"Calama
Sea el estupor que causan los acontecimientos inesperados, sea la falta de elementos de resistencia, ú otras razones de debilidad, en la mañana del 14 de febrero de 1879, fuerzas chilenas desembarcadas de los buques de guerra, ocuparon Antofagasta con la menor resistencia, siendo Prefecto del Departamento el Coronel entonces Severino Zapata, y Comandante General el Coronel Belizario Canseco. No se sabe que uno ni otro hubiera concebido ningún plan de defensa del territorio sagrado de la patria; todo lo que se sabe es, que tanto el uno como el otro, procuraban calmar la indignación de los pocos soldados de la Policía que rehusaban entregar sus armas al invasor y á cuyo acto humillante les obligaron las autoridades indicadas.
La noticia de este atentado se recibió en Caracoles en las primeras horas del día 15, á la vez que el anuncio de la marcha de 75 hombres de las fuerzas chilenas sobre aquel mineral.
Aquella noticia -entre los pocos bolivianos residentes en Caracoles que alcanzaría al 4% respecto del número de los chilenos que ascendía á ocho mil- causó, no sólo reprobación de la debilidad de las autoridades de Antofagasta sinó la obligación de lavar con sangre la afrenta del día anterior.
El Sub prefecto de Caracoles Coronel Fidel Lara, consultó con el autor de estas reminiscencias lo que haría en tan aflictiva situación. El consejo fué que inmediatamente desocupara Caracoles con sus pocos soldados escasos de munición, y se situara en Calama, camino al interior. Este consejo obedecía á evitar á los pocos soldados del Caracoles la vergüenza de entregar sus armas á los chilenos como se había hecho en Antofagasta.
El Coronel Lara desocupó Caracoles según el consejo que se le dió, sin saber lo que haría en Calama, y sin tener acordado ningún plan de defensa ni en Calama ni en otra parte del tránsito.
Después de la desocupación dé Caracoles por el Subprefecto Coronel Lara, los pocos bolivianos residentes allí se reunieron en la casa que ocupaba el autor de estas tristes crónicas. En la imposibilidad de hacer resistencia alguna después de la vergonzosa ocupación de Antofagasta, y con la numerosa colonia chilena que amenazaba exterminar á todos los bolivianos, no había otra resolución que tomar sinó la de desocupar Caracoles en dirección al interior de la República.
Ni el que esto escribe, ni ninguno de los bolivianos arrojados del territorio nacional se daba cuenta de que Jefes del Ejército de Bolivia como los coroneles Zapata y Canseco, hubieran entregado impunemente Antofagasta á la fuerzas chilenas sin la protesta de sangre que imponía la situación.
En la tarde del 17 fué indispensable salir del lugar profanado por las armas chilenas; en los suburvios de la población encontramos al médico Dr. Saavedra con quien hicimos la marcha á Calama.
Hasta entonces no se tenía idea alguna de resistencia á las armas chilenas que habían ocupado Antofagasta y Caracoles Sólo al descender de la altiplanicie al Valle de Calama por una angosta y profunda quebrada por donde no pasa sinó un carruaje, pudo creerse posible una resistencia contra la agresión de Chile.
La impugne ocupación de Antofagasta era una afrenta para el nombre boliviano y se imponía la obligación de lavarla. Fué este uno de los motivos del pensamiento de la resistencia.
A la llegada a Calama, en la mañana del 18 estaba decidido hacer la resistencia en aquel Pueblo. El subprefecto José Santos Prada y los notables vecinos Eduardo Abaroa y Fidel Carrazana, á quienes se expuso la necesidad de la protesta y de la resistencia, ofrecieron ayudar con su persona y todos sus recursos.
Con este apoyo se procedió a la reunión de elementos de resistencia que apenas alcanzaron á 85 armas de fuego, entre rifles de diferentes sistemas, escopetas de caza y fusiles antiguos, muchos de estos con las cajas en mal estado y aseguradas con cuerdas. Trascurrieron 30 días en estos preparativos, sin que el Prefecto del Departamento ni el Comandante General hubieran -situado el primero en Cobija y el segundo en Tocopilla- remitido a Calama ningún recursos de guerra. Léjos de eso, en Cobija se detuvieron 9 quintales de pólvora fina que remitían á Calama los patriotas Manuel Morris y el Coronel Juan Balsa. De los 10 quintales remitidos no se recibió en Calama sinó uno, los nueve restantes se detuvieron con la frase: para qué el Dr. Cabrera necesita tanta pólvora; con un quintal le sobra.
Nueve quintales de pólvora fina habrían servido para la defensa de los tres puentes sobre el rio Loa donde tuvo lugar el combate.
La autoridad que se situó en Tocopilla, sin embargo de habérsele puesto en relación con casas extranjeras que podían prestarle recursos de guerra, se limitó á escribir á Calama: "no comprometa Ud. ningún combate antes que yo esté allí".
Es de notoriedad cómo se portó en la mañana del 23 de marzo día del combate, así como sus compañeros otro Coronel y un Comandante de Ejército.
Pocos días antes del 23 la autoridad situada en Cobija, en el peligro de ser tomado por los chilenos, dirigió á Calama 10 ó 12 hombres que le servían de escolta, y ella misma se incorporó en Calama tres días antes, sin acordarse de cuanto provecho habrían sido los nueve quintales de pólvora que abandonaba para que los chilenos la tomaran.
Considerados los escasos elementos de resistencia reunidos en Calama, había que aprovechar de las condiciones favorables de la naturaleza. El camino directo que de Caracoles á Calama conduce en el descenso de la altiplanicie, como se ha dicho antes, forma una quebrada profunda de zigzag que á la distancia de 10 ó 12 metros no es posible ver ni á los que descienden ni á quienes suben, con la circunstancia de que de la altiplanicie, se vé con toda claridad Caracoles, á pesar, de la distancia de 16 a 18 leguas. Se elijió como punto principal de defensa la quebrada citada, para el caso en que el ejército chileno tomará ese camino, en lugar del Limón verde ó el de Chiuchiu. A este propósito de defensa en la quebrada en donde se puede, no sólo embarazar la marcha de un ejército, sinó aún derrotarlo.
En previsión de que el ejército chileno descendiera por el camino de Limón verde ó Chiuchiu se preparó también la defensa en las márgenes del Rio Loa, cubiertas de bosque en todo su curso en donde fué preciso, ensanchar las partes estrechas del río por las que se podía saltar á pie ó a caballo.
El compañero más asiduo en todos los preparativos de defensa fué Eduardo Abaroa que conocía todas las sendas estrechas que conducen al río; y sólo con este concurso se pudo aprovechar de los accidentes de la naturaleza.
En este estado, se supo que se hallaba ya en Caracoles una división del ejército de Chile compuesta de las tres armas, caballería, infantería y artillería, aumentada además con 300 ó 400 rotos que se armaron en Caracoles y que tomaron el camino de Limón verde.
Ocho días antes del 23 de marzo, un parlamentario del ejército chileno intimó la rendición de Calama y la entrega de las armas. La contestación nadie la ignora. Entonces todavía no fueron pronunciadas las frases legendarias de Bolognesi en el Morro de Arica quemaremos hasta el último cartucho equivalentes á la contestación de Calama: "defenderemos las integridad territorial de la Nación hasta el último trance".
Desde el día de la intimación del ejército chileno para deponer las armas y entregar Calama se mandaban á la altiplanicie dos hombres de observación, para saber por cual de los tres caminos venía el ejército enemigo. Si venía por el camino del centro en donde se levantaron lijeros parapetos, había seguridad de que la resistencia. no sería estéril. Los dos hombres de observación ordinariamente regresaban de su comisión (de h. 8 á 9 p.m.). El día 22 hicieron este servicio dos jóvenes -Jurado y Maldonado. Eran ya cerca de las 11 de la noche y los comisionados no regresaban. Presunción fundada había para suponer que hubieran caído en poder del enemigo.
Así se le previno al compañero infatigable Abaroa.
A media claridad de la mañana del día 23 descendía el ejército chileno, por el camino donde se preparó la defensa. Los jóvenes de observación se dejaron sorprender en la altiplanicie, y quedó desconcertado el plan esencial de la defensa, preparada en ese camino. Quedaban las márgenes del Loa.
Allí fue la lucha que parece fabulosa, de la primera División del ejército de Chile compuesta de dos batallones de infantería, un regimiento de caballería y una sección de artillería, con 85 ciudadanos mal armados, que sinó todos perecieron fué á favor del bosque que los defendía y ocultaba á la vista de los invasores. Mientras estos se hallaban, como vulgarmente se dice, á pecho descubierto, los defensores de Calama estaban invisibles por el bosque. Los fuegos enemigos se dirijían al acaso y solo á los lugares en donde se notaba el humo de las malas armas de los defensores.
Solo así se concibe, que la resistencia hubiera durado mas de tres horas, y que no hubieran muerto los pocos hombres que hicieron la defensa en su totalidad.
La noticia de este primer combate en la guerra que se ha llamado del Pacífico hizo mucho ruido en el país y en el extranjero, indudablemente por la diferencia de los combatientes: 85 hombres mal armados, con la primera División del ejército chileno. En las primeras impresiones se citaron nombres, calificando de héroes á personas que á la vista del enemigo contramarcharon á Tocopilla, hasta abandonando sus armas, de otras que sin embargo de haberse alistado entre los defensores no se hallaron en las horas del combate y se reunieron a quienes habían sobrevivido solo á dos jornadas de camino al interior.
Hasta el Consejo Municipal de La Paz, presidido por el actual Ministro de Instrucción Dr. José Vicente Ochoa: al haber colocado en el Prado el busto de Abaroa ha incurrido en ese error. Consigna nombres de personas, ó que no se hallaron en Calama, ó que no tuvieron mas que el rol de soldados, sin embargo de que en su interesante libro "Semblanzas de la guerra del Pacífico" piensa de otro modo.
No hay justicia ni verdad histórica en hacer preterición de personas que si se han de calificar como héroes fueron tan héroes como los primeros. Puede juzgarse de los hechos siguientes: Los dos jóvenes Jurado y Maldonado que fueron sorprendidos en la altiplanicie la tarde del 22 se vieron obligados á conducir á las primeras partidas del ejército chileno por las secretas sendas que descienden al río Loa. Jurado condujo, al puente Carvajal defendido por el Teniente Coronel Emilio Delgadillo. Al llegar á ese lugar se tiró de la anca del caballo en que lo conducía un soldado, y á nado salvo á la orilla opuesta; Maldonado, rehusó enseñar la senda, apesar de las amenazas reiteradas de fusilarlo. Su persistente contestación fué: "no conozco la senda". Fue fusilado antes de comenzar el combate.
Un N. Menacho, que decía haber sido Capitán de ejército en el gobierno Melgajero, fué comisionado por 300 bolivianos que trabajaban en las salitreras del Toco, los mas de ellos antiguos soldados, para preguntar si habían armas que darles para incorporarse á la defensa de la pátria. Menacho quedó muy desconsolado cuando supo que hombres abundaban y faltaban armas. En los momentos en que el Coronel Lara y Abaroa iban á ser colocados en el puente Topater, se presentó Menacho con un pedazo de espada por toda arma y preguntó: ¿cuál es mi puesto? Se le contestó: incorpórese al Coronel Lara.
Un N. Marquina perteneciente al pequeño cuerpo de rifleros -cuyo mando se confirió á Abaroa- realizó la venta de una mina que tenía en el Inca, por ocho ó diez mil pesos, que para su humilde condición era una fortuna. Con el placer de haber recibido tanto dinero, faltó á dos ó tres listas de su cuerpo, y se le dió de baja. No conforme con esa separación se presentó á solicitar la reincorporación en su cuerpo de rifleros, y con lágrimas que salían incontenibles suplicaba: "Señor, es que Ud. me considera un cobarde, que no soy capaz de defender mi patria". Ante tan firme resolución se le reincorporó en su cuerpo.
Rotos ya los fuegos en el puente de Topater, fué indispensable proveer a la defensa del puente Carvajal á donde descendía parte del ejército enemigo. Allí se colocó al Teniente Coronel Emilio Delgadillo con 22 hombres y órden perentoria de no permitir la ocupación de ese puente. Al regreso de haber provisto esta defensa, los primeros cadáveres que se vieron en Topater fueron los de Menacho y Marquina, El de Maldonado que rehusó enseñar la senda secreta que conduce al puente Yalquincha, no fué encontrado.
Menacho era natural de Oruro, Marquina de Cochabamba, Maldonado, no se sabe de dónde procedía: se le consideraba como natural de Calama ó de Atacama. Quien sabe, si él mismo no conocía en dónde había venido á la vida. Así hay actores oscuros y desconocidos en los acontecimientos humanos, que sobresalen en sus actos heróicos, á quienes hacen ostentación de haber concurrido, á hechos en donde no han sido vistos.
Y, estos tres que han sacrificado su vida con las circunstancias que se refieren, no son también héroes, si es que así se califica á los que cumplieron con su deber en Calama?
Indudablemente, descuella entre los que murieron el 23 de marzo la figura de Abaroa. Como complemento de las referencias que de él se hacen, es obligatorio, como justo homenaje a su memoria, delinear algunos perfiles de su caŕacter.
Exesivamente sóbrio en la expresión de sus juicios internos, por medio de palabras jamás hizo observación alguna á las órdenes que recibía: las cumplía severa y extrictamente, Solo una vez. dijo: "Parece, señor, que Ud. no tiene plena confianza en mi; me verá Ud. el día del combate".
Siempre estaba con el caballo ensillado, esperando el momento de hacer uso de él, para el reconocimiento de las sendas secretas que por el bosque conducen al río, para las obras de ensanche de las partes estrechas, y para las excursiones nocturnas indispensables.
Comisionado para acompañar al parlamentario que intimó la rendición de Calama, hasta las márgenes opuestas del Loa, á su regreso hizo sus disposiciones testamentarias, como una persona a quien sus médicos le han notificado, que su enfermedad no tiene remedio, que es infalible su muerte.
En la mañana del 23, destinado a la defensa del puente Topater con el Coronel Lara, mientras se atendía al otro puente, Carvajal, Abaroa con 12 rifleros que se le dieron, entre ellos Marquina, atravesó el río sobre unas vigas de madera y se batía en el campo enemigo, defendido por los escombros de un rancho. Se le hizo contramarchar de tan temerario arrojo y se le intimó perentoriamente, que su puesto era la defensa del puente. Allí murió, después de haber consumido los 300 tubos que su rifle tenía de dotación.
Fué tan buen tirador de rifle que cazaba hasta picaflores.
¿Qué hacía el Gobierno mientras se preparaba con tan escasos elementos la defensa de Calama? Ocultó la noticia de la ocupación de Antofagasta por más de ocho días, por razones fútiles de las diversiones del carnaval, y rehusó conceder permiso á los Coroneles Julian María López y Ramón Gonzalez que solicitaron reiteradas veces ir en auxilio de Calama. El General Daza no permitió que los cuerpos del ejército mandados respectivamente por López y Gonzalez, regimientos "Húzares" y batallón "Illimani", se pusieran en marcha sobre Calama. Decía: "Cabrera es un ambicioso que no se propone sinó hacer bulla".
El Ministro de la Guerra General Jofre, ordenaba oficialmente al Coronel Lara, que se retirara á los minerales del Inca, distante 10 á 12 leguas de Calama, camino al Perú. Los minerales del Inca no tienen agua y los trabajadores se proveen de Calama. Creía talvez, el General Jofre que los chilenos que inmediatamente ocuparían Calama, serían tan generosos que enviarían agua al Coronel Lara. A este Jefe se le dijo: "Usted es libre de retirarse al Inca en cumplimiento de la órden del Ministro de la Guerra ó quedarse aquí". El contestó: "Si he de morir de sed y de hambre en el Inca, prefiero morir defendiendo la patria". En Topater fué herido aunque no de muerte.
Concurrieron en Calama todas las desventajas: falta de armamento, falta de concurrencia de los jefes que estaban obligados á la defensa del territorio nacional, falta de protección del Gobierno que rehusó enviar á los Coroneles López y Gonzalez con los cuerpos que mandaban.
Lo único de que no se carecía era, del entusiasmo con que los pocos defensores, esperaban el día del combate, sin tener en cuenta ni el escaso número de sus armas ni la superioridad del enemigo. Y ninguna relación mas gráfica de la desigualdad de los combatientes que la nota del fecundo historiador Vicuña Mackenna dirigida al Director del Museo de Santiago remitiendo un bastón que decía haber sido tomado en Calama como trofeo de guerra. Suponía el historiador chileno que el Jefe de los defensores de Calama, estaba armado de un bastón y contra una arma como ésta, mandó Chile, cuatro cuerpos de su ejército -dos batallones, un regimiento de caballería, una sección de artillería, además de los rotos armados en Caracoles.
El señor Mackenna, en el propósito de hacer ridícula la defensa de Calama, a quien ha ridiculizado es al ejército de su país que fué á batirse en tan gran número contra un bastón.
Así, la victoria no era dudosa, pero también la vergüenza."
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Cabrera, Ladislao. "La guerra de Chile de más de medio siglo", 1896
Saludos
Jonatan Saona
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