Señor coronel:
La circunstancia de haber tomado parte con la compañía de mi mando en la división de 500 hombres de caballería que, saliendo de Dibujo en la tarde del día 30 del mes próximo pasado, debía operar sobre Tiliviche, Tana y Chiza en persecución de las tropas peruanas dispersas de Tarapacá, me había impedido dar cuenta a V.S., por lo que a mi toca, de los sucesos realizados durante la jornada del 27 de noviembre último. He tenido aún que retardar este parte, debido a que tuve nuevamente que expedicionar sobre Suca con 300 hombres de Granaderos y Cazadores a caballo bajo las órdenes del teniente coronel don Tomás Yávar.
El 25 de noviembre último, en virtud de instrucciones que recibí del teniente coronel don José Francisco Vergara, salí de Dibujo con 115 hombres de la compañía de mi mando, a las 5 P.M. de ese día, para incorporarme a la fuerza de infantería y de artillería que del mismo punto había partido en dirección a Tarapacá 2 horas antes. A las 10 P.M. pude reunirme con el cuerpo de Zapadores, donde permanecimos hasta el amanecer del 27, sin que la caballada tuviese agua ni forraje para su alimento. A las 2 A.M. de este día, se reunió a nosotros el regimiento 2º de línea, el de Artillería de Marina, el batallón Chacabuco y otra sección de artillería de línea. Dispuesta la marcha, se me ordenó incorporarme a la tercera subdivisión del teniente coronel don Ricardo Santa Cruz, que salió a las 4 A.M.
Al enfrentar a Huaraciña se me hizo avanzar, estando como a 20 cuadras de Tarapacá, a tomar posesión de la aguada de ese pueblo, donde debía ser protegido por la artillería.
Al paso de galope puse en marcha la fuerza de mi mando, y un poco antes de llegar a Quillaguasa descendí por la quebrada y di cumplimiento a lo ordenado. Llegando a este punto pude apercibir al enemigo, quien nos hizo un nutrido fuego, matando a un caballo e hiriendo a varios.
Estaba en esta situación cuando recibí orden del comandante Santa Cruz de replegarme a la división. A mi regreso tuve que efectuar la marcha con muchas dificultades; primero, a causa del terreno pesado, y enseguida, porque gruesas columnas enemigas me hacían un vivo fuego. Esto no obstante, en el camino pude recoger al teniente Bahamondes de Zapadores y varios individuos de tropa que se hallaban cortados por las fuerzas enemigas, a quienes conduje a la grupa.
Pude juntarme con nuestras tropas en circunstancias que el fuego se hallaba más vivamente empeñado.
Poco antes de las 3 P.M. recibí orden de V.S., por intermedio del ayudante de campo, sargento mayor don Jorge Wood, de dar una carga con la compañía de mi mando.
En el acto di las voces necesarias y como a 200 metros de las filas enemigas ejecuté dicha carga. Al llegar allí fui recibido con numerosas descargas de fusilería, lo que no impidió que pudiésemos hacerles grandes bajas y que se dispersasen completamente, camino de la quebrada. En este ataque fueron muertos el sargento 2º Lorenzo 2º Bustamante, cabo 2º Manuel Morales y soldado Pedro López, y tuve dos soldados más heridos.
Regresando al punto de mi partida, adonde entregué 3 soldados que hice prisioneros, recibí orden de V.S. de bajar a la quebrada para dar agua y refrescar la caballada.
Iniciado nuevamente el ataque, por refuerzos que recibió el enemigo, como a las 4.30 P.M. y estando nuestras tropas sumamente cansadas por más de 7 horas de un combate sostenido, recibí orden de V.S. de sostener la retirada de la división. Permanecí en el campo con la compañía de mi mando dispuesto a sostener cualquiera tentativa de las fuerzas peruanas que se hallaban formadas a nuestro frente.
Cuando ya no había ningún individuo a quien fuese necesario proteger, que estuviese a nuestro alcance, emprendí la marcha hacia el campamento de Dibujo llevando como 60 heridos, a la grupa unos y otros a caballo, para lo cual hice marchar a muchos de mis soldados de mi compañía a pie.
Al amanecer del día 28 pude reunirme a V.S. en el citado campamento.
Para terminar, señor coronel, creo de mi deber significar a V.S. que los oficiales de la compañía de mi mando, alféreces don Ulises Barahona, don Eduardo Cox, don Pedro Nolasco Hermosilla, don José Francisco Balbontín, don Juan E. Valenzuela, don Liborio Letelier y señor Villegas han cumplido con su deber. Igual recomendación hago a V.S. de las clases y soldados que me han acompañado; sólo sí que quiero hacer constar que el soldado Juan Agustín Torres, teniendo su caballo herido de dos balazos se lanzó sobre el coronel Suárez, comandante del Dos de Mayo, que encontró a su paso, y dándole un caballazo lo lanzó al suelo muerto por efecto del golpe y pudo entonces atacar a otros enemigos que lo hostilizaban.
Al mismo tiempo, hago a V.S. especial mención del cirujano de mi compañía, señor Marcial García, quien se condujo, aún en los lances más difíciles, con todo entusiasmo y filantropía.
Dios guarde a V.S.
RODOLFO VILLAGRÁN.
Al señor coronel don Luis Arteaga.
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Saludos
Jonatan Saona
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