4 de febrero de 2021

José A. Villagrán

José Antonio Villagrán
General de Brigada José Antonio Villagrán Correas 

Nació el año 1821 y era hijo de don José Antonio Villagrán del Castillo y de doña Casimira Correas Salas.

Inició su carrera corno cadete de la Academia Militar en febrero de 1836. Recibió su título de Subteniente de infantería dos años más tarde; pasó a prestar sus servicios en el Batallón Valdivia y allí ascendió a Teniente en 1844. Un año más tarde, obtuvo el cargo de ayudante y de profesor de la Academia Militar y en ese puesto fue ascendido a Capitán, en 1847.

Se dedicó con infatigable empeño a los estudios de matemáticas, topografía y geodesia, en las horas que se lo permitía el servicio diario, hasta recibir él título de agrimensor, el citado año 1847.

El 20 de abril de 1851 concurrió a la defensa del orden contra el sublevado Batallón Valdivia y recibió, en mérito de su actuación, una medalla de oro. Meses más tarde le correspondió nuevamente defender los fueros del Gobierno en Valparaíso, bajo las órdenes del Almirante Blanco Encalada. Fue herido en la acción y se hizo acreedor a una recomendación especial, que le significó su ascenso al grado de Sargento Mayor en febrero de 1852.

En 1853 fue nombrado Comandante interino del Batallón de infantería 2° de línea; Ayudante General de la Inspección General de la Guardia Nacional en 1854; Ayudante de la Comandancia de Armas de Santiago desde agosto del mismo año de 1858. Se encontró en las campañas del sur y norte de la República durante la Revolución de 1859 y obtuvo su ascenso a Coronel graduado después de la Batalla de Cerro Grande (junio de 1859). Nombrado Intendente interino de la provincia de Atacama, pasó —enseguida— a desempeñar la Comandancia de Armas de Arauco hasta 1861 y le correspondió realizar una campana al interior del territorio indígena.

Ascendió a Coronel efectivo en octubre de 1866. Desde 1869 hasta el año de la declaración de guerra del Perú y Bolivia, se desempeñó como Inspector General del Ejército y en este cargo ascendió a General de Brigada en 1871. “Su actuación como Jefe del Estado Mayor del General Arteaga fue breve y no revistió el brillo de la de otros jefes, por cuanto, al iniciarse esta guerra, ese importante servicio de Estado Mayor era desconocido para nuestros profesionales y debió irse improvisando en la campaña misma: fue así que Villagrán, descoso de manifestar sus aptitudes en otra actividad más intensa, se demostró descontento de tal nombramiento y con este prejuicio partió al norte”.

Sin embargo, su desempeño fue satisfactorio y eficaz. El aprovisionamiento, la movilización, los proyectos de operaciones futuras fueron considerados debidamente y en forma oportuna. “Fue aquel trabajo del novel Jefe de Estado Mayor un constante esfuerzo de perseverante actividad, de celoso entusiasmo, que por encontrarse ajeno a toda reglamentación y práctica desde la paz, comenzó sus funciones con grandes tropiezos, inevitables dentro de un Ejército que se improvisaba en la guerra”.

El prestigio del General Villagrán y sus grandes aptitudes profesionales le crearon recelos del propio General Arteaga. General en Jefe del Ejército. Ello alejó, a su vez, el concurso abnegado de aquél. Efectivamente, cuando estimó que el Ejército estaba preparado para entrar en campaña, el General Villagrán renunció a su puesto, “contento de los resultados de la obra a que había dedicado sus nobles esfuerzos y sonriendo de las nerviosidades de los que divisaban en él a un futuro rival”.

En vísperas de la partida del Ejército para Pisagua, fue organizado en Antofagasta el Ejército de Reserva, que debía estar listo para entrar en acción tan pronto así se dispusiese. General en Jefe de ese Ejército fue designado el General Villagrán. El Ejército de Reserva pasó a ocupar las plazas de Iquique y de Pisagua, en los mismos días en que el Ejército de Operaciones preparaba la campaña de Tacna (comienzos de 1880). En el territorio de Tarapacá fue creado un servicio judicial provisorio con sus anexos y que actuó en forma altamente eficiente. El salitre había comenzado a ser una notable atracción para los hombres de finanzas y de allí que éstos movieran sus influencias para obtener el mayor número de estacas posible. El General Villagrán se resistió a dar fuerza legal a esas peticiones, advirtiendo que el Gobierno chileno no podía ni debía desprenderse de tal riqueza. Los sucesos posteriores dieron la razón al General.

En las vísperas de la iniciación de la campaña de Tacna fue el candidato preferido del Presidente de la República y del Ministro de Guerra en campaña para la Jefatura del Estado Mayor General, en reemplazo del Coronel Emilio Sotomayor. Pero, desgraciadamente, no contaba con las simpatías del General Escala. Por esta razón no aceptó el puesto. Algo más tarde, su nombre volvió a figurar con motivo de la renuncia del General Escala al Comando en Jefe del Ejército; el Presidente y el Ministro consideraban que el indicado para reemplazarlo era el General Villagrán, Pero algunos miembros del gabinete calificaron á éste de “redentor del militarismo” y dieron en afirmar que ambicionaba el sillón presidencial, fácil de alcanzar si el triunfo coronaba su actuación en el Comando en Jefe.

Después del asalto y toma de la plaza de Arica fue nombrado Comandante de la I División. En el plan operaciones de la nueva campaña se consultaba el envío de una vanguardia a Pisco e Ica, mientras el Ejército era transportado al nuevo teatro de operaciones. El mando de esta vanguardia se dio al General Villagrán, Poco después se le ordenó proseguir de Pisco a Chilca, en un plazo determinado. Los servicios no funcionaron adecuadamente, por la cual la división tuvo serios tropiezos en su marcha y demoró más de lo necesario en el cumplimiento de su misión. Villagrán envió desde Pisco un oficio al General en Jefe, con fecha 10 de diciembre de 1880, expresando en la parte pertinente: “En cumplimiento de esas instrucciones (para el avance por tierra de la división) he dispuesto mi marcha para el 13 del actual, sin embargo de carecer completamente de los elementos necesarios para hacer una travesía de doce a catorce leguas sin agua. Algunos cuerpos de mi mando carecen de caramayolas, pues V.S. sabe que en Tacna no se pudo proveer de ellas por no existir. Procuraré salvar estas dificultades como me sea posible, quedando mi responsabilidad a salvo de los desastres de mi División, por falta de elementos”.
“La advertencia de Villagrán tenía las demostraciones de una evidencia, bastaba enunciarla y analizarla a la vista del terreno y de los elementos para que fuera atendida; pero desgraciadamente aquella advertencia fue dirigida al Comando Superior en forma dura y el cumplimiento de la orden superior no se encuadró con los deseos del General en Jefe”.

El General en Jefe desaprobó, naturalmente, la conducta del Comandante de la I División y le manifestó que “se ha visto obligado a cambiar el plan primitivo de operaciones, corriendo el grave riesgo, si no de un fracaso, al menos de sacrificar estérilmente un número considerable de vidas”. Al mismo tiempo dio cuenta del hecho al Ministro de Guerra, D. José Francisco Vergara, que dispuso la separación de Villagrán y su despacho inmediato a Santiago.

“No podemos desconocer que hubo falta de decisión enérgica de parte del General Villagrán para cumplir con la orden recibida —comenta el Coronel Poblete— pero estimamos que la medida de separarlo bruscamente del Ejército fue muy dura; tal vez no extraña a los recelos por el prestigio de este Jefe que así salía por la ventana cuando estaba seguramente llamado a desempeñar un papel brillante en el curso de las operaciones”.

Falleció en Valparaíso en 1895.


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Estado Mayor General del Ejército. "Galería de hombres de armas de Chile" Tomo II. Santiago.

Saludos
Jonatan Saona

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