13 de agosto de 2022

Juan Buendía N.

Juan Buendía Noriega
General de División Juan Buendía Noriega
(1892 a 1894)

En las postrimerías de la Colonia, cuando ya en la capital peruana se habían introducido en la enseñanza nuevas doctrinas y difundido los libros de los enciclopedistas que despertaron los anhelos de progreso y libertad, cuando Lima era un foco de conspiraciones contra el Virreynato español y cuando la revolución emancipadora, al igual que en las demás naciones americanas, había encendido en el Perú los chispazos precursores de la gesta que realizaría pocos años después para lograr su independencia, nació en las tres veces coronada ciudad de los virreyes y en el hogar formado por don Antonio Buendía y Santa Cruz, Marqués de Castrillón, y la distinguida dama doña Josefa Noriega, el que sería más tarde benemérito a la Patria en grado heroico, General de División don Juan Buendía Noriega.

Hizo sus primeros estudios en los colegios de la capital y desde muy niño se decidió por la carrera militar ingresando a ella, cuando apenas contaba 17 años de edad, el 7 de Enero de 1834, como soldado distinguido del batallón “Legión Sagrada”. Su ingreso al Ejército se produjo justamente en los días en que el Mariscal Gamarra descontento con el nombramiento del General Orbegoso como Presidente Provisorio lanzó a la revuelta a su candidato el Coronel Bermúdez, quien tuvo que capitular ante Orbegoso en el célebre “Abrazo de Maquinhuayo ". En estas operaciones y defendiendo al gobierno de Orbegoso el soldado Buendía recibió su bautismo de sangre en Huaylacucho, donde fue herido el 7 de Abril de 1834, diecisiete días antes de la capitulación de Bermúdez.

Restablecido de la herida tomó parte en el asalto y toma de la Fortaleza del Callao, bajo las órdenes del General Nieto, cuando el General Salaverry que ejercía la gobernación de dicha fortaleza se rebeló contra la autoridad del gobierno provisorio tomando el título de Jefe Supremo, el 25 de Febrero de 1835. Más tarde luchó contra las fuerzas del Mariscal Santa Cruz, en abierta oposición a la Confederación Perú -Boliviana, lo que fue motivo para que posteriormente el Gobierno de Santa Cruz lo desterrara al Ecuador y para que, al actuar bajo las órdenes del General Torrico en el ejército de la Expedición Restauradora, su nombre fuese borrado del Escalafón Militar.

Triunfante el Ejército Restaurador en las guerras contra la Confederación Perú - Boliviana que culminaron con la derrota de Santa Cruz en la batalla de Yungay, el Mariscal Gamarra fue proclamado Presidente Constitucional de la República después de que se practicaron las elecciones conforme a los preceptos de la nueva Carta Fundamental de 1839. Este Gobierno rehabilitó a Buendía haciéndolo volver al servicio y condecorándolo con las medallas de la campana restauradora.

En la guerra con Bolivia de 1841 su destacada actuación le dió derecho a usar el escudo de los Defensores del Sur. El 5 de Enero de 1855, en la memorable batalla de La Palma, Buendía lucha con las tropas revolucionarias de Castilla que derrotan a las del Gobierno de Echenique y establecen la Dictadura. Tres años después marcha al Sur con Castilla y concurre el 6 y 7 de Marzo al asalto y toma de la ciudad de Arequipa que puso termino a la revolución de Vivanco.

En 1865, no bien estalla en Arequipa la Revolución Restauradora del honor nacional encabezada por el General Mariano Ignacio Prado contra el Gobierno de Pezet, se alista en las filas restauradoras e interviene en la ocupación de Lima bajo las órdenes del General Canseco. Al año siguiente, en la guerra con España, interviene en el glorioso combate del 2 de Mayo como Comandante General de la División del Norte y prestando sus servicios en la Torre de Junín a cargo del Sgto. Mayor Tomás Iglesias y en la que estaba instalado el Comando general de las “Baterías del Norte" servido por el Coronel don José Joaquín Inclán, quien en el parte del combate hace resaltar su actuación al estimular con su presencia y correr los azares de sus camaradas que combatían en la Torre de Junín. Valeroso comportamiento que lo hizo acreedor a la medalla de honor con que "la Patria reconocida y el Congreso del Perú de 1868", premiaba “al que en la batería de la Torre de Junín reivindicó la honra nacional en 1866” ; y al título de “Benemérito a la Patria, en grado heroico".

Más tarde, en 1874, cuando se produjo la revolución de Piérola contra el gobierno de D. Manuel Pardo, se alistó en las fuerzas que con el mismo Presidente Pardo marcharon al Sur para combatir a los revolucionarios atrincherados en Torata. El 6 de Diciembre tuvo lugar el combate de los Ángeles favorable a las fuerzas de Pardo.

La destacada actuación de Buendía en las batallas a que concurriera le abrieron exitosamente el camino de su carrera militar, recibiendo sus ascensos grado por grado hasta alcanzar la alta clase de General de Brigada el 7 de Marzo de 1858 y de General de División el 3 de Marzo de 1875, tres meses después de su valerosa actuación en el combate de los Ángeles.

En la guerra con Chile, el General Buendía, a la edad de 63 años, fue nombrado general en jefe del Primer Ejército del Sur, concurriendo con las fuerzas peruanas del Coronel Recavarren y las bolivianas del General Villamil a la heroica resistencia de Pisagua que marcó en los anales militares del Perú la gloriosa fecha del 2 de Noviembre de 1879 como una de las más brillantes jornadas emprendidas en la defensa del territorio nacional, no obstante el triunfo de las fuerzas invasoras. La ocupación de Pisagua obligó al General Buendía a cambiar su plan de operaciones, emprendiendo penosísima marcha al norte para atacar al enemigo en sus fuertes posiciones del cerro de San Francisco, previa unión con las fuerzas bolivianas del Presidente Daza. El 19 de noviembre, después de buscar en vano el enlace con Daza, se produjo la batalla de San Francisco con el triunfo de los chilenos, no obstante el valeroso empeño del General Buendía al avanzar de frente para apoderarse del pozo de Dolores, sobrepasando en marcha la posición chilena, y no obstante el heroísmo del Comandante Ladislao Espinar que obligó a retroceder al enemigo y que murió abrazado a uno de los cañones conquistados al adversario.

El General Buendía con sus tropas vencidas, entre fatigas inenarrables, se retiró a la pequeña aldea de Tarapacá, donde el 27 de Noviembre, con arrojo y decisión, presentó batalla a la fuerte división chilena que al mando del Coronel Arteaga pretendió sorprender al ejército peruano en la quebrada de Tarapacá. La victoria, por primera vez, sonrió al General Buendía, logrando capturar una bandera al enemigo y obligándolo a emprender la retirada dejando en el campo de la acción 4 cañones Krupps, cuatro obuses y todo su parque y armamento. No pudo explotar el éxito de su victoria por la falta de caballería de que adolecían los gloriosos restos del ejército de Pisagua y San Francisco.

Después de la batalla de Tarapacá el General Buendía ordenó la marcha sobre Arica en vista del aislamiento en que se encontraba, de los efectos que las marchas y combates habían producido en sus filas y, sobre todo, ante la superioridad de las fuerzas chilenas que estaban acampadas en Dolores. Emprendió entonces aquella épica marcha por las desoladas pampas del sur, buscando las rutas más inaccesibles al enemigo para evitar que le cortaran la retirada, con falta de agua, víveres y cabalgaduras, que duró veinte días, hasta la mañana del 18 de Diciembre en que entraron en Arica. El General Buendía se trasladó a Lima donde fue sometido a juicio, para responder sobre las derrotas sufridas por las fuerzas aliadas a sus órdenes. El 21 del mismo mes triunfó en Lima la revolución de don Nicolás de Piérola y el juicio no llegó a producirse.

Al desembarcar la expedición chilena al sur de Chorrillos tomó parte en la defensa de la Capital en la batalla de San Juan el 13 de Enero de 1881 y el 15 del mismo mes, en el campo de batalla de Miraflores, el dictador Piérola lo nombró Jefe de Estado Mayor del Ejército que acababa de entrar en acción ; y, perdida esta batalla, "fue investido con el mismo carácter en los departamentos del centro y sur de la República, empleo que casi no llegó a ejercer, pues, aunque marchó a Arequipa, los sucesos realizados allí, lo obligaron a regresar a Lima, donde permaneció alejado del servicio activo, y sólo fue llamado para formar parte de la Junta Consultiva de Guerra...” (D. M. de M. Bedoya).

Uno de sus biógrafos dijo en “ El Perú Ilustrado” correspondiente al 19 de Julio de 1890: “Después de esta última batalla donde el General Buendía harto buscó la suerte del infortunado Moore, a quien la Providencia le deparó la reivindicación de sus glorias militares momentáneamente oscurecidas por la nube negra de la fatalidad que comenzó a ceñirse sobre nuestra patria, Buendía, decimos, se retiró al sur bajo una sola y única preocupación que durante diez años acibarara su existencia sin doblegar su voluntad : el sacrificio de la vida ; pero, como alguna vez lo hemos oído expresarse a él mismo, no el cobarde sacrificio del suicida, sino la fructuosa inmolación del anciano General que más de cinco veces ha demandado el juicio militar a los poderes de la Nación para vindicar su nombre, y después buscar la muerte único asilo del que al ir en pos del laurel de la victoria solo pudo alcanzar la cruz del martirio".

Otro de sus biógrafos, el Coronel Manuel Bedoya, en su Diccionario Militar, dice del Coronel Juan Buendía: "en los diferentes empleos y cargos públicos de la administración puede decirse que hubo muy pocos que él no ejerciera, ya como oficial o jefe en las unidades tácticas del ejército, ya como autoridad militar o política en varias provincias y departamentos, como director de la escuela militar, comandante general de división, senador y diputado a Congreso, ministro de Estado en el despacho de guerra y marina y otros en ocasiones diversas". Y más adelante añade: “El general Buendía era un jefe ilustrado y valeroso; hombre muy sociable y de amenísima y chispeante conversación; de gran memoria, refería con detalles y entusiasmo todos los episodios de la vida política y militar del Perú”.

En los años 1892 y 1893 fue elegido Presidente de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia y Vencedores el 2 de Mayo, dedicándose con devora constancia al progreso institucional y sobre todo al cumplimiento de sus elevados fines.

Dos años después, acometido por una larga y seria enfermedad, dejó de existir a los 79 años de edad, en la ciudad de Lima, el 27 de Mayo de 1895.

Coronel F.A.P. Carlos A. de la Jara.


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"Reseña Histórica de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria. En el primer centenario de su fundación". Lima, 1957.

Saludos
Jonatan Saona

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