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Ildefonso Murguía |
Parte Oficial de Ildefonso Murguía sobre la batalla del Alto de la Alianza
Comandancia General de la extinguida División Reserva de la Ala Derecha del Alto de la Alianza
Oruro, Agosto 13 de 1880
Señor Ministro:
Herido durante la acción de armas del 26 de Mayo último, hasta el punto de serme material y absolutamente imposible continuar más acá de Tacna, mi retirada con los restos del ejército nacional, ni con los del amigo y aliado el de la noble herma na la República del Perú, creí, fundadamente, que mi segundo en el mando de la división reserva del costado derecho del Alto de la Alianza, el coronel don Balvino D. Medina, pasara a quien correspondía o en su defecto a ese Ministerio el parte oficial de las operaciones militares de la división que yo y él respectiva y ordenadamente comandábamos; pero desde el 26 de Mayo aludido hasta el 7 de Julio, es decir, después de un mes y medio del combate, es cuando, como aparece en el registro oficial de la República número 43 y su fecha, 3 de los corrientes, recién se ve aquel parte importante por muchos conceptos que no se escapan a la elevada penetración de V. S. y en el cual, sin embargo, he notado con profundo sentimiento por la honra de las armas nacionales, muchos vacíos trascendentales, inexactitudes y deficiencias que como Comandante General de la referida división y como tal, subordinado del esclarecido señor General Presidente y Director Supremo del memorado combate, no puedo pasar en silencio, menos que nunca hoy que el honroso programa de guerra de Bolivia y el Perú exige que sus soldados y defensores hablen la verdad toda entera, tanto en las infaustas horas de los reveses como en las espléndidas de la victoria; creería pues de fraudar la alta confianza del señor General Presidente de mi patria y de la digna aliada si no hiciera constar el brillante papel que a los jefes, oficiales y soldados de mi invicta división les cupo en suerte desempeñar en aquel desgraciado combate, si bien de glorioso sacrificio para aquellos que como tan buenos hijos de la patria, no supieron abandonar el campo sino diezmados, después de arrollar al triple número de enemigos con enseñas que aún conservan algunos y cediendo ante innumerables huestes y muy superiores en elementos bélicos y trabajo en aquel memorable día.