15 de febrero de 2021

Gregorio Urrutia

Gregorio Urrutia
General de Brigada Gregorio Urrutia Venegas

Los Urrutia descienden de tres hermanos vizcaínos que llegaron al Perú por 1771 y que eran parientes del General español José de Urrutia, que fuera mariscal de campo y capitán general de Cataluña. Llamábanse José, Juan y Tomas; los dos últimos se vinieron a Chile, se establecieron en Parral y fueron padres de numerosa progenie.

D. Tomás fue abuelo de dos generales de la República: D. Gregorio y D. Fidel. El primero de ellos, Gregorio, nació en San Carlos en 1830. Inició su carrera el 22 de octubre de 1853, como Alférez portaestandarte del Escuadrón Lanceros; el 8 de enero de 1856 era Subteniente del Estado mayor de Plaza y se le nombró ayudante de la Comandancia General de Armas de Santiago. Ascendió a Teniente, el 21 de mayo de 1858 y pasó a prestar sus servicios en el Batallón 2° de línea.

Hizo la campaña al norte y sur de la República, desde el 5 de enero al 12 de mayo de 1859 y se encontró en la Batalla de Cerro Grande. Fue recomendado especialmente por su actuación en esta última y fue ascendido al grado de Capitán. El 12 de mayo del mismo año se encontró en el hecho de armas de Copiapó, a las órdenes del Teniente Coronel José Antonio Villagrán y el 18 de septiembre estuvo entre las fuerzas leales enviadas a sofocar el movimiento revolucionario de Valparaíso.

Hizo la campaña de Arauco desde enero de 1862 hasta diciembre de 1865, desde diciembre de 1866 hasta noviembre de 1871; desde abril de 1878 hasta noviembre de 1879 y desde marzo de 1881 hasta diciembre de 1883.

Realizó varias entradas al interior de Arauco y se encontró en diferentes hechos de armas. El 12 de enero de 1862 participó en el asalto que se dio a los indios en las vegas del río Cautín, alas órdenes del Sargento Mayor Emeterio Letelier. En los años 1877 a 1879 fundó las plazas de Traiguén y los fuertes Mirador, Lebuluán y Adehuencul. En 1881 fundó la plaza de Nueva Imperial y los fuertes de Carahue, Galvarino, Cholchol y Freire; en 1883, la plaza de Pucón y los fuertes Villarrica, Meuquén, Palguín y Cuneo.

En su desempeño en la Frontera contó con la más amplia estimación del Coronel Cornelio Saavedra, en retribución a la leal cuanto eficaz colaboración que en todo momento le prestó aquél en su tarea pacificadora. Entre los varios puestos que desempeñó en la Frontera desde 1863, cabe destacar el de
gobernador de Lebu; ayudante general del Estado Mayor General del Ejército de la Frontera; reemplazante del General en Jefe de la del sur y Comandante en Jefe del mismo.

Bajo las órdenes del Comandante en Jefe de la Baja Frontera, había tenido participación muy directa en la formación de los pueblos de Lebu, Ca­ñete, Purén, Lumaco, Toltén y de los fuertes Contulmo, Pangueco, Quidico y Quele. En esta tarea habían sido de gran eficacia los servicios del regimiento Zapadores, “Organizado este cuerpo con el exclusivo objeto de adelantar las poblaciones fronterizas para ejecutar toda especie de trabajo, como apertura de caminos, construcción de edificios, etc., para lo cual contaba en sus filas con ingenieros y artesanos entendidos en distintos oficios, la empresa que se había confiado al Coronel Urrutia no podía sino producir buenos resultados”.

Detenido en sus trabajos de la línea del Traiguén, a consecuencia de la declaratoria de guerra de Chile al Perú y Bolivia el 5 de Abril de 1879, el Coronel Urrutia fue designado delegado de la Intendencia del Ejército en campa­ña en el norte (diciembre del mismo año). Acompañó al Ministro Sotomayor hasta pocos días antes de su inesperada muerte, en mayo de 1880, sirviéndole de asesor en sus tareas. Con los escasos elementos de transporte y reducidísimo personal de empleados atendió los servicios de retaguardia en las Batallas de Tacna y Arica en forma altamente satisfactoria.

En la Campaña de Lima se desempeñó como Jefe del Estado Mayor de la 1 División. Patricio Lynch, Comandante en Jefe de la División, pudo apreciar desde el primer m omento las excelentes dotes que distinguían al Coronel Urrutia. Acostumbrada desde joven a la vida activa de campaña, no le eran desconocidos los medios de obviar cualquier inconveniente, ni fue jamás sorprendido, por la constante vigilancia y la astucia para apreciarlas diferentes fases de la situación en que se encontraban.
Después de la Batalla de Miraflores, la división Lynch fue enviada al Callao, a fin de regularizar el orden en la ciudad. No fue extraño el Coronel Urrutia a la organización de los servicios públicos, a la instalación de las aduanas y al funcionamiento de los almacenes y dependencias en general.
Los araucanos, mientras tanto, seguían con vivo interés la m archa de la guerra en el norte y cuando el Ministro de Guerra ordenó retirar de Arauco algunas unidades de infantería y caballería, para formar un tercer ejército, los mapuches creyeron que los dos primeros ejércitos habían sucumbido en el Perú.

Era la oportunidad. Se iniciaron las hostilidades en septiembre de 1880, con una serie de depredaciones y asaltos, que tanto parecían simples malones como preludio de una rebelión general. Se trataba, en realidad, de lo último. Por un indígena se supo que en ella participaban los butalmapus de los Andes, valle central, Nahuelbuta y costa. El 27 de enero de 1881 se inició el asalto de Traiguén; pero, fracasado el intento, se puso término a la primera etapa de la rebelión.

Aunque tardíamente, el Presidente Pinto se dio cuenta del grave error que se había cometido al relevar del mando del Ejército de la Frontera al Coronel Gregorio Urrutia, para destinarlo al Ejército del Norte. Después de la victoria de Miraflores lo llamó nuevamente pata que continuara su misión de pacificación de la Araucanía. Inmediatamente se trasladó éste a la plaza de Collipulli, donde organizó una división y en la ribera sur del río Traiguén echó los cimientos del fuerte Victoria. Cerró con él la única com puerta de comunicaciones que quedaba entre las tribus arribanas y las abajinas. A continuación procedió a dar una enérgica batida a los sublevados elementos indígenas, Duró ésta doce días y en ella perecieron casi todos los caciques que se habían refugiado en las montañas de Nielol.

Un nuevo alzamiento en noviembre de 1881, fue aplastado por Urrutia en La Imperial. Por último, ocupó a Villarica el 31 de diciembre de 1882.
“El huinca Urrutia, como le apodaban los indígenas, terminaría con cuatro siglos de heroísmo de nuestra altiva raza araucana. La paz no sería ganada en el campó de batalla, sino en un histórico parlamento a orillas del lago Mallolafquén (Villarrica), en el último huincacoyán celebrado el 1° de enero de 1883.

“Así, las regiones despobladas de la antigua Frontera se convirtieron gracias a la sagaz y prudente actitud del General Urrutia, en campos de inagotable riqueza agrícola, en cuyos aledaños florecieron laboriosas ciudades”, ¿Cómo logró tan importante obra? El mismo General Urrutia se encargó de explicarlo.
“En todos mis actos he procurado hacer la ocupación araucana convenciendo al indio de las ventajas de la civilización, tratándolos con cariño, ayudándolos en sus pleitos, prestándoles la protección debida contra los ladrones y contra usurpadores de sus tierras. Nunca he fusilado a un indio como siempre se hizo por algunos jefes y si alguna vez lo sometí a prisión, fue por robos.  “Me impuse como norma de conducta invariable no mentirles nunca, ni faltaba jamás a las promesas que les hacía.
“Atendía lo mejor posible a Los indios pobres, facilitándoles bueyes para sus trabajos, dándoles semillas y hasta los ayudaba en sus cosechas con mis soldados.
“Para estimularlos al trabajo les compraba maderas, aunque fuesen mal elaboradas, pagándoselas como las de los españoles.
“Este fue mi gran secreto para ocupar la Araucanía, sin derramar una gota de sangre, sino en caso de guerra”.

En 1887, fue ascendido a General de Brigada. En 1891, se plegó a las filas congresistas y dirigió las primeras acciones en el teatro norte.

El General Urrutia falleció en Santiago, el 10 de septiembre de 1897.
 

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Estado Mayor General del Ejército. "Galería de hombres de armas de Chile" Tomo II. Santiago.

Saludos
Jonatan Saona

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