"El asalto de Pisagua —presentido por los marinos extranjeros de la Thetis y la Turquoise y calificado por ellos como un segundo Sebastopol— dio a las fuerzas expedicionarias la llave del desierto.
Mientras algunos de nuestros compañeros de armas llevaban a cabo esta empresa, a nosotros (Esmeralda) se nos dejaba con el Santiago de guarnición en Antofagasta, listos para partir a la primera señal.
Los detalles del combate nos llegaron poco a poco. La lucha allí había sido terrible. Protegidas por los fuegos de la escuadra, nuestras tropas habían necesitado escalar alturas formidables, recibiendo a pecho descubierto el fuego mortífero de la altura.