11 de marzo de 2025

Llegada de los vencedores

Detalle del arco levantado por los obreros

La llegada de los vencedores
Fuente: “El lector del Soldado chileno”,
M.J. Herrera Sotomayor,
Ejército de Chile, 1890, pp.139-140.

Nunca Santiago se había engalanado tanto. Ochenta mil almas llenaban la Alameda i calles de los costados.

En todo el trayecto se habían construido palcos para las hermosas i radiantes damas que, como flores y perlas entrelazadas, aparecían en encantadores racimos.

Por todas partes se alzaban arcos triunfales. Ninguna beldad dejaba de tener sus manos ocupadas con flores i coronas; ningún hombre había olvidado colocar en su pecho la bandera victoriosa.

A las dos i media de la tarde principió a retronar el cañón en el cerro Santa Lucía para anunciar a la capital que principiaba la entrada del general bravo entre los bravos i feliz entre los felices; del glorioso marino que traía su frente iluminada por la estrella de Prat, i de los batallones Artillería de Marina, Navales, Chacabuco, Atacama, Coquimbo, Chillán, Valdivia, Colchagua, Melipilla, Valparaíso i Quillota.

Era tanta la concurrencia, que se veían ocupadas hasta las copas de los seculares árboles que hizo plantar O’Higgins i que ya habían visto la entrada triunfal del general Bulnes hacia cuarenta años.

El general Baquedano montaba arrogantemente un brioso corcel que se le había enviado personalmente para este acto por los señores Correa. Lo rodeaban los coroneles Lynch, Amunátegui, Gorostiaga, Cortés, Gatica, el capellán de ejército Fontecilla y el secretario don Máximo R. Lira.

El general llamaba también la atención del pueblo por su modesto uniforme. Vestía levita de campaña sin ningún bordado, i kepis, en vez de sombrero apuntado.

Después seguía el almirante Riveros acompañado de su estado mayor, en coche descubierto. El pueblo quitó los caballos i arrastró el coche con sus brazos.

Luego se admiraban los estandartes tomados al enemigo.

Los vítores atronaban el aire i los vencedores se veían abrumados por la lluvia de las flores más bellas i perfumadas de todos los jardines.

En esos sublimes momentos el corazón entero de Chile se estremecía de júbilo i los ojos se llenaban de lágrimas.

No hubo un chileno que entonces no dijera: “Después de ver esta manifestación de la Patria agradecida hacia sus invencibles guerreros, no importa, que venga la muerte”.

Los huérfanos del Asilo de la Patria cantaron un himno especial, i frente a la estatua de San Martín los vencedores fueron felicitados por el Presidente de la República, los Ministros de Estado y la Municipalidad.

En el arco construido por la Sociedad de Talleres había una granada que, al pasar el general, se abrió, dejando caer una lluvia de versos en papel de todos colores.

En muchos puntos coros de señoritas cantaban hermosos himnos al pasar cada batallón.

Algunos de estos coros se componían de ciento veinte cantantes.

Pronunciaron discursos don P. N. Préndez, don Justo Arteaga Alemparte i otros caballeros.

La calle del Estado estaba cubierta de arcos í tapizada de flores.

Al llegar a la Catedral, el general llevaba más de veinte coronas i otras tantas el almirante.

En la Catedral todos los estandartes de los batallones fueron conducidos al altar de la Vírjen del Carmen, que aparecía entre una nube de banderas i flores.

El general y el almirante presentaron sus espadas en el altar mayor ante el Dios de los ejércitos, las que fueron bendecidas por el Ilustrísimo Obispo de Martyrópolis.

Por la noche, cuando los vencedores llegaron al Teatro Municipal, toda la concurrencia, hombres i señoras, se puso de pié i los aplaudió con frenesí. ¡Oh, hermosos días de la Patria, quiera el Dios de las batallas que nuestros descendientes os vean también!...


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Departamento de Historia Militar. "Revista de Historia Militar", n° 4, diciembre 2005.

Saludos
Jonatan Saona

2 comentarios:

  1. de cada 10 rotos ...6 quedarían para siempre de abono e tierras peruanas ,,muchos de los genocidas de este desfile ...serían repasados en 1891 serían parte de los más de 28,000 muertos que los ingleses mataron para quedarse con las salitreras robadas ..

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    1. De acuerdo a eso ¿Las fuerzas chilenas tuvieron un 60% de bajas fatales en esa guerra? ¿Fueron genocidas? ¿A que 28.000 muertos en 1891 se hace referencia?
      Favor de compartir conocimientos, y siempre estamos disponibles a aprender.

      Raúl Olmedo D.

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