Cecilio Limaymanta

Cecilio Limaymanta

Acción Heroica de Cecilio Limaymanta en la guerra con Chile 

(13 al 16 julio 1882) 

El Perú cuenta oficialmente con un nuevo héroe: Cecilio Limaymanta. La Ley 24699, recientemente promulgada, así lo establece. ¿Quién fue este personaje que prestó valiosísimos y abnegados servicios a la Patria durante la campaña de La Breña?

Gracias a su biógrafo Rafael Cárdenas Santa María sabemos que Limaymanta era un campesino que trabajaba en la hacienda Maco, en el departamento de Junín, provincia de Tarma, a quién se le encomendó llevar importantes órdenes del general Andrés A. Cáceres a un grupo de patriotas residentes en la ciudad de Tarma que compartían junto a él los afanes y los peligros de la resistencia al invasor chileno. 

El 13 de julio de 1882, Limaymanta, llevando las cartas escondidas entre sus ropas, inició su arriesgada misión de propio y luego de varias fatigosas jornadas lograría llegar muy cerca de Tarma. Desgraciadamente una patrulla chilena le salió al paso y el mensajero apenas tuvo tiempo de ocultar los papeles debajo de unas piedras antes de caer en manos del enemigo. 

Limaymanta fue conducido a Tarma y se le aplicaron crueles tormentos para que hablara explicando el motivo de su presencia en las afueras de la ciudad. Ante su terco y valeroso mutismo, los chilenos decidieron arrojarlo "cual guiñapo humano" en uno de los calabozos del cuartel que ocupaban en Tarma, ubicado donde actualmente se levanta el edificio del colegio nacional "Ángela Moreno de Gálvez". 

La noche siguiente, dando una nueva muestra de su arrojo, Cecilio Limaymanta consiguió escapar de la prisión y buscó refugio en casa de la familia Clavería Lemus, dueños de la hacienda donde él trabajaba; a ellos les informó detalladamente sobre la misión que le habían confiado. Luego de recibir alimento y solícitos cuidados, el mensajero marchó cautamente hasta el lugar donde había escondido las cartas, las recogió y emprendió inmediatamente el retorno a Tarma por las vías menos transitadas burlando esta vez la vigilancia de los chilenos. Pudo así, finalmente, entregar los mensajes a sus destinatarios y cumplir plenamente su cometido. 

El 18 de julio ingresó Cáceres a Tarma -donde estableció su cuartel general- mientras los invasores retrocedían con rumbo a Lima. Entretanto el valeroso Cecilio se debatía entre la vida y la muerte a causa de las heridas y golpes recibidos. 

El pueblo de Tarma y sus autoridades no olvidaron el heroico comportamiento de Limaymanta y decidieron premiarle. Mediante una erogación popular se reunió la suma de quinientos soles de plata, cantidad importante por entonces, que le fue entregada solemnemente por el Contralmirante Lizardo Montero el 15 de agosto de 1882, en circunstancias que éste -investido de la Jefatura Suprema de la República- visitaba la ciudad de Tarma para inspeccionar a las tropas breñeras. 

Limaymanta, quien al parecer era un hombre de más de cuarenta años, regresó poco después a la hacienda Maco para reanudar sus faenas habituales. No se conoce la fecha de su muerte ni tampoco el lugar donde están enterrados sus restos. Todo indica que falleció muy anciano en la hacienda Queta, vecina a Maco. 

La figura de Cecilio Limaymanta es un símbolo de la participación activa y valerosa del pueblo del Perú profundo en la lucha contra el invasor chileno. Muchos, muchísimos hombres como Limaymanta empuñaron las armas o prestaron unos importantes servicios acudiendo al llamado del general Andrés A. Cáceres para seguir resistiendo en defensa del honor y de la integridad territorial del Perú. Humilde como José Olaya Balandra -el héroe mensajero de la Independencia- este compatriota de los Andes, quien no sabía leer y apenas hablaba el castellano, dejó a sus contemporáneos y a la posteridad un ejemplo admirable de valor espartano, de hombría de bien y, de auténtico y, por lo mismo, silencioso amor a la patria.

Ley N° 24699: Declaran Héroe Nacional a Cecilio Limaymanta que presto importantes servicios en la Campaña de la Breña. 

Por: Héctor Martínez 

"El Comercio" del 30 de junio de 1987.

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Saludos
Jonatan Saona