Miguel Colunga |
El médico del Jardín Botánico
Autor: Oscar G. Pamo Reyna*
*Médico Internista del Hospital Loayza de Lima y profesor asociado de la Universidad Peruana Cayetano Heredia
Gracias a que durante una investigación se encontró, sin quererlo, material inédito referente a la vida de un médico notable del siglo pasado, vamos a ocuparnos de él. Su vida fue un ejemplo de lo importante que fue ser médico y docente universitario en un país caótico como lo fue el Perú del siglo XIX. Era una época en que los personajes saltaban de las cátedras y claustros universitarios y la arena política a los sillones de los cargos públicos y administrativos.
El doctor Miguel Colunga, a secas, siguió este camino aunque siempre lo hizo con un verdadero afán de servir como quedará demostrado a continuación. Al igual que muchos otros médicos de su época, el doctor Colunga tuvo un desempeño profesional que mereció la estimación, respeto y confianza de los que le rodearon, motivo por el cual le fue asignado o le permitieron desempeñar cargos de mucha responsabilidad en momentos muy difíciles que vivió el país.
El doctor Miguel Fernández de Colunga nació el 29 de setiembre de 1836 en la ciudad de Lima, y fue bautizado en la Parroquia del Cercado el l° de octubre de ese mismo año (libro 1825-1841, fojas 172). Sus padres fueron el hacendado don Mariano Fernández de Colunga y Calderón y doña Josefa Grillo y Ramírez. Don Mariano fue hijo del español don Félix Fernández de Colunga, quien llegó al Perú a mediados del siglo XVIII procedente de Posadas de Llanera, villa asturiana cercana a la costa cantábrica.
Su niñez y adolescencia transcurrieron en el seno de una familia conservadora y relativamente acomodada. Ingresó al Colegio de la Independencia para estudiar medicina hacia 1853, y continuó los estudios en la remozada escuela que el doctor Cayetano Heredia fundara como la Facultad de Medicina de Lima en 1856. Fue un alumno sobresaliente, por lo menos así está consignado en las revistas médicas de la época (1,2).
Se graduó de bachiller en la Facultad de Medicina de Lima a la edad de 24 años, siendo decano el doctor Miguel E. De los Ríos y el secretario el doctor Casimiro Ulloa, según consta en su diploma firmado el 13 de abril de 1861. Poco después, el 1° de junio del mismo año le fue otorgado el diploma de Doctor, siendo rector de la universidad por ese entonces el doctor José Gregorio Paz Soldán. El doctor Colunga fue de la hornada de los doctores Armando Vélez, Ignacio Acuña, Urbano Carbonera, Manuel Injoque, Jacobo Hunter, Francisco Pineda y Juan de Dios Salas(3).
Recién graduado decidió dedicarse a la docencia médica. Así, fue incorporado como catedrático auxiliar de Historia Natural Médica en la Facultad de Medicina, por concurso realizado el 18 de julio de 1861. El titular de la cátedra era, nada menos, el sabio italiano don Antonio Raimondi, convocado por Heredia para la enseñanza de las ciencias naturales, con quien trabajaría cercanamente durante muchos años.
El doctor Colunga firmó la carta que el Cuerpo Médico de Lima hizo al Gobierno para el ofrecimiento de sus personas y bienes ante la amenaza de la escuadra española en nuestras costas, el 22 de abril de 1864.
Se desempeñó como catedrático principal de la Facultad de Ciencias desde 1866, para las materias de Anatomía y Fisiología Generales, Zoología y Antropología.
Fue testigo de los preparativos y del denodado esfuerzo de los artilleros en el combate del dos de mayo de 1866, en el Callao, con cuyo triunfo se puso fin a las aspiraciones neocolonialistas del gobierno español. Se desconoce cuál fue exactamente su papel durante dicho combate, pero se tiene el testimonio, publicado en la Gaceta Médica del día 15 de ese mes, de que la participación de todos los médicos fue muy activa tanto en las batería como en los hospitales de sangre, recepcionando, atendiendo y operando heridos, quemados y mutilados.
Ante los repetidos viajes de Raimondi al interior del país para realizar sus estudios, el doctor Colunga lo reemplazó en la Facultad de Medicina así como se encargó de cumplir los diversos encargos y solicitudes que le hiciera. Pruebas indudables del alto grado de confianza que Raimondi tuvo en Colunga, fueron los poderes absolutos para la administración de sus bienes e ingresos, mediante carta notrarial, que Raimondi entregó al doctor Colunga estando en Cerro de Pasco el 15 de setiembre de 1867. Posteriormente lo hizo nuevamente en la ciudad de Huaraz el 7 de enero de 1868. Han quedado poco más de cien cartas que Raimondi escribió a Colunga en el período de 1858-1868, época de viajes del naturalista, en las que solicitó reiteradamente la provisión de libros, instrumentos de medición, encargos a terceros y diversas gestiones a su nombre.
La construcción de un Jardín Botánico en la Facultad de Medicina, que facilitara el estudio de las plantas por los estudiantes de medicina, fue un proyecto del doctor Hipólito Unanue y que venía desde principios del siglo. En 1859 hubo tentativas para adquirir el Jardín del Matadero pero recién en 1867 la Facultad de Medicina adquirió la Huerta de Mestas, finca esquina de dicha calle, propiedad del Convictorio de San Carlos, con cargo a pagar una renta anual (4).
En 1868 el doctor Colunga formó parte de la comisión inspectora para la construcción del Jardín Botánico.
El 30 de junio de 1869 el doctor Colunga fue incorporado como Socio Protector a la Sociedad Amantes de la Ciencia, siendo presidente de dicha institución el doctor Manuel Barrios.
El 28 de enero de 1869 el Congreso resolvió que se lleve a cabo la publicación de la obra de Raimondi así como la adquisición de sus colecciones para ser colocados en un museo que se denominaría el Museo Raimondi.
El 20 de abril de 1870 la Facultad de Medicina tomó posesión de la huerta de la Encarnación, contigua a la de Mestas, y el doctor Colunga fue encargado para acondicionar el local donde se establecería el Museo Raimondi, cuya creación se había hecho con el decreto supremo del 12 de abril de 1869. En efecto, el decano Miguel E. De los Ríos comisionó al doctor Colunga, el 6 de mayo de 1870, para reemplazar al doctor Sebastián Lorente, quien había viajado a Europa en misión gubernamental.
Por aquel entonces, a diferencia de lo que sucedía con la enseñanza de filosofía, jurisprudencia y teología, la docencia de las ciencias exactas y naturales tenía muchas deficiencias en cuanto a la disponibilidad de gabinetes, museos y laboratorios. Parte de este interés por mejorar las cosas fue la creación del Jardín Botánico.
Gracias a gestiones del decano Miguel E. De los Ríos, la ayuda gubernamental y a las donaciones de particulares e instituciones nacionales y extrajeras, el Jardín Botánico fue adquiriendo una prestancia, belleza y valor científico notable para su época. Para mejorar la manera de instalar el museo y el Jardín Botánico, por acuerdo del 29 de junio de 1871, la Facultad de Medicina solicitó al Gobierno la contratación de profesores extranjeros. Fue así que el Gobierno contrató los servicios de los profesores franceses Pedro La Blanc y J.B.H. Martinet para la enseñanza de la Química Analítica y Botánica, respectivamente. El doctor Martinet recién se hizo cargo de la enseñanza de la Botánica en 1874 e, inclusive, llegó a publicar un libro sobre el tema. Los contratos vencieron en 1875. También le fue encomendado al doctor Martinet la clasificación de las plantas del Jardín Botánico que, todo ello, se perdería durante la ocupación chilena.
La Societé Franƒaise de Bienfaisance aceptó al doctor Colunga como Socio Honorario, mediante carta que le enviara el vicepresidente de la institución y el secretario, los señor B.V. Fournier y Julio Gomien, el 23 de mayo de 1871, agradeciéndole por "los liberales y sabios servicios" que prestar como médico de la Quinta Francesa.
En 1872, el 7 de setiembre, cuando Raimondi renunció a la cátedra de Historia Natural Médica, el doctor Colunga pasó a ocupar el cargo interinamente, contando con la recomendación del sabio italiano, hasta abril de 1875 en que fue confirmado como titular.
El doctor Colunga vivía en una antigua casa de la calle de San Andrés N° 819, en el actual jirón Huallaga. En muchos aspectos, Lima era aún una ciudad virreinal hacia mediados de la segunda mitad del siglo pasado, con unos 110,000 habitantes que se agrupaban en varias clases sociales o castas que, por lo general, correlacionaba en lo racial y en el estado económico (blancos, mestizos, indios, negros y chinos). Una ciudad que conservaba sus murallas, tachonada de antiguas iglesias, con calles empedregadas, con pilas y pilones públicos, con inmundas acequias como desagües, con grandes casonas de dos pisos con zaguanes y patios interiores, con sus callejones populares, con sus casas comerciales de propietarios extranjeros en buena parte, por citar algunas de sus características. Se vivía un ambiente de malestar político, económico y social. La Caja Fiscal se encontraba quebrada. La lucha por el poder entre los militaristas y el sector privilegiado de la población llegaba a su apogeo. Las diferencias entre los "Ayacuchos" y los civilistas, más que el hecho de vestir o no vestir uniforme, pues lo había con él y sin él en ambos bandos, radicaba en intereses de índole socioeconómica y política.
Don Manuel Pardo, quien fue alcalde de Lima en el período 1869-1870, fue uno de los inspiradores de la fundación del Partido Civilista, lo cual ocurrió a mediados de 1871. Este partido político representaba a la clase dominante del Perú de ese entonces. Allí comulgaban los terratenientes, los ex-consignatarios del guano, los industriales y buena parte de los profesionales e intelectuales de la época.
El doctor Colunga fue un gran amigo de don Manuel Pardo, quien fue lanzado por los civilistas como candidato presidencial para el período 1872-1876 y resultó elegido por el voto popular, así como fue amigo de otros connotados civilistas, especialmente de los profesores de la Facultad de Medicina. El doctor Colunga fue un civilista confeso, sin caer en el sectarismo o fanatismo político que lo llevara a renunciar su colaboración o participación con simpatizantes o adeptos de otros partidos políticos.
El 2 de setiembre de 1872 fue designado inspector de rentas de la Facultad de Medicina. En 1873 formó parte de la Comisión Administradora del Jardín Botánico.
Se doctoró en Ciencias Naturales el 25 de setiembre de 1874. En ese año de 1874, contando con 38 años de edad, nació su único hijo, que fue bautizado como Miguel Felipe, mas tuvo que pasar por el penoso trance de perder a su esposa a los diez días del parto. El doctor Colunga no volvería a casarse pero hay testimonios de romances posteriores, por lo menos así consta en una fotografía dedicada a él por una devota amada. En octubre de 1874 se hizo el proyecto del Museo Raimondi y el doctor Colunga fue nombrado presidente de la Comisión Administradora del Jardín Botánico, y creó el reglamento de funcionamiento del mismo. El proyecto oficial incluía además la construcción de un Anfiteatro Anatómico y un laboratorio de Química. De allí en adelante, su nombre quedaría ligado al jardín en mención por el interés que puso en él como por las circunstancias que ocurrirían, como veremos posteriormente.
El doctor Colunga se dedicó básicamente a la docencia en las Facultades de Medicina y de Ciencias. Por aquella época ya eran conocidas las doctrinas de Lamarck y Darwin; y, por sus ideas, junto con el doctor Celso Bambarén, adquirió la fama de evolucionista e incrédulo (5).
No ejercía propiamente como médico, salvo cuando sus más allegados se lo solicitaban. Desarrolló un especial interés por los cargos administrativos, que lo llevaron gradualmente a ocupar cargos importantes de los recintos universitario a los establecimientos públicos.
En 1875 ocupó el cargo de inspector municipal de paseos en el Concejo Provincial de Lima, siendo alcalde el médico político doctor Francisco Rosas.
En 1878 fueron publicados, por la Imprenta del Estado, los tomos I y II de su obra "Lecciones de Botánica". En este sentido, el doctor Colunga fue uno de los primeros profesores de la Facultad de Medicina en considerar la necesidad o falta de libros y textos redactados por profesores nacionales. Desafortunadamente no fue imitado por un buen tiempo.
En abril de 1879, el caos interno se sumó un conflicto internacional: Chile declaró la guerra al Perú. Perdida la Campaña Naval en Angamos, en octubre de ese año, se sucedieron las batallas terrestres de la Campaña del Sur que nos fueron adversas. La Facultad de Medicina contribuyó con material humano y parte de su material quirúrgico de enseñanza para ser utilizado por los cirujanos en el frente.
En Octubre de 1879, los alumnos de la Universidad Mayor de San Marcos formaron la columna "Carolina" y ofrecieron sus servicios al Supremo Gobierno. Los estudiantes de medicina, al no poder concurrir a los ejercicios militares por la naturaleza de sus estudios, solicitaron, a través de su decano el doctor Manuel Ocriozola, formar una columna especial, la columna 1ndependencia", formada por los estudiantes de medicina cuyos servicios no habían sido requeridos en las ambulancias del ejército. El 20 de octubre el Gobierno aceptó el pedido y refrendó la elección de los oficiales hecha por los estudiantes sanfernandinos. Por decreto del 14 de noviembre de 1879 el doctor Colunga fue nombrado Teniente coronel y Primer jefe de la columna "Independencia" de la Guardia Nacional (6). Esta columna nunca entró en combate como tal, pero este gesto puso de manifiesto la confianza y respeto de profesores y alumnos hacia el doctor Colunga.
A mediados de 1880 empezó los preparativos para la defensa de la ciudad. Así, fueron convocados los ciudadanos a formar las divisiones de la reserva. Por Decreto Supremo del 17 de junio de 1880, todos los profesores y alumnos universitarios pasaron a formar la Tercera División de la Reserva. De toda la Reserva sólo pelearía una división. Todas las demás, incluyendo la tercera, fueron disueltas por los oficiales al saberse que la línea de defensa de Miraflores había sido penetrada y las enviaron a sus casas (7, 8).
Habiendo sido desactivadas las ambulancias civiles, la atención de los heridos de las batallas de San Juan y Miraflores fue muy limitada. Pero, como lo recordaría el doctor Leonidas Avendaño años más tarde, todos los médicos cumplieron con su deber en la Defensa de Lima. Por supuesto que ello fue en la medida de sus posibilidades. En realidad, era muy poco lo que podían hacer los médicos de ese entonces para situaciones cruentas, como lo fueron las batallas de San Juan y Miraflores. Los conocimientos sobre asepsia y antisepsia no eran muy difundidos aún, no había antibióticos, no se hacía transfusiones sanguíneas, no se realizaba infusiones endovenosas, la anestesia era rudimentaria y no había analgésicos potentes, las técnicas quirúrgicas y traumatológicas tenían muchas limitaciones, etc. En fin, la mortalidad fue altísima y la morbilidad, secuelas, también. Sobrevivir luego de haber sido herido en combate era un milagro realmente.
La población de Lima tuvo que soportar la ocupación chilena y con ello el saqueo sistemático de sus instituciones. Esto ocurrió también con la Facultad de Medicina. El 27 de febrero de 1881 el doctor Colunga informó al decano, doctor Manuel Odriozola, sobre el hecho de que la puerta del Museo de Historia Natural había sido deschapada por los soldados chilenos al igual que la mampara que lo separaba de la Biblioteca y del Laboratorio de Química, habiéndose sustraído muebles, reactivos y otros bienes. El reclamo que hizo el decano al jefe político y militar de la plaza, el oficial chileno don Cornelio Saavedra, no obtuvo respuesta.
Doña Antonia Moreno de Cáceres, esposa del general Cáceres, quien hacía la resistencia en la sierra, recordaría en sus memorias: "El doctor Colunga sirvió a nuestra causa. Me habían dicho que tenía bayonetas y en seguida me dirigí a él de este modo: Doctor, sé que tiene usted armas; no me las va usted a negar: las quiero para mandárselo a mi marido a su campamento. Con mucho gusto, señora, pero como las tengo enterradas en el Jardín Botánico, ¿cómo hacer para sacarlas de allí- No se apure, doctor; entre usted y yo las sacaremos. Y sin más trámite, nos pusimos a la obra, desenterrando toda la noche las bayonetas, aunque no dejábamos de estar nerviosos. Felizmente, Dios nos protegió y todo salió bien" (9).
El episodio relatado debió suceder antes de que el batallón chileno "Aconcagua" acampara en el Jardín Botánico. El 9 de abril de 1881, el decano solicitó la entrega de los objetos que se guardaban allí, lo que se consiguió y fue el doctor Colunga el encargado de hacerlo. Las tropas acuarteladas causaron innumerables destrozos de árboles y plantas, lo que llevó a la protesta escrita del decano, el 6 de mayo de 1881 (10).
El doctor Colunga formó parte del Concejo Provincial, que tuvo como alcalde al general César Canevaro durante la ocupación chilena, mostrando una actitud patriótica en todo momento como cuando se opusieron a la intervención de los invasores a la alcaldía, en diciembre de 1881, luego que el presidente don Francisco García Calderón fuera enviado prisionero a Chile por no firmar una paz con cesión territorial (11).
Habiéndose retirado los chilenos a mediados de 1883, el doctor Colunga participó activamente en la rehabilitación de la Facultad de Medicina y del Jardín Botánico. Aunque Raimondi puso a buen recaudo sus colecciones, bajo la bandera italiana, el local destinado a su museo quedó en tan mal estado luego de la ocupación chilena que nunca más funcionaría como tal. No obstante los reiterados reclamos de Raimondi para recostruir el museo, el desorden gubernamental lo impidió. A la muerte de Raimondi, en 1890, su legado pasó a la Sociedad Geográfica de Lima y seguiría un curso hacia la desintegración.
En octubre de 1884, fue partícipe también de la gallarda actitud de los profesores de la Facultad que renunciaron en apoyo del decano, el doctor Manuel Odriozola, quien había sido depuesto por no acatar un exabrupto, nombrar sin concurso a un profesor, del general Iglesias quien era el Presidente Provisorio de la nación. Se nombraron nuevas autoridades y profesores. Los docentes depuestos formaron, luego de numerosas sesiones, la Academia Libre de Medicina con la finalidad de cultivar y mantener la actividad científica médica nacional.
En diciembre de 1885 Iglesias dimitió, y se hizo cargo del gobierno una Junta de Ministros que devolvió los cargos a las autoridades depuestas de la Facultad de Medicina. En febrero de 1886, el doctor Colunga y los demás profesores renunciantes fueron restituidos en sus cargos.
Entre 1885 y 1886 aparecen sus "Apuntes de Zoología", en dos tomos. Esta obra fue reproducida por partes en los primeros números de la Gaceta Científica, órgano de la Sociedad Amantes de la Ciencia, cuyo primer volumen apareció el 15 de octubre de 1884.
La Sociedad Amantes de la Ciencia lo nombró Miembro el 13 de marzo de 1886, mediante carta donde el doctor Alberto Gadea le escribiera: "Al hacer esta elección la Sociedad a nombre de la cual tengo el honor de dirigirse a Ud. ha tenido en consideración sus altas dotas y entusiasmo por el progreso de las Ciencias en el país, por lo que espera aceptará Ud. esta prueba de distinción; y que inspirados en los laudables fines que persigue con vehemencia este instituto, se digne prestarle su apoyo y el concurso de sus conocimientos que tanto necesita ..."
La Academia Libre de Medicina funcionó hasta el 22 de setiembre de 1989, en que se convirtió en la Academia Nacional de Medicina, siendo miembro fundador de la misma el doctor Colunga.
En 1889 lo tenemos como diputado por la provincia de Lima en el Parlamento Nacional durante el gobierno del General Cáceres. A decir de Basadre, nuestro ilustre historiador, los civilistas ya no eran un partido con arraigo popular y reunía a los profesionales y propietarios urbanos y rústicos, a la gente que se decía decente y que era acaudalada, y a la que se sumaban los gamonales de las provincias. Esta etapa de incursión en la política es una de las facetas más opacas del doctor Colunga, probablemente porque no estuvo a tono con la intriga y el contubernio político que reinaba entre las clases dirigenciales del país. Basta revisar la historia del Perú de esos años para tener una idea de la anarquía política en que se vivía.
En 1890 nuevamente acompañó al general César Canevaro en la alcaldía de Lima, como síndico de gastos y miembro de la Comisión de Espectáculos.
Fue aceptado como socio activo del Club de la Unión el 5 de enero de 1891, siendo presidente de la institución don César Canevaro.
Durante el Congreso Científico Latino-Americano realizado en la ciudad de Montevideo (Uruguay), en 1891, fue nombrado Miembro Honorario.
La Asociación Dental de Lima lo acogió como Socio Honorario en su sesión del 2 de julio de 1892.
Fue catedrático titular de Anatomía desde el 14 de abril de 1894, y ejerció el cargo de decano de la Facultad de Ciencias desde 1899 hasta 1902, en que renunció.
Valdizán lo recordó por su rectitud ejemplar, por su voz apagada, por su puntualidad para las clases y su esmero por terminar las materias que enseñaba, por su aspecto marcial y vestido siempre con chaqueta y sombrero de paño blando, atisbando a las gentes en la puerta de la Botica Remy en la calle de Mercaderes, con sus monólogos musitantes y su tic de cogerse la parte anterior del cuello (12).
El doctor Colunga fue candidato al cargo vicerrector de la Universidad Mayor de San Marcos en las elecciones universitarias del 20 de marzo de 1899 pero resultó elegido el doctor Lino Alarco.
Nuevamente en 1899 formó parte de la concejalía limeña como síndico de gastos y miembro de la Comisión de Espectáculos, teniendo como alcalde a don César Canevaro.
El doctor Colunga tuvo una hermana, doña Juana, que murió soltera y sin dejar descendencia, con más de 80 años de edad, en 1908.
El doctor Colunga falleció de uremia el 2 de febrero de 1914 en Lima. Su cuerpo fue embalsamado y enterrado el 5 de febrero en el Cementerio General, en el cuartel San Ezequiel N2 58 letra "A". A su sepelio acudieron los profesores de la universidad y los discursos de orden estuvieron a cargo de los doctores Rómulo Eyzaguirre y Antonino Alvarado por las Facultades de Medicina y Ciencias, respectivamente (12).
Dejó un hijo, don Miguel Felipe Colunga que, en segundas nupcias, con la señora Victoria Macías, tuvo dos hijas, Victoria y Julia.
El doctor Colunga vio nacer la moderna Facultad de Medicina Lima, contribuyó a su breve apogeo, tuvo una actitud responsable y patriótica durante la amenaza exterior a nuestro país y el avasallamiento de los invasores, y durante las luchas intestinas por el poder en la Lima que se fue y la que venía apresuradamente con el siglo XX. En resumen, como lo hemos visto, fue testigo y actor de su tiempo.
Entre las publicaciones que dejara el doctor Colunga tenemos:
1.- Lecciones de Botánica. Tomo I. Imprenta del Estado, Lima, 1878.
2.- Lecciones de Botánica. Tomo II. Imprenta del Estado, Lima, 1878.
3.- Apuntes de Zoología. Primera parte. F. Masías y Ca., Lima, 1885.
4.- Apuntes de Zoología. Segunda parte. J. Francisco Solís, Lima, 1886.
5.- Informe sobre la enfermedad de la vid (con los naturalistas A. Raimondi y J.B.H. Martinet).
6.- Informe acerca del peligro derivado de los cultivos de arroz cerca de la población (junto con los doctores Mariano Arosemena Quesada y Martín Dulanto).
7.- Requisitos para matricularse en Farmacia (con los doctores José A. de los Ríos, Belisario Sosa y Manuel C. Barrios) Monitor Médico, Lima, vol. VIII.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1. Gaceta Médica de Lima 1859; año III, tomo III, núm. 56.
2. Gaceta Médica de Lima 1860; año VI, tomo IV, núm. 80:398.
3. Valdizán, Hermilio. La Facultad de medicina de Lima 1811-1911, Sanmartí y Cía., Lima, 1911. pp 227.
4. Valdizán, Hermilio. Botánico Jardín. Diccionario de Medicina Peruana 1938; tomo II: 172-3.
5. Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Editorial Universitaria, Lima, 1969, Tomo VII, pp 156.
6. Herrera, Jenaro E. La Universidad Mayor de San Marcos y la Guerra del Pacifico (1929). Colección Documental de la Historia del Perú (1879-1884). Comisión Nacional del Centenario de la Guerra del Pacífico, Lima 1981. Capítulo VI, pp 191-8.
7. López Martínez, Héctor Piérola y la Defensa de Lima. Con Testimonios sobre las Jornadas del 13 y 15 de Enero de 1881. Editorial Ausonia Talleres Gráficos S.A., Lima, 1981.
pp 16.
8. Ibidem López Martínez. Lo Que Yo Vi. Apuntes de un Reservista sobre las Jornadas del 13 al 15 de Enero de 1881, por Alberto Ulloa, pp. 113.
9. Moreno de Cáceres, Antonia. Recuerdos de la Campaña de la Breña (Memorias). Editorial Milla Batres, Lima 1a. ed., 1974. pp 23.
10. Valdizán, H. (1911) Op. cit., pp 268-70.
11. Guerra, Margarita. La Ocupación de Lima 1881-1883. Pontificia Universidad Católica del Perú. Dirección Académica de Investigación, Instituto Riva Agüero, Lima, 1991, pp 300.
12. Valdizári, H. (1938) Op. cit., pp 138-40.
13. Nota Necrológica. Doctor Miguel F. Colunga (1836-1914).La Crónica Médica 1914: año XXXI, N° 605:65-6.
AGRADECIMIENTOS
A la señora Victoria Colunga Macías de Agüero, nieta del doctor Miguel F. Colunga, y a su hija, la señorita Marisol Agüero Colunga, por haber puesto a disposición del autor de la presente nota su archivo familiar, con las cartas, documentos oficiales y fotografías que ha permitido realizar este trabajo.
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Publicado en el Boletín de la Sociedad Peruana de Medicina Interna - Vol.5 Nº 4 - 1992
El Dr. Colunga, se desempeñó como docente de botánica en la Facultad de Ciencias de la UNMSM. (dato aportado por Blanca León).
Saludos
Jonatan Saona
Nunca había escuchado acerca de este caballero, en verdad me ha conmovido leer sobre un hombre de a piede aquel tiempo.
ResponderBorrarEs decir, no fue un Grau, un Cáceres, un Ugarte, etc, pero fue también un gran héroe, un héroe "anónimo" como aquellos miles y miles de peruanos que dieron lo mejor de sí por nuestro país y que hoy, lamentablemente, hemos olvidado.
Gracias por compartir este post, muy interesante.
Gracias y que hoy, lamentablemente, hemos olvidado.
Nunca había escuchado acerca de este caballero, en verdad me ha conmovido leer sobre un hombre de a pie de aquel tiempo.
ResponderBorrarEs decir, no fue un Grau, un Cáceres, un Ugarte, etc, pero fue también un gran héroe, un héroe "anónimo" como aquellos miles y miles de peruanos que dieron lo mejor de sí por nuestro país y que hoy, lamentablemente, hemos olvidado.
Gracias por compartir este post, muy interesante.
Yo tampoco habia escuchado nada aobre el Dr.Colunga su vida y todo aquello que hizo en defensa de la patria,orgulloso estoy de el y de todos los heroes anonimos dignos de imitar.Si algun decendiente de algun heroe anonimo pudiera relatarnos los hechos realizados por su pariente se lo agradecere.Soy orgullosamente Peruano Catajo.
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