El General Dinamita
Al investigar nos encontramos que sobre la vida del Capitán Arturo Villarroel se ha escrito bastante, existen muchos relatos con respecto a su participación en la Guerra del Pacífico.
En ese sentido, la fuente que entrega mayores datos es un extenso artículo publicado por el historiador Benjamín Vicuña Mackenna en el Nuevo Ferrocarril, donde le rinde homenaje a este héroe. El texto comienza de la siguiente forma:
“No conozco en Chile una vida más heroica ni más apenada, ni más andariega, ni más romántica, ni más llena de aventuras, entusiasmos, entuertos, exploraciones y calamidades, sacrificios silenciosos, calladas abnegaciones y terribles polvorazos, que la vida de Arturo Villarroel, especie de salamandra incombustible que ha vivido siempre dentro del fuego o un tibio rescoldo, como tortilla de pobre en el fogón”.
Arturo Villarroel era hijo de un maderero de Chiloé, don Eugenio Villarroel y su madre tenía el apellido Garenson, era de origen norteamericano y argentino. A pesar de contar con numerosos datos y recurrir a diversas fuentes, ha sido bastante difícil encontrar la fecha exacta de su nacimiento, pero ocurrió en el mes de octubre de 1839 en Valdivia.
Cuando tenía sólo 12 años, su padre debido a la revolución de 1851, tuvo que huir de Chile hacia Perú, llevándose consigo a sus dos hijos, Aníbal, que se establece en Perú y Arturo. Este último ingresó en un colegio de Lima debido a la influencia de Francisco Bilbao, pero al poco tiempo huyó para tomar parte en la famosa y mal aventurada expedición chilena que el General Flores llevó a Guayaquil en 1852.
Es así como se recuerda que estando Arturo en la cubierta de un buque en que servía, reventó una bomba que le arrebató dos dedos de la mano derecha.
Después de esta dura experiencia, el que sería conocido como el General Dinamita, inicia una serie de viajes, embarcándose para Cantón en un buque de don Domingo Elías, opulento hacendado de Ica que iba a traer chinos. Al año siguiente emprendió un segundo viaje a Australia y un tercero a Nueva York, vía Panamá. Todas estas travesías las realizaba en calidad de marino, de contador, de pasajero, de aficionado, de cocinero y de paje, generalmente sin sueldo y con el gran objetivo de conocer distintos lugares.
Cansado de la vida en alta mar, volvió a Perú en busca de su hermano Aníbal, que era ya Sargento Mayor del Ejército y se había casado en Arequipa, gracias a la protección del General Vivanco, de quien era acérrimo partidario.
Estando en Perú, Arturo Villarroel se interna por el Cuzco hasta las fronteras del Brasil en busca de minas de oro y después, para continuar su aventura, se hizo arreador de ganados en Tarapacá, Arica, Puno y hasta a Arequipa.
En el año 1861 lo encontramos en Santiago viviendo en el barrio de San Pablo y enseñando gratis tres ramos que le eran conocidos: lenguas, geografía y teneduría de libros.
Con motivo de la Exposición de 1875, Arturo Villarroel hizo un tercer viaje a Estados Unidos y se estableció en Filadelfia, vivió allí dos años sin sueldo y sin más recursos que su inglés. Regresó a Chile con seis mil volúmenes de libros de educación, industria, comercio, que repartió en las sociedades de instrucción primaria, en la universidad, en las escuelas municipales, en las oficinas estadísticas, en los ministerios, en las bibliotecas y liceos de provincia.
Volvió a Chile a sus clases de idiomas en las casas y colegios de Santiago, hasta que estalló la Guerra del Pacífico. Sumamente conocedor del territorio peruano, se apresuró a ofrecer sus servicios para ir como explorador guía del Ejército. Inmediatamente viajó a Antofagasta y estuvo en Pisagua, Los Ángeles y Tacna.
Se destacó en Arica, como Capitán de Pontoneros desentrañando centenares de minas, polvorazos y torpedos y descubrió las cuatro baterías eléctricas que los peruanos tenían como defensa de esa plaza.
Concluida su tarea en Arica, el Capitán Villarroel regresó a Santiago en julio de 1880 y bajo los auspicios del Ministerio de la Guerra y del Intendente General del Ejército organizó una sección de fuego: alambres, baterías, picrato, todo género de materias explosivas y fulminantes, incluso, por supuesto, la dinamita, su gran especialidad.
De acuerdo a la Lista de Revista de Comisario en poder del Archivo General del Ejército, Arturo Villarroel aparece el 15 de septiembre de 1880 como ingeniero agregado a la Plana Mayor del Batallón Zapadores de Línea. Es así como marchó a Pisco y organizó allí una brigada compuesta de 10 pontoneros y 50 asiáticos, sus antiguos conocidos de Cantón. El capitán Villarroel perteneció a la Primera División y fue nombrado guía, práctico y vanguardia a pie en la atrevida marcha de Pisco a Lurín. Este camino por el desierto fue muy difícil y el tema del agua era uno de los principales problemas.
Según la correspondencia de la época que se encuentra en el Boletín de la Guerra del Pacífico, la primera división llegó: “A Jaguay a las 12:30 A.M. del 18, donde don Arturo Villarroel tuvo que abrir un pozo para que no faltara agua a la tropa. El mismo señor Villarroel, acompañado de 25 Granaderos, 4 Pontoneros i 2 chinos, continuó abriendo pozos por el camino para que los soldados llenaran sus caramayolas”.
Cuando llegó a Lurín dio cuenta de sus trabajos y para su satisfacción recibió la siguiente honrosa respuesta del Ministerio de Guerra y Marina.
“Campamento de Lurín. Diciembre 20 de 1880.He recibido las notas de UD., fechadas 23 de Noviembre y 29 del presente dando cuenta de sus trabajos. Ellos están conformes con los datos oficiales que este ministerio tenía, y deja satisfecho al que suscribe de modo como Ud., ha cumplido con su deber.Usted pasará a este ministerio una relación de los asiáticos que tiene bajo sus órdenes para ordenar se les abone su correspondiente sueldo.Dios guarde a Ud.J.F. Vergara”
Es así como son muy importantes los servicios prestados por el Capitán Villarroel a la división Lynch, puesto que iba desenterrando las minas antes del paso de las tropas. En la Batalla de Chorrillos perdió tres de sus chinos y un pontonero, pero en la tarde del día 14 entregó al Coronel Lagos 39 prisioneros, tomados por su gente y 435 bombas tarros de torpedos desenterrados en el Morro Solar y en el Salto del Fraile. En consecuencia, el Capitán Villarroel fue ascendido ese día popularmente a General. Ese era el nombre con que lo conocían los soldados y los chinos.
En Miraflores la conducta del Capitán Villarroel fue desde todos los conceptos digna, las minas en ese lugar no eran automáticas, como las de Chorrillos, sino de alambres y chispas eléctricas. Fue herido al principio de la batalla, volviéndose a la retaguardia a hacerse curar y montando otra vez a caballo siguió su tarea hasta caer junto a su corcel, derribado sobre los rieles y con una pierna destrozada por el plomo.
Fue llevado al hospital de sangre de la Escuela de Cabos, la fiebre se apoderó de su organismo y después de indecibles padecimientos cojo, demacrado y paralítico, fue traído a Chile en abril de 1881.
Una vez en la capital, lo recogió su amigo de infancia, geógrafo como él, el distinguido Capitán de Fragata, Francisco Vidal Gormaz.
Figura una ficha de Arturo Villaroel en el Álbum de los inválidos de la guerra contra el Perú y Bolivia en donde se especifican detalles de su paso por el Ejército, dice: “Herido en Miraflores, del cuerpo de Ingenieros, edad 43 años, lugar de nacimiento Valdivia, de profesión minero, estado dice soltero, lee? Escribe? contesta que sí, invalidez absoluta, clase de herida por arma de fuego, sitio primitivo de la herida pierna derecha”.
En los últimos años de su existencia, como durante toda su vida, deslizaba sus días en la mayor modestia, entregado a la explotación de una pequeña mina en Tiltil, con la cual subvenía a sus necesidades.
En 1904 se casa con doña Transito Chaigneau y reconoce a cuatro hijos que tuvo durante su soltería, a Glaura, Fresia, Lautaro y Tegualda, que es posible conocer porque en 1925 las tres hijas solicitan el montepío dejado por su padre.
En el año 1906 solicita beneficios a los miembros de la Comisión Calificadora de Recompensas y contesta el formulario de especificaciones en donde dice:
“Arturo Villarroel Ingeniero electricista agregado al Regimiento de Línea Zapadores por decreto supremo de 15 de septiembre de 1880. ¿Empleo que servía en 1 de septiembre de 1884? Ingeniero en Minas, ¿Fecha en que se retiró del servicio? a fines de 1881, ¿Empleo que tenía al retirarse del servicio? Ingeniero, ¿Sueldo que gozaba en esa época? $200, ¿Empleo que sirve actualmente? Ninguna: gozo de invalidez absoluta, ¿Acciones de guerra en que se encontró? Tacna, Arica, Chorrillos y Miraflores. Posee cuatro barras. Vistos los antecedentes se le otorga recompensa acordado por ley del 19 de febrero de 1906 en virtud de poseer cuatro barras i de haber tenido el empleo de Capitán asimilado”.
Falleció el 30 de mayo de 1907 y la prensa de la época publicó extensos artículos de sus hazañas como bombero y sobreviviente de la Guerra del Pacífico. El Diario ilustrado del 1 de junio de 1907
comunicaba lo siguiente:
Con motivo del fallecimiento del Capitán asimilado de guardias nacionales, sobreviviente de la campaña del Pacífico don Arturo Villarroel, la Comandancia General de Armas ha dispuesto lo siguiente:
“Hoy sábado 1 de junio á las 4 PM., se encontrará un escuadrón del Regimiento Cazadores con su respectiva banda de músicos frente al Cuartel de Bomberos, á fin de acompañar hasta el Cementerio General los restos del Capitán Villarroel y tributarle los honores prescritos en la Ordenanza del Ejército”.
En torno al cortejo se reunieron todos aquellos que conocían sus gloriosas hazañas y le tributaron los honores. Se encontraba la 6º Compañía de Bomberos, presidida por su director don Arturo Claro, la Sociedad de Veteranos del 79, la mesa directiva de la Asamblea Radical, su partido político y la municipalidad de Santiago con una comisión compuesta por los regidores señores Guillermo Figueroa, Eduardo Edwards, Juan Gaete y Ricardo Gormaz.
Hoy en día su tumba se encuentra en el Cementerio General, en el patio de los Disidentes en el mausoleo de la familia Villarroel Garenson, donde reposan los restos de este valiente soldado.
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"Revista de Historia Militar", n° 3, noviembre 2004.
Saludos
Jonatan Saona
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