26 de junio de 2020

Vista Fiscal de Camus

Hermógenes Camus
Vista Fiscal

Hermógenes Camus, sargento mayor del batallón Buin 1.° de línea, nombrado Fiscal por decreto del señor General en Jefe, de fecha 9 de Octubre del corriente año, para averiguar el grado de distinción que merece el hecho de armas que tuvo lugar en Sangra, el 26 de Junio de 1881, entre una compañía del expresado cuerpo mandada por el capitán don José Luis Araneda y una montonera peruana.

Vistos resulta:
1.°—Que el Capitán expresado, en virtud de una orden superior, marchó de Casapalca al punto denominado Cuevas, al mando de 79 individuos de tropa y 3 oficiales del batallón Buin 1.° de línea, con el objeto de proteger la retirada que por ahí debía efectuar la división expedicionaria del comandante Letelier; y no contando en ese lugar con las proporciones necesarias para el cómodo alojamiento de sus fuerzas, se trasladó a Sangra, distante unas 6 ó 7 cuadras de Cuevas, por contar ahí con algunas ventajas para el acantonamiento.

2.°—Que en dicho lugar fué atacado el día 26 de Junio del año ppdo. por fuerzas enemigas en un número muy superior a las que él tenía, consiguiendo conservar su puesto después de un sostenido fuego por espacio de algunas horas.

A fin de presentar con claridad los hechos, deducidos de las declaraciones tomadas, es necesario entrar en algunas consideraciones que llenarán debidamente este objeto, y las cuales maduradas con detención paso a exponer:

1.—Que la posición de Sangra, donde se verificó el ataque, era un punto enteramente inadecuado para una defensa, aun cuando el enemigo hubiera sido mucho menos que el que se presentó ese día, por ser éste un lugar dominado por todas partes, donde los fuegos del enemigo se cruzaban en todas direcciones por lo angosto del terreno y sin más que una salida; hecho que consta de las declaraciones del subteniente Ríos, sargento Loreto y soldado González, circunstancia que un militar, desde el momento que ocupó ese punto, debió tomar en consideración para en un caso como el presente, tratar de abandonarlo a la primera demostración o aviso de ser atacado, aun cuando resultare ser sólo una alarma, hecho que no sucedió en esta ocasión; pues, a pesar de los repetidos anuncios y evidentes señales de que fuerzas enemigas amagaban sus alrededores, no les prestó la debida atención, ni les dio la merecida importancia, manteniéndose en el mismo lugar hasta casi ser sorprendido, persistencia infundada, pues no tenía orden absoluta de defender ese sitio, según consta de la exposición del comandante Méndez; de las declaraciones del subteniente Ríos, cabo González, sargento Loreto y soldados Pérez y González, consta el otro punto, todo lo cual fué causa para no haberse encontrado en una posición ventajosa en el momento del ataque, y haber podido, entonces, contrarrestar al enemigo con alguna ventaja, contando con los movimientos que hubiera sido conveniente ejecutar, con el indiscutible valor y arrojo de una tropa como la que mandaba, acostumbrada a los combates y a desafiar los peligros; pero aquí vióse impotente para dominar los elementos que no estaban en la voluntad de hombre superior; el encierro donde estaban era un precipicio donde sólo la muerte podían encontrar.

2.—Que debido al fraccionamiento imprudente de sus fuerzas, se encontró en el momento que necesitaba de toda ella sin poderla utilizar, causa por la cual sucumbió tristemente el piquete que, sin urgencia alguna salió en busca de papas a larga distancia del campamento, mandado por el sargento Bysivinger; como también otro mandado por el cabo Oyarce, que felizmente salvó, pero de cuyos brazos no se pudo aprovechar por andar también mandados por el Capitán, fuera del campamento en busca de animales que no necesitaban para el mantenimiento de la tropa; según consta de las declaraciones del subteniente Ríos, sargento Loreto, cabo González y soldados Pérez y González.

3.—Que el reducido número de tropas que tenía, no las concentró con oportunidad, por cuyo hecho fué batido separadamente, como ocurrió con el destacamento de Cuevas, e igualmente con el piquete que mandó a cargo del subteniente Guzmán a parapetarse en la iglesia, cuyas fuerzas se vieron obligadas a retirarse sin que el Capitán hiciera nada para que se le juntaran, las cuales unidas habrían constituido una fuerza que, aun cuando pequeña, pudo infundir en el enemigo el respeto que no tuvo estando aislado, y no solo fué esto, sino que ni aun supo de que abandonaban el lugar del combate, dejándole completamente solo, perdiendo de este modo la cooperación de 25 hombres que en los momentos más aflictivos volvían hacia Casapalca, suceso que se llevó a cabo a consecuencia de la completa oscuridad en que se encontraban respecto a él: unos creían hubiera abandonado el sitio y otros que ya no existiría ninguno; tal era la ignorancia de los unos respecto de los otros; hechos que constan de las declaraciones del subteniente Ríos, sargento Blanco y cabo González.

4.—Que debido a esta falta de dirección el enemigo con siguió hacer sensibles bajas en la tropa del capitán Araneda: 26 muertos y 14 heridos, cuya especificación es la siguiente: 8 del sargento Bysivinger, 5 de los que directamente mandaba y que quedaron en las trincheras y uno que fué muerto dentro de la casa, según exposición del subteniente Ríos, y el resto entre los que mandaban el subteniente Guzmán y sargento Blanco, y los que quedaron fuera de la casa cuando el Capitán se encerró en ella.

De los heridos, 11 fueron de los del Capitán, consta de la declaración del subteniente Ríos, y los otros 4 de los demás piquetes.
Aun cuando de la relación acompañada a este sumario, copiada del parte del Capitán y legalizada en forma, aparecen 19 muertos, sin contar los que tienen la nota «no se se sabe», que son los 8 del sargento Bysivinger, hago sólo mención de 26 por figurar el soldado Rudecindo Pérez entre ellos y cuyo individuo es el mismo que declara en este sumario; de los contusos no hago mención, pues en la solicitud dice el Capitán que fueron 45 entre muertos y heridos, las bajas que tuvo, cifra equivocada, pues resultaron ser solo 40.

Respecto a las bajas del enemigo, me atengo a lo expresado por el testigo Santos González, que dice haber sido 8 los muertos y un oficial herido; este individuo es el único que por la circunstancia de haber estado prisionero, puede dar un detalle que, si no es exacto, a lo menos será aproximado; los demás, no han visto ninguno; sólo el subteniente Ríos en su exposición dice haber notado rastros de sangre y dos fusiles que del enemigo se recogieron, y el soldado Pérez expresa que cuando a él lo llevaron a Canta, cargaban los enemigos con dos muertos: un oficial y un soldado; heridos, dice, no vio.

En cuanto al número de enemigos que combatieron, aun cuando el soldado González afirma eran solo 150, dicho que debía atenderse en razón a que este individuo estuvo prisionero, en contacto con ellos durante largo tiempo, sin embargo, no doy como un hecho esta exposición por encontrarse los demás testigos conforme en dar a los asaltantes un número de más de 300.

Estos considerandos, señor General, he creído necesario estamparlos para claridad de los hechos que se desprenden del sumario y dar la mayor facilidad a la resolución que se tome sobre lo solicitado por el sargento mayor don José Luis Araneda.

Lima, Noviembre de 1882.
H. Camus.

En virtud de encontrarse terminado este sumario, el Fiscal lo entregó al señor General en Jefe, constando de 26 fojas útiles. Para constancia se pone por diligencia.
Alejandro Tinsly, 
H. Camus,

(Anotación al margen).—
Lima, con el oficio respectivo, devuélvase al señor Ministro de Guerra.
Anótese,
Lynch.


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Documento inserto en el Sumario para averiguar el grado de distinción de Sangra. Publicado en "Revista chilena de historia y geografía", Tomo 68. N° 72. Santiago de Chile, 1931. Imprenta Cervantes, 

Saludos
Jonatan Saona

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