16 de julio de 2024

Cartas sobre L. Prado1

Gerardo Vargas Hurtado
Cartas de Gerardo Vargas y Abel Bedoya a Simón Contreras sobre la muerte de Leoncio Prado

Lima, 4 de mayo de 1915.
Señor don Simón Contreras.
Arica.

Muy buen amigo Simón:
Recuerdo que ahora muchos años, conversando contigo sobre el fusilamiento del coronel Prado, después de la batalla de Huamachuco, a la que tú concurriste, me proporcionaste importantes datos, desconocidos hasta entonces, sobre el particular; datos que me sirvieron para publicar un artículo histórico en el "Morro de Arica", haciendo constar en él que muchas de las informaciones que daba las debía a tu amabilidad. ¿Recuerdas?

Desgraciadamente, yo no acostumbro guardar recortes de periódicos, que de otra suerte no te molestaría pidiéndote me hagas el favor de trazar un memorándum de lo que recuerdas, acerca del fusilamiento citado, el que, si mi memoria no me es infiel, creo que me dijiste lo habías presenciado, etc. 

Al mismo tiempo agregarás en el memorándum —siempre que ello no te cause molestia— todo lo que sepas respecto de la batalla de Huamachuco, satisfaciendo así los deseos que mi muy distinguido amigo, el coronel don Abel Bedoya y Seijas, cultivador de la literatura histórica, te manifiesta en la carta que de él te incluyo; en la seguridad, dado tu carácter sagaz y asequible, que, también por mi conducto, o como lo tengas a bien, atenderás la solicitud de mi recordado amigo, quien no obstante su alta clase militar, es presidente de dos o tres sociedades obreras y uno de los más decididos defensores con que cuenta acá el proletariado...

Un abrazo sincero de tu Atto. S. S.
Gerardo Vargas H.

P. D.— Olvidaba decirte que no estoy de acuerdo con el coronel Bedoya respecto de algunos puntos relacionados con el fusilamiento del coronel Prado, y nadie mejor que tú, en tu carácter de concurrente a la batalla de Huamachuco, para restablecer la verdad histórica.

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Lima, abril 20 de 1915.
Sr. D. Simón Contreras.
Arica.

Muy señor mío:
Con el señor Gerardo Vargas, amigo de toda mi estimación, he tenido una conversación referente a la batalla de Huamachuco, donde concurrí en el ejército mandado por el General Cáceres; y como tocásemos el punto sobre la muerte del Coronel don Leoncio Prado que fué fusilado; me manifestó el señor Vargas que usted era su amigo y que estaba al corriente en forma detallada cómo fué el fusilamiento del coronel referido por haber sido testigo presencial, no habiendo, desde luego, discrepancia de lo sucedido.

En esta virtud, le estimaré de su amabilidad, que en respuesta, me informe detalladamente desde la captura del Coronel Prado hasta su fusilamiento, indicándome el puesto y clase militar que usted tenía, para comprobación de lo realizado; a fin de que en la Historia, para su oportunidad, no discrepe la verdad.

Anticipándome en darle mis agradecimientos, cuente desde hoy con S. S.
Abel Bedoya y Seijas.

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Arica, 30 de mayo de 1915. 
Señor don Abel Bedoya y Seijas.
Lima.

Muy señor mío:
Cumpliendo sus deseos, sobre el fusilamiento del señor coronel Prado, después de la batalla de "Huamachuco”, me permito decirle todo lo que tengo presente de esa memorable fecha.

El 8 de julio de 1883 a las 4 p. m. más o menos, se presentó el Ejército del señor general Andrés A. Cáceres en un cerro de mayor elevación de los que rodeaban a la ciudad. Acto continuo la caballería se desplegó para entrar a la población y encerrar a nuestras tropas. El pueblo en general como es de suponer se entusiasmó lo suficiente al ver que nosotros los chilenos abandonábamos la ciudad, de una manera muy precipitada, antes de que la caballería nos encerrara, por lo que hubo que sacar el resto de la munición, o parque, como se dice, por medio de los Cazadores de Caballería, que estaban al mando del Sargento Mayor señor Sofanor Parra, hoy General del Ejército y a las órdenes inmediatas del señor Mayor Novoa.

El que habla fué uno de los últimos en salir de la población a cargo de cinco mulas cargadas, al cuidado del soldado Ramón Peña, siendo yo sargento 2° de la 4a. Compañía del "Batallón Movilizado Victoria", que estábamos a cargo del parque, por ser nosotros treinticuatro individuos de tropa y dos oficiales, que nos encontrábamos de guarnición en el puerto de "Chimbote”.

En el día, o mejor decir, en esa tarde, del día 8 durante el tiroteo fué muerto un soldado de Concepción y un soldado herido del Batallón Talca. Los fuegos de artillería se apagaron en los últimos momentos del día, en la noche estuvo el ejército chileno que estaba sobre las armas, en previsión de un posible ataque, lo que no ocurrió, pues las avanzadas de uno y de otro ejército no estaba a mayor distancia la una de la otra como sucedió, pero sin ser sentidas, el resto del ejército del señor Cáceres parece que se entregaba al festejo del triunfo de la entrada al pueblo, según se desprende por lo que se vió toda la noche grandes fogatas, mucho movimiento y reventazón de cohetes.

El día 9, tanto a la salida como a la puesta del sol a las 12 m. las artillerías de uno y otro bando se dispararon, dando por perdido de nuestra parte un soldado del Talca y un herido del Concepción. En la noche igual a la noche del día 8 sin más resultado. El día 10, después de una reunión de jefes y oficiales se acordó mandar una descubierta para reconocer la posesión y número del enemigo y le tocó en suerte a la 4a. compañía de Zapadores, mandada por el capitán señor Canales y un subteniente señor Ramírez. 

El señor Canales dió ordenes a los suyos de ir a tomar la artillería enemiga, la que se lanzó cerro arriba, en vista de esto las tropas del señor Cáceres se precipitaron sobre la fuerza chilena, las que quisieron sostener el fuego a pié firme, pero tuvieron que ponerse en retirada, por lo abrumadora de la mayoría de la fuerza, dando por resultado de empeñar la batalla, a tal efecto nuestro coronel señor Alejandro Gorostiaga mandara nuevo refuerzo para ayudar al capitán Canales, pero esto lo hacía tan despacio que mandaba compañía de mi batallón o de otro, lo que dio por resultado que el señor Canales y Ramírez salieran heridos levemente, las tropas del señor Cáceres llegaron hasta el cerro en que se encontraba nuestra artillería llamado cerro “Ayan”, por lo que toda la tropa se puso de acuerdo y cargar al enemigo a la bayoneta: lo que dió por resultado la completa dispersión del Ejército, el primero en voltear fué la reserva que bajaba del cerro y dando por resultado el completo desbande, dejando en la pampa doce cañones, gran cantidad de munición, en una palabra todo el parque en nuestro poder, sólo nos faltaba un cañón de mucho alcance el que fué encontrado dos días después de la batalla, conjuntamente fué traído a la ciudad, con el herido señor coronel Prado, esto sucedió el doce después de las cuatro más o menos.

El señor Prado en presencia del señor coronel Gorostiaga y del Estado Mayor, después de ser interrogado dijo más o menos que el amor a su patria lo había inducido a quebrantar su palabra de honor.

Después de un Consejo de Guerra que fué verbal, se acordó que se fusilase al señor Prado.

Al serle comunicada esta orden al señor Prado, contestó como buen patriota que así lo esperaba, lo que así sucedió después de que tomo un desayuno. Según lo expresado por uno de los tiradores, que fué un soldado del Regimiento N°2 de Artillería, apellidado Espinoza.

Lo presente es la verdad de los hechos ocurridos, y si usted obtuviera mayores o mejores datos deseo conocerlos.
Creo dejar satisfecho su deseo en este pasaje.

Saluda muy atentamente a usted su affmo. amigo S S .
Simón Contreras.


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Bedoya y Seijas, Abel. "Leoncio Prado. El Héroe, el Mártir". Lima, 1933.

Saludos
Jonatan Saona

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