22 de abril de 2025

Buenaventura Mendoza

Tumba de Buenaventura Mendoza
R. P. Buenaventura Mendoza

Cura guerrillero. Combatió al enemigo en el desfiladero Escaleras, cercano a su parroquia de Huaripampa, muriendo heroicamente en la defensa de este pueblo (22-IV-82).

Huaripampa, distrito de la provincia de Jauja, tenía en 1882 poco más de cinco mil habitantes; pero en el pueblo mismo vivían apenas setecientas personas(1). Desarrollaban su existencia de manera apacible, con especial dedicación a las tareas del campo, sin urgencias, a la manera de los poblados de aquel tiempo. Allí las horas transcurrían lentamente.

La presencia de las tropas chilenas en el valle del Mantaro cambió sin embargo este panorama. Los habitantes tuvieron que transformarse en milicianos para defenderse de las tropas chilenas que, desde Jauja, los expoliaban continuamente. Huaripampa se había convertido en un granero inacabable para el enemigo. La voz cantante de la rebelión, el hombre que organizó a los campesinos y se puso al frente de ellos para luchar juntos, fue Buenaventura Mendoza, cura que domingo a domingo oficiaba la misa en el pueblo en ausencia del sacerdote titular de apellido Guzmán(2).

Mendoza, que no pasaba de los treinta años, procedía del departamento de Ancash. Llamó a los vecinos de comarcas cercanas y todos apoyaron su iniciativa, mas para enfrentarse al invasor sólo se contaba con armas elementales: al fusil oponían la honda, al sable el modesto rejón, y a los cañones las galgas. Sus primeros fusiles los consiguieron de los soldados chilenos que lograron poner fuera de combate: "Cerca de Huaripampa, en un estrecho desfiladero, Escaleras, pereció con galgas un grupo de veinte soldados chilenos; eran las primeras víctimas, y las que atrajeron sobre el infeliz pueblo de Huaripampa y su párroco todo el fuego salvaje de los invasores"(3).

En su propósito de aniquilar a los guerrilleros, el enemigo empezó a valerse de todo. El 17 de abril bombardeó el pueblo, desde su posición al otro lado del Mantaro, con el propósito de prepararse para el asalto definitivo. Días más tarde, el 21, la mayoría de guerrilleros de los pueblos aledaños -Chupaca, Orcotuna- volvieron con los suyos por múltiples razones, pero con la promesa de retornar lo más pronto para continuar la lucha. Fue el momento que esperaban los chilenos y emprendieron el asalto en las primeras horas del 22, cuando todos dormían. Avisados de la presencia chilena opusieron tenaz resistencia. Leamos cómo fueron aquellos momentos:

"Los guerrilleros, armados de rejones, acometen al enemigo y se entabla un horrible combate cuerpo a cuerpo. Mendoza, caballero sobre brioso corcel y vestido de blanco uniforme, recorre el campo de combate animando a los suyos con su valor indomable. Ya no era el sacerdote que a diario levantaba sus preces en el ara del altar; ya no era el mensajero de la paz predicando el amor entre los hombres; ahora habíase convertido en el cruzado de la patria... A las diez de la mañana los guerrilleros de Mendoza yacían exánimes y confundidos sus cuerpos con los muchos enemigos muertos. Mendoza, parapetado tras de unos muros, aguarda sereno el momento del sacrificio. Este no se hace esperar. Un grupo de soldados chilenos ataca al cura guerrillero. Mendoza empuña el revólver y hace morder el polvo al enemigo que al fin lo rodea y envuelve"(4).

Sus restos serían, poco después, sepultados en la misma iglesia donde en tantas ocasiones se reunió con sus feligreses. El 11 de junio de 1911 - ¡a los 29 años de su holocausto! fueron traídos a Lima para ser inhumados en la Cripta de los Héroes. Desembarcados en la estación del ferrocarril de Desamparados, los velaron en la iglesia de San José (hoy inexistente): "La entrada del templo ostentaba amplios cortinajes negros orlados con cintas de plata. Delante del presbiterio descansaba el féretro, sobre un sencillo túmulo. A la cabecera y sobre un pedestal se encontraba colocada la hermosa cruz de flores de la Beneficencia de Jauja, y recostada en la parte delantera del ataúd la preciosa corona de la que pendía una tarjeta con la siguiente inscripción: -Los hijos de la histórica villa de Huaripampa residentes en esta capital, al héroe del 22 de abril de 1882, doctor Buenaventura I. Mendoza, muerto por las fuerzas chilenas defendiendo la plaza del distrito"(5)

Al día siguiente, el féretro fue conducido al cementerio general. Mendoza recibió honores militares correspondientes a la clase de coronel.

En el camposanto el cortejo fue recibido por el capellán, padre José C. Sotil, quien el 21 de mayo de 1879 había estado a bordo de la fragata Independencia, cuando esta nave encalló en Punta Gruesa y los náufragos fueron ametrallados por los tripulantes de la cañonera chilena Covadonga.

En la Cripta de los Héroes, el cura Buenaventura Mendoza ocupa el nicho 34-F. Honor a su memoria.

1. Véase: Paz Soldán, Mariano Felipe: Diccionario Geográfico Estadístico del Perú, Lima, 1877. 
2. En "El Comercio" del 11 de junio de 1911 hay un artículo de Miguel A. Martínez, titulado "El cura Buenaventura Mendoza", en uno de cuyos párrafos así lo afirma. 
3. "El Comercio", fecha citada.
4. "La Prensa", 22 de noviembre de 1911.
5. Versión aparecida en "La Prensa" del 12 de junio de 1911


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Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú. "Serie Biográfica. Los Héroes de la Breña. Tomo I" Lima, 1982.

Saludos
Jonatan Saona

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