"Lima, Febrero 15 de 1921
Señora Zoila Aurora Cáceres- Miraflores
Señora de mi estimación:
Doy inmediata respuesta a su apreciable de ayer, recibida en la tarde de hoy, expresándole que el testigo ocular de la acción de armas de Sángrar fue el señor Solís, persona prestigiosa de Canta y su antiguo Alcalde Municipal
Sin otro particular, quedo de Ud. atento amigo y servidor
Lizardo Revollé"
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El relato del sr. Solís, es el siguiente:
"Que los chilenos pelearon con valor, no cabe duda. Prisioneros solamente tuvimos dos o tres, uno de ellos - Sepúlveda- que murió.
Escaparon 15 ó 20 entre ellos uno o dos oficiales; los demás 70, (pues fué el número de rifles que tomamos) sucumbieron y muchos de ellos quemados; porque sacados a la carrera de su trinchera, se metieron dentro de las casas de paja que hubo que incendiar, en el fragor del combate, porque de ellas nos hacían fuego, como también se hizo, en todo momento, de la "Capilla", cuya techumbre era y creo que es de zinc. Pero que se sostenga que los chilenos fueron menos de 100 hombres y que los peruanos fuimos 1000 y tantos y perdimos más de 100 hombres, además de 11 oficiales, no pasa esta versión de una invención ridícula.
Los peruanos, mejor dicho, nuestra fuerza, constaba de dos compañías, o sea de 70 ó 80 hombres del batallón que Vento organizaba desde meses antes y que le había ofrecido al General Cáceres, lo conformaban dos compañías de 40 hombres más o menos, en su mayor parte canteños, los que no estábamos acuartelados (entre ellos habían varios que, como yo, fuimos contra la voluntad de Vento). La fecha del combate no puedo precisarla; pero si asegurar que fue del 20 al 25 de Junio de 1881, y lo recuerdo porque cuando de regreso llegamos a Obrajillo, allí nos recibieron con los restos de la "Chicha de San Juan". Evidentemente, tuvimos varios muertos y heridos que los trajimos hasta acá de los que solamente sobrevive uno que está en Lima.
Serían las dos de la tarde de aquel día, la hora en que habiendo pernoctado en "Ocsamachai" y sin comer nada, llegamos al lugar denominado "Colac", donde nos encontramos con un grupo de diez a doce hombres, o mejor dicho de soldados chilenos, que según se dijo por el que se tomó vivo mal herido venían "a rebuscarse" en la estancia de doña Rosa de la Torre, "Capillayoj", porque sabían que allí había plata. Ver nosotros al expresado grupo que había bajado de la cordillera de Lacshagual, camino de Sangrar, y separarnos, instintivamente, a los lados, dejando el centro completamente franco, todo fue uno. Por su mala suerte, se colocaron, sin vernos, dentro de las dos lineas. Se sintió una descarga de 40 a 50 fusiles y todos, con excepción de uno, que corrió procurando ganar la altura que habían traido, estaban en tierra muertos. Se siguió empeñandose, al fugitivo, para impedir que fuese a dar aviso de lo que pasaba a sus compañeros de Sangrar, esto es a una legua de distancia, y se le encontró encogido y malamente herido al comenzar a bajar el cerro. Sepúlveda se llamaba este que, repito, murió.
Vento dijo, reuniéndonos: . "Basta con lo hecho ya; pasemos aquí la noche y en la madrugada bajaremos"
Nosotros encendimos los techos de las casas, que eran de paja y siguió el fuego de fusil contra los que estaban dentro de la capilla que lo tenía de Zinc, hasta que apagado este, ya encerrado la noche, vimos que huían aquellos quince o veinte, que como he dicho antes, se nos escaparon. De notarse es que tan pronto como los chilenos abandonaron la trinchera, aturdidos por nuestros gritos y el fuego que se hacía de todas partes, nosotros tomamos los rifles y municiones de sus muertos, y ha sido con esos proyectiles con los que se hizo fuego que duró más de una hora. pues sin ellos no habíamos podido continuar el combate después de la media hora.
La noche que pernoctamos en "Ocsamachai", cayó sobre nosotros un poco de nieve la que continuaba cayendo terminado el combate. No habíamos comido nada durante más de 24 horas y como ya teníamos tomado al enemigo 70 y tantos rifles, mayor aún número de caballitos serranos y no teníamos para qué continuar recibiendo agua, conforme he dicho antes, conduciendo a nuestros muertos y heridos, volvimos a subir la cordillera y bajar hacia Canta, a donde llegamos al día siguiente. En ese mismo hecho de armas, se tomó dos banderas pequeñas: una chilena que conserva el doctor don Ignacio Bao, cuyo hijo el malogrado Hermógenes, fué uno de los combatientes, y otra peruana que sin duda cargaba el enemigo para engañarnos en ciertas ocasiones..."
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Documento tomado del libro "La Campaña de la Breña", de Zoila Aurora Cáceres,
Documento tomado del libro "La Campaña de la Breña", de Zoila Aurora Cáceres,
Saludos
Jonatan Saona
increíble...comparando, la versión chilena es exagerada..
ResponderBorrarLeer relatos peruanos de esta guerra se asemeja a ver películas gringas de Vietnam, donde en todas ganan los gringos, pero la historia es otra, los vietnamitas barrieron con los gringos...
ResponderBorrar???? Explique su comparacion. No se entiende bien
BorrarRotos jamás vencidos... jajaja...patéticos...en igualdad de condiciones salen huyendo como locas....
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