que nuestra presencia produjo en la población de Punta Arenas, cuyos habitantes, impresionados por las imposturas de algunos periódicos chilenos, huían despavoridos a los montes próximos, figurándose que íbamos a incendiar i echar a saco la población. Tuve la satisfacción de tranquilizarlos haciéndoles saber que las armas del Perú jamás se emplean contra poblaciones indefensas. Existiendo en el puerto un pontón del gobierno chileno que tenia una poca cantidad de carbón, aunque no
de buena calidad, hice trasbordar ciento dos toneladas que permitió el tiempo. Nuestras provisiones frescas fueron renovadas abonando su importe en efectivo.
Por informes fidedignos supe aquí que doce días antes de nuestra llegada había zarpado con destino a Valparaíso i convoyado por el trasporte Loa el vapor británico Gleneleg cargado de armas i pertrechos para el gobierno de Chile.
El 18, con barómetro bajo i viento N., dejamos Punta Arenas, recibiendo antes la visita del vice-cónsul de S. M. B. señor Reynalds, quien a nombre de la población neutral venia a manifestarme el agradecimiento de que estaban poseídos por no haber sufrido nada en sus personas e intereses.
El 20, con tiempo despejado i hermoso, salimos nuevamente al Pacífico marcando los Evanjelistas en la tarde.
Obligados a hacer la mayor parte del viaje de regreso a la vela, sin el aparejo completo, aquel ha sido sumamente penoso i dilatado, contrariados siempre por los vientos del Norte o Noroeste, i calma de muchos dias consecutivos, que nos man tenían sobre la costa enemiga. Pero vencidos todos esos inconvenientes, inclusive la absoluta falta de carbón, acabamos de fondear sin la menor novedad, siéndome grato participar a V. E. que una vez más ha probado la dotación toda de esta corbeta la disciplina que tanto la distingue i su entusiasmo i sufrimiento en bien del servicio.
Dios guarde a V. E., Excmo. señor.
—AURELIO GARCÍA I GARCÍA.
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Saludos
Jonatan Saona
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