3 de febrero de 2021

Bartolomé Vivar

Bartolomé Vivar
Teniente Coronel Bartolomé Vivar

Nació en la ciudad de San Fernando en la Provincia de Colchagua en 1832 y fue su padre un agrimensor llamado Antonio Vivar, que trabajaba en  esa Provincia.

Se educó en su ciudad natal asistiendo a las escuelas de la localidad, pues la situación de la familia era precaria y el sueldo del paire cubría malamente los gastos domésticos. Cansado de estas penurias se vino a Santiago, donde ingresó a la Escuela de Cabos, anexa a la Escuela Militar en el año 1851.

En 1852, con el grado de Cabo 2° , fue asignado al Batallón 3° de línea y más tarde, como Cabo 1° , al Batallón 2° de línea. Desde entonces, no se separó de esta unidad hasta su muerte.

Habiendo sido ascendido a Sargento 2° y posteriormente a Sargento 1° , participó en la Batalla de Cerro Grande, luchando en las filas gobiernistas y su valor sereno a su arrojo durante el combate, le valieron las doradas presillas de Subteniente, el 1° de octubre de 1859.

Destinado a la Frontera, ascendió a Teniente en 1865 y a Capitán en 1873, batiéndose en numerosos encuentros con fuerzas mapuches. El 2° de línea se destacó especialmente en el octavo levantamiento mapuche, ocurrido entre los años de 1868 y 1871, correspondiéndole actuar en el sangriento encuentro de las Vegas del Malleco, contra las huestes del esforzado cacique Quilapán. Bajo las órdenes de los Coroneles Saavedra, Pinto y Urrutia, el 2° de línea se mantuvo en la Frontera combatiendo contra los indígenas sublevados, hasta lograr su pacificación en 1871.

Posteriormente, siempre sirviendo en el 2° de línea, obtuvo su ascenso a Mayor en 1873 y a Teniente Coronel en 1877.

Al estallar la Guerra del Pacífico en 1879, marchó con su unidad a Antofagasta, dedicándose allí a disciplinar a los soldados recién enrolados y que debían aprestarse para marchar al norte. En la expedición llevada a cabo contra Calama, en marzo de 1879, a Vivar le correspondió actuar en la toma del poblado, reforzando la actuación de las primeras fuerzas de ataque y decidiendo la acción.

Cuando se decidió la invasión del Departamento peruano de Tarapacá, el Regimiento 2° de línea al mando del Teniente Coronel Eleuterio Ramírez, formó parte de las tropas que desembarcaron en Pisagua. Vivar era el segundo Comandante de la Unidad, por lo que le correspondió participar activamente en todas las acciones de esta campaña. Pero sin dudas, su máxima actuación estuvo centrada en la Batalla de Tarapacá.

El 2° de línea participó en la columna que, al mando del Coronel Luis Arteaga, marchó en refuerzo de las tropas de exploración del Teniente Coronel de Guardias Nacionales José Francisco Vergara y al anochecer del día 26 de noviembre llegó hasta el borde de la Quebrada de Tarapacá, disponiéndose a atacar al día siguiente. En esta ocasión, dice Vicuña Mackenna, se tendió el Comandante Vivar en medio de una calichera, junto con algunos de sus compañeros de armas y colocó bajo su cabeza, su casaca para dormir. Alguien que fumaba en ese momento encendió accidentalmente la costra salitrosa y la casaca de Vivar ardió, dejando a su dueño sin los distintivos de su rango. Sin inmutarse por este percance, Vivar pidió a su ordenanza le prestara su casaca y ciñendo de la espada, asumió el mando de sus soldados.

Al amanecer del día 27, el Regimiento recibió la orden de avanzar por la quebrada en dirección al pueblo de Tarapacá y Vivar junto a Ramírez dirigió a los soldados en su avance hacia la Cuesta de la Visagra. Herido el Comandante Ramírez, Vivar lo asistió desde el primer momento. Más tarde cuando la suerte de las armas cambió para los chilenos y enemigo, reforzado, comenzó una violenta contraofensiva, Vivar se mantuvo junto a Ramírez, luchando como un bravo. Herido en un brazo desde el comienzo del combate, había resistido con esfuerzo frente a los suyos, pero en la tarde una bala lo hirió) en el bajo vientre y lo dejó tendido en el campo. Recogido por los peruanos, conocedores de su rango, cuenta Vicuña Mackenna que fue presentado al Coronel Francisco Bolognesi quien le habría reprochado su vestimenta de soldado, a lo cual el herido habría replicado, explicando la situación de la noche anterior, en la pampa del alto.

Vivar sobrevivió dos días a su terrible herida y cuando se creía que lograría recuperarse, la muerte lo sorprendió al amanecer del 30 de noviembre. Enterrado en la modesta iglesia parroquial de Tarapacá, permaneció allí hasta que algunos años más tarde, un piadoso fraile franciscano, que al parecer lo había conocido, fue quien hizo las gestiones para que sus cenizas fueran devueltas a la Patria. En septiembre de 1883, el Comandante de Armas de Santiago, Coronel Pedro Lagos dispuso que se le rindieran los honores correspondientes, colocando en la Orden del Día de la Guarnición de 3 de septiembre de 1883, lo siguiente: 

“Debiendo llegar a esta capital, los restos mortales del Teniente Coronel segundo Jefe del Regimiento 2° de línea, don Bartolomé Vivar, que sucumbió gloriosamente en la Batalla de Tarapacá el 27 de noviembre de 1870, esta Comandancia General dispone que se le hagan los honores fúnebres en la forma siguiente:

"El miércoles 5 del corriente, a las ocho y media de la mañana, se encontrarán formados en la estación del ferrocarril del norte, la brigada movilizada de artillería número 2, con su armamento menor y la banda de música del Regimiento Cazadores a Caballo, desmontada, que acompañará a dicho cuerpo, y medio batallón del Chillan N° 8 de línea con su respectiva banda de música, para acompañar de ah í hasta el templo de San Francisco, los restos del mencionado jefe...”

Allí quedaron depositadas las cenizas de este valiente que inició su vida como soldado aspirante a Cabo que, luego de haber cumplido con su deber en una Revolución, en la guerra contra los mapuches y más tarde en la guerra de 1879, volvió a descansar para siempre en el seno de la Patria, por la cual sacrificó su existencia.


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Estado Mayor General del Ejército. "Galería de hombres de armas de Chile" Tomo II. Santiago.

Saludos
Jonatan Saona

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