13 de enero de 2023

Dolores Hernández


El asesinato de Bautista Leonardi el 13 de enero de 1881

El jefe de la ocupación chilena de Lima, Patricio Lynch, tuvo que lidiar con los reclamos de los extranjeros por la destrucción de Chorrillos, Barranco y Miraflores, entre ellos, el asesinato de italianos en Chorrillos. Uno de estos debió ser la muerte de Jean-Baptiste Leonardi.

Revisando los oficios que envió el ministro plenipotenciario de Gran Bretaña en Perú, Spenser St. John, a la Secretaría de Relaciones Exteriores de su país, en uno de ellos anexó la declaración del francés Charles Orengo sobre el fusilamiento de tres italianos, un francés y un portugués el 14 de enero y la declaración de Dolores Hernandez sobre el asesinato de su esposo el 13 de enero.

Dolores Hernández viuda de Leonardi, natural de Guayaquil, realizó su declaración en Lima el 5 de febrero de 1881 en la Cancillería de la Legación de Italia ante Pierre Noble Perolari-Malmignati, vicecónsul y secretario de la Legación italiana, de la cual se encargaba provisionalmente ante la falta de un ministro. Junto a Dolores Hernández se presentaron Inocent Leonardi, Paul Deltodesco, Fidèle Giovannini y Jean-Baptiste Bottazzi, los tres primeros naturales de Montecrestese y el último de Pozzolo (Novi), todos ellos comerciantes de Chorrillos.

El testimonio de Dolores Hernández sobre el asesinato de su esposo es el siguiente (está en español):
“Que como á las diez de la mañana del día trece de Enero pasado la declarante se encontraba en cama, después de tres días de parida, en la última pieza de la pulpería de propiedad del finado de su marido, Juan Bautista Leonardi; á esta hora las tropas chilenas victoriosas rodeaban la pulpería, y no pudiendo escaparse ni su esposo ni ella por el estado de su salud, se encerraron en su pulpería; pero algunos soldados chilenos rompieron las chapas con tiros de rifle y entraron, amenazando de muerte á ambos y á su tierno hijo de tres días, insultándolos por ser italianos y diciendo que como tales, tenían que morir; el nombrado Leonardi logró por algún tiempo, con ruegos y ofreciendo todo lo que poseía, salvar su vida y la de sus deudos; pero en fin, los soldados, después de haber saqueado toda la pulpería y casa habitación, hasta dejar desnuda a la declarante, hicieron tomar asiento á dicho Leonardi encima de la cama junto a su esposa e hijo, y dos entre ellos dispararon sus rifles contra él, que quedó muerto en el acto. La declarante fué salvada por un capitán del ejército chileno, que la entregó al Estado Mayor después de haberle proporcionado un traje para cubrirse. La Hernandez fué conducida al hospital de sangre de Chorrillos, adonde quedó hasta el día diez y siete de Enero, que fué puesta en libertad y se refugió en Lima”.

Inocent Leonardi, Paul Deltodesco y Jean-Baptiste Bottazzi fueron a Chorrillos el 19 de enero, a la casa de donde vivió Juan Bautista Leonardi (o Jean-Baptiste, según la declaración este en español o francés), en la calle del Tren N° 62 y ellos encontraron  el cadáver de Leonardi, al que reconocieron perfectamente. “Él todavía estaba en la cama, como dijo su esposa”.

Fidèle Giovannini dijo que “regresó a dicho lugar el 21 de enero, y encontró el cuerpo de Leonardi quemado en el mismo lugar indicado por su viuda y los testigos antes mencionados”.
....

Después de la guerra, se instalaron tribunales de arbitraje para resolver los reclamos de extranjeros por los daños ocasionados por las fuerzas armadas de Chile. Dolores Hernandez presentó el Reclamo N° 263 al Tribunal de Arbitraje Ítalo-chileno por el asesinato de su esposo.

Dolores Hernandez no solo se presentaba como viuda, sino como representante de Juan Bautista, hijo del fallecido Bautista Leonardi. Hernandez solicitó una indemnización de perjuicios por 30 mil soles plata.

El 5 de enero de 1888 en Santiago, el tribunal se declaró incompetente porque “no se ha presentado certificado consular, ni documento alguno, para acreditar el carácter de súbdito italiano de dicho Bautista Leonardi, i estimado deficiente la prueba testimonial, única rendida para comprobarlo”.

Era imposible para Dolores Hernandez ganar el caso solo con su testimonio. Tenía que haberse presentado el testimonio de algún chileno (tal vez del capitán que la rescató) como testigo, pero en ninguno de los casos que he revisado de los tribunales de arbitraje, jamás se presentó un miembro de las fuerzas armadas de Chile confirmando que lo dicho por el demandante.

Dolores Hernandez
(Viuda de Bautista Leonardi).
Sentencia num. 104 Reclamación num. 263
Santiago, 5 de Enero de 1888.

Dolores Hernandez, natural de Guayaquil, reclama del Gobierno de Chile, como viuda de Bautista Leonardi, por sí i como representante de su hijo Juan Bautista, la suma de treinta mil soles de plata (S. pl. 30,000), como indemnización de perjuicios resultantes del homicidio de su marido Bautista, perpetrado por soldados chilenos, según dice, en Chorrillos el 13 de Enero de 1881, día de la batalla que tuvo lugar en dicha localidad.

Considerando: que no se ha presentado certificado consular, ni documento alguno, para acreditar el carácter de súbdito italiano de dicho Bautista Leonardi, i estimando deficiente la prueba testimonial, única rendida para comprobarlo; se declara incompetente el Tribunal para conocer en esta causa.
Esta resolución ha sido acordada disintiendo el Honorable Arbitro de Italia.

Barón De Aguiar D'Andrada, Presidente.
B. Prats.
F. Sanminiatelli.
 
Fallada por el Excmo. Tribunal Arbitral Ítalo-Chileno en cinco de Enero de mil ochocientos ochenta i ocho.
José Bernales M., Secretario.
Mario Castagneri, Secretario.


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Tribunal Arbitral Ítalo-chileno. "Sentencias pronunciadas por el Tribunal Ítalo-chileno en las reclamaciones deducidas por súbditos italianos contra el gobierno de Chile 1884-1888". Santiago, 1891.

Saludos
Jonatan Saona

1 comentario:

  1. No tengo dudas acerca de la veracidad (en bruto) del relato de la señora Hernández. Soldados que venían de combatir, y ver morir a sus camaradas, probablemente ebrios en ese momento, y después de haber caminado sobre campos minados, seguramente cometieron ese asesinato y saqueo de bienes. Y liquidaron, poco antes o después, a bomberos italianos presentes allí de uniforme.
    Lo que desconcierta es lo siguiente:
    1) Chorrillos y su embarcadero era claramente, objetivo táctico de las fuerzas chilenas. La necesidad estratégica de ese punto resulta obvia para cualquier espectador. Toda la munición y bastimentos necesaria para una segunda batalla debía ser puesta en tierra en el citado embarcadero (y, de hecho, ocurrió así durante el siguiente día 14.01.81), o bien se acarreada desde los buques en San Pedro o Pescadores, a Lurín, y de allí al frente de combate. Unos 25 km., aproximadamente, de los cuales 17 por la Tablada de Lurín, o por el camino de la playa. Mediante mulas, una labor ímproba. No hubo opción. Chorrillos tenía que ser tomado y neutralizado el primer día de combate.
    2) El mando peruano tuvo que tener claro aquello. De ahí que sus tropas en retirada desde el portezuelo de San Juan fueran derivadas a la defensa del balneario, como medida estratégica para evitar que su embarcadero cayera en manos del enemigo. La ventaja de contar con esa facilidad, que permitiera acercar su logística a la línea de Miraflores, tenía que serle negada. O al menos, debía intentarse aquello. Parece que el comandante Isaac Recavarren tuvo ese cuadro táctico claro en su mente.
    3) También tuvo que haber considerado, el mando peruano, que la única ruta de retirada, o intento de ello, de las tropas de Iglesias que guarnecían el Morro Solar, era justamente el balneario de Chorrillo, tendido al pie de esa eminencia. Como efectivamente ocurrió con parte de esas fuerzas.
    4) Chorrillos, pues, iba a ser, fatalmente, lugar de choque de ambos ejércitos enfrentados. Se combatió allí, casa por casa, y para desalojar a los defensores, las tropas chilenas pusieron fuego a las construcciones.
    5) Con ese dato a la vista ¿Por qué se permitió la permanencia de civiles en esa localidad en vísperas de la batalla? Tuvo que evacuarse el lugar, y hubo tiempo sobrado para ello.
    Y además ¿Qué hacían bomberos de uniforme en un campo de batalla? Combatientes cegados por la "risa roja" no iban a preguntar de quien se trataba ni a considerar si estaban o no armados. Simplemente, los dieron de baja, sin muchas preguntas.

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