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Puente Topater (Calama, post guerra) |
La defensa de "Calama" según el relato de un corresponsal chileno
Las acciones bélicas de Calama se desarrollaron así, según la versión de Félix Navarra, de nacionalidad chilena, versión que está contenida en una carta de fecha 26 de Marzo de 1879, titulada "Episodios de la Guerra del Pacífico":
Para dar una idea más exacta, señor y amigo mío, de este ataque, el primero en nuestra guerra, será necesario que sigamos lo más cerca posible a los diversos pelotones que tomaron parte en la refriega.
Una de las columnas exploradoras iba al mando del alférez don Juan de Dios Quezada, y fue encargada de reconocer el vado del Topáter que está cerca del camino llamado de Atacama. Para apoyar a esta partida, se destacó una compañía del 4o. de línea.
La exploración hasta llegar a las inmediaciones en donde estaba uno de los puentes hechos destruir por el doctor Cabrera, convertido en valeroso y activo general, no encontró ni indicios del enemigo y como llevaba por guía al prisionero Calixto Maldonado, se aventuró en el río. Los altos arbustos que interceptaban la vista dejando a veces sólo estrechísimos senderos por donde hay que atravesar las remansas aguas del Loa, no permitieron ver, a nuestros cazadores, que el enemigo descendía hacia los enmarañados chilcales del río y bajaba a cerrarles el paso.
Fue así como, cuando más confiados y desprevenidos se hallaban nuestros soldados, fueron recibidos por una descarga de fusilería hecha por un enemigo invisible, parapetado en las barrancas y chilcas del río.
Como el alférez Quezada no había recibido orden de atacar, sino de explorar, y aquel repentino ataque hizo encabritar a los caballos de sus cazadores, hubo un momento de confusión y los soldados volvieron bridas a fin de ir a dar cuenta de su reconocimiento y volver con el refuerzo que creían necesario para atacar con buen éxito.
Los bolivianos envalentonados con aquella retirada que ellos atribuyeron a derrota Y CON UN VALOR MUY DIGNO DE SER RECONOCIDO, abandonaron sus parapetos y tendiendo con tabla un puente provisorio sobre el Loa, traspasaron la corriente y persiguieron a nuestros cazadores.
Fuera ya del río, pero parapetándose siempre tras los chilcales y los vericuetos que también ellos conocían, continuó el combate, sostenido esta vez por nuestros Infantes del 4o. de línea".
Encuentro con Abaroa
"El combate entretanto se había trabado con encarnizamiento por parte de los bolivianos que habían franqueado el río. Confiada la defensa de aquel punto A UN VALIENTE OFICIAL LLAMADO ABAROA, ESTE Y LOS SUYOS DEFENDIANSE COMO LEONES, parapetados tras de las chilcas o de los arbustos, diseminados aquí o allá, disparando sus rifles o sus escopetas, cambiando constantemente de sitio, multiplicándose para los nuestros los puntos de ataque y veíanse obligados a disparar sus rifles, no sobre los enemigos a quienes no veían, sino sobre los grupos de arbustos donde veían brillar un fogonazo o donde veían levantarse una columna de humo.
PARA VENCER A ESTE PUÑADO DE VALIENTES QUE ASI DEFENDIAN EL PUESTO CONFIADO A SU HONOR, fue necesario que los nuestros emprendieran una verdadera cacería de mata en mata y AUN ALLI MUCHOS NEGABANSE A RENDIR SUS ARMAS Y ERA NECESARIO MATARLOS PARA QUE NO CONTINUASEN DISPARANDO.
Una escena diferente tenía lugar, entretanto en el nevado de Huaita, cuyo reconocimiento había sido encargado al bravo capitán de Cazadores a Caballo don Rafael Vargas, cuya fuerza se despachó apoyada por una compañía del 20. de línea al mando del capitán Arrate Larraín".
Astucia y fuga de Jurado
"El capitán Vargas llevando por guía al oficial boliviano prisionero JURADO, ENGAÑADO POR ESTE, traspasó el vado, y no encontrado el enemigo con quienes combatir, avanzó imprudentemente hasta las márgenes opuestas al Loa.
En este punto la ribera del río, formada por un barranco y completamente obstruida por los arbustos, no dejaba ver sino un sendero que iba a perderse en un potrero cercado por tapias.
-"¿Por dónde se va al pueblo?" preguntó el capitán Vargas a su guía.
Este indicó la senda y el potrero cerrado con tapiales, y Vargas con arrojo imprudente clavó los ijares de su caballo y a la cabeza de sus Cazadores ganó el revuelto camino con la idea de ser uno de los primeros en batirse con el enemigo y de levantar en el pueblo la bandera de la victoria.
Mas no bien se hallaron él y los suyos a ocho o diez metros de las pircas o murallas que encerraban el terreno, una descarga de fusilería, disparada casi a quemarropa, vino a advertirlo de su temeridad.
"EN ESE MISMO INSTANTE EL GUIA JURADO TIRANDOSE AL RIO, DESAPARECIO ENTRE LAS MALEZAS BURLANDO LA VIGILANCIA DE NUESTRAS TROPAS Y APROVECHANDO LA CONFUSION INTRODUCIDA POR LA SORPRESA.
El bravo capitán, reteniendo con mano de fierro su caballo que se encabritaba, no volvió bridas como Quezada, como habría sido lo conveniente y era su deber, sino que sintiendo el olor a pólvora y el estruendo de los fusilazos, empuñó su sable y quiso con él arremeter contra su enemigo bien parapetado y que le hacía fuego en cortísima distancia y de mampuesto.
Pero aquella bravura imprudente y temeraria sólo duró un instante; y viendo caer a sus soldados, cuyos caballos al sentirse sin jinetes huían espantados por entre la espesura, dio orden de echar pie a tierra y de atacar al enemigo tras de sus parapetos casi infranqueables. Tenía a sus órdenes el capitán Vargas al arrogante y bravo teniente don Sofanor Parra que, como él, pasado el momento de la sorpresa, peleó con
una serenidad admirable buscando al enemigo en sus atrincherramientos sin cuidarse del fuego, poco certero por fortuna, que el enemigo le hacía de sus parapetos.
Trabado de tal manera el combate en este punto que debía ser un extremo de la línea, el Estado Mayor pudo comprender que no había andado feliz en la iniciación del ataque, pues si bien era cierto que éste se había comprometido por la bravura del capitán Vargas, también lo era que la línea que era necesario atender abarcaba una gran extensión.
La artillería, colocada sobre una meseta a las faldas del cerro del Topáter, estaba completamente imposibilitada para obrar, pues el enemigo a quien debía combatir, hallábase diseminado o en pequeños pelotones en el tupido e impenetrable matorral.
Como sucedía en el vado del Topáter y en los potreros donde se batía el capitán Vargas con los suyos, era necesario ir a buscar al enemigo a sus propias guaridas Y BATIRLO AHI DISPARANDOLE CON LA BAYONETA AL PECHO PARA RENDIRLO.
Pero, no bien habían marchado aquellas fuerzas de reconocimiento, el ingeniero militar señor Martínez, acompañado de los voluntarios mineros de Caracoles habíase acercado al Loa, y sin preocuparse del fuego que le hacían desde opuesta ribera, construía cómodos puentes para dar paso a nuestros soldados.
Pero antes de que éstos pudieran dar paso a la división de reserva, cuya impaciencia era profunda al oír batirse a sus compañeros y no poder acudir en su socorro, algunos pelotones de soldados de la compañía del 2o, que habían marchado para apoyar a la caballería, con el agua hasta la rodilla o atascándose con el fango, acudían a los puntos donde era más activo el fuego.
El enemigo que atacara al capitán Vargas, desalojado en parte de sus trincheras de murallas, se parapetó tras enormes montones de pasto seco y de los chilcales vecinos al río, y desde ahí continuaba haciendo un fuego que producía muchas bajas en nuestras filas.
NO HABIA MEDIO DE VENCERLOS, PUES ELLOS CONOCEDORES DEL TERRENO, ATACABAN A MANSALVA y ocultándose en seguida en las zanjas, en los ribazos, tras del pasto o de las murallas.
Viendo aquella pelea porfiada, valerosa por ambas partes, en aquel terreno tan poco a propósito para atacar, pero tan adecuado para la defensa, parecía asistirse no al combate de dos ejércitos sino a una verdadera caza en que ERA NECESARIO BUSCAR AL LEON Y BATIRLO ENTRE LAS ZARZAS Y MATORRALES".
Estragos del humo y del fuego
"Cansados, al fin, nuestros Cazadores de aquella lucha, tuvieron la inspiración de allegar fuego a los montones de pasto, y con esto no sólo los privaron de sus mejores parapetos sino que con la densa humareda invadió al poco rato los vecinos matorrales, los bolivianos viéronse obligados a ceder campo y a replegarse siempre batiéndose, hacia el pueblo de Calama.
Se les alejó con el humo y el fuego, como a las ratas y esto era lo necesario, pues de otra manera la resistencia se habría prolongado mucho más tiempo.
Cuando ya se habían pronunciado en derrota, por esta parte, los bolivianos, el Capitán Vargas y sus Cazadores ocupábanse de recoger sus caballos dispersos y ahuyentados por el estruendo de los disparos, la compañía 2o. había logrado franquear el río y llegaba a prestar su ayuda a los Cazadores.
Muy poco después y por el mismo punto avanzaba el resto del 2o. de línea con su valiente comandante don Eleuterio Ramírez, mientras que por los puentes construídos por los mineros de Caracoles ganaba por la opuesta ribera el resto de las tropas chilenas".
El prodigioso Abaroa
"En el vado del Topáter se habían realizado por ambas partes prodigios de valor.
ABAROA EL ANIMOSO JEFE BOLIVIANO ENCARGADO DE LA DEFENSA DE ESE PUNTO, VIOSE ACRIBILLADO DE HERIDAS; CUAL EL NOBLE GALLO INGLES QUE MUERE EN LA ARENA DE LA RUEDA SIN DAR UN GRITO NI RENDIRSE, EL DESPRECIO LA VIDA QUE SE LE OFRECIA EN CAMBIO DE SU VASALLAJE Y MURIO COMO MUEREN LOS BRAVOS, INVOCANDO A LA PATRIA.
Ahí, y luego en otros puntos de la línea, el capitán San Martín, también de Cazadores, dio pruebas de ese valor sereno, tranquilo, que nada arredra. Como no pudiese atacar a caballo, subió a una muralla sin fijarse que ponía su cuerpo de blanco al enemigo y desde ahí dirigía el ataque como si se hubiese tratado de un rigodón en una sala de baile, solo fue herido en una oreja y no de gravedad.
En el vado del Topáter defendido por nuevas tropas bolivianas, la lucha fue más corta que en los de Huaita donde se había tendido el puente. Los Cazadores del capitán Vargas, sorprendidos, como he dicho, por la emboscada boliviana, pagaron muy caro su arrojo. Siete de ellos cayeron exánimes entre las zanjas y los chilcales y otros quedaron heridos de más o menos gravedad.
La llegada del 2o. de línea en los momentos en que el enemigo era desalojado por los Cazadores a Caballo de sus ventajosas posiciones, sirvió para precipitar la derrota en toda la línea.
Aniquilados los bolivianos en Topáter, batidos en Valquincha, que formaba su ala izquierda y donde el diligente ingeniero señor Martínez, tendió otro puente y desalojados de Huaita, LOS BRAVOS DEFENSORES DE CALAMA SE DISPERSARON HUYENDO POR ENTRE LOS CHILCALES HACIA EL CAMINO DE CHIU-CHIU".
"Estoy fatigado y voy a terminar. (Textual, escrito por el corresponsal)".
Luego sigue escribiendo:
Después de la victoria
"A los pocos instantes el ejército chileno ocupaba el pueblo, y el señor Sotomayor hacía saber por medio de un manifiesto, a los asustados habitantes de Calama, que nada tenían que temer hallándose protegidos por la bandera chilena.
A PESAR DE LA VICTORIA, NUESTROS ANIMOS ESTAN MAL IMPRESIONADOS.
LA SANGRE DE NUESTROS HERMANOS PESA SOBRE NUESTROS PECHOS Y AHOGA EL JUBILO Y LA ALEGRIA.
LA HEROICA RESISTENCIA DE NUESTROS ENEMIGOS INFUNDENOS CIERTA DESAZON, PUES PREVEEMOS LA GRAN CANTIDAD DE SANGRE AMERICANA QUE SERA NECESARIO VERTER ANTES DE OBTENER EL TRIUNFO DEFINITIVO.
La dirección del ataque tampoco nos satisface y pensamos con cierta tristeza en los prodigios de valor que necesitarán desplegar nuestros soldados cuando llegue el día de sostener un gran combate, SI CON QUINIENTOS HOMBRES BIEN ARMADOS TUVIMOS NECESIDAD DE BATIRNOS CERCA DE TRES HORAS CON SOLO CIENTO Y TANTOS CHOLOS PESIMAMENTE ARMADOS, QUE SUCEDERA CUANDO SE TRATE DE BATIR UNA FUERTE Y BIEN ORGANIZADA DIVISION?
Es verdad que el terreno es una cosa excepcional y que muy pocas batallas se habrán librado en sitio más aparente para la defensa; pero hay la idea de que si se hubiera dirigido el ataque con mayor prudencia, la rendición de esta plaza se hubiera realizado sin derramar una gota de sangre o por lo menos sin que el enemigo se escapara casi intacto con sus jefes y armas".
"Sería también una injusticia no reconocer el valor de nuestro jefe, el señor Sotomayor, pues se le vio animoso y sereno en los puntos de mayor peligro.
Hasta el momento de cerrar esta carta se han encontrado entre los chilcales y los pasos, diez y nueve cadáveres, y tenemos en nuestro poder unos veinte prisioneros.
El pueblo está tranquilo y se ha nombrado Gobernador de él al Comandante Eleuterio Ramírez.
El capitán Vargas con algunos de sus Cazadores ha emprendido la persecución de los enemigos que huyen hacia Chiu-Chiu.
La idea de que talvez pronto se acometa algo más serio para acercarnos a La Paz, me reanima y conforta.
El grito de ¡Victoria! lanzado por nuestros valientes...
Para Emma, tan animosa, tan noble y tan patriota, tendrá una lágrima...
¡Quién pudiera verla cuando reciba la noticia del triunfo...
Hasta luego señor y amigo.
FELIX NAVARRA"
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Diario "Presencia". Año XIII n° 2754. La Paz, miércoles 23 de marzo de 1966.
Saludos
Jonatan Saona
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