5 de febrero de 2016

Alberto del Solar

Alberto del Solar
Alberto del Solar
Por: Lilian

Rendir un tierno recuerdo a la memoria del ilustre escritor y poeta chileno, don Alberto del Solar, me es tan triste como grato en estos dolorosos instantes en que lo hemos perdido para la eternidad. Evocar su alma noble y elevada es fácil tarea para todos los que tuvimos la suerte de vivir un poco en su intimidad.

Pocos hombres como él han sido dotados en más alto grado de ese don exquisito de agradar y conquistarse las simpatías de cuantos lo trataban.

Nunca cansábase uno de oírle conversar; su palabra tenia algo halagador que atraía y poseía a la vez un encanto envolvente y una exquisita seducción. Su inteligencia sutil y vasta, sus modales nobles y delicados se revelaban en todos los actos más insignificantes de su vida. Cuanta amistad cultivó. guarda de él algún recuerdo gentil, pues agradar era su idiosincrasia.

Desde muy niño chispazos, reveladores demostraron ya el refinamiento de su espíritu, igual que la ternura y nobleza de su alma.

Leamos sus páginas de su "Diario de Campaña" —tenía solo 19 años— y le vemos ya valiente, noble, altivo, simpático e intrépido soldado galantemente cortés con las mujeres. Estos rasgos característicos de su persona, que se revelaban ya en la edad del guapo oficial del Regimiento Esmeralda en la época de la guerra de 1879, vemos que no lo abandonan en todo el camino de su vida.

Los lazos del amor lo ataron a la nación hermana, si bien en la Argentina formó un feliz hogar al lado de su noble y amada esposa, nunca olvidó que era chileno. Su prolongada ausencia lo hizo redoblar su legitimo amor a la patria. Amó a su patria como a una diosa, amor insaciable que nunca se extinguió en su ardiente corazón de hombre; amor que como una flor fecunda cultivó con predilección y cuyo aroma esparce en todo momento a su alrededor, ya sea en sus escritos, ya sea en sus conversaciones más familiares, siempre siente el orgullo de haber nacido chileno. Hacer amar o conocer nuestro suelo le era la tarea más grata.

Entre otras, recuerdo esta simpática anécdota: viajando por España, se encuentra con una amiga, la Marquesa de Castel León, dama de la Infanta, quien le confiesa su culpa de no saber como era la bandera chilena y el inspirado poeta sale en busca de una preciosa banderita en miniatura y se la remite con las siguientes estrofas:

"Marquesa de Castel León 
Ilustre amiga española 
Cuyo apellido aureola 
Altivo y viejo blasón 
Y en quien nombre y corazón 
Van compitiendo en grandeza, 
Pues si el uno, en su fiereza 
Evoca el emblema hispano.
Rinde el otro, soberano
Las almas, por su nobleza.
Lo que anoche prometí 
Cumplo, señora, puntual.
Y, aunque oscuro el madrigal. 
Pobre el verso y baladí
Valgan el “blanco”, el “rubí”
Y el “azul”, donde destella 
La dulce y radiosa estrella 
De mi amado pabellón.
Con su excelsa tradición 
Que es hispánica centella.”

Gestos como éste, dignos de su ingenio y de su ardor por hacer conocer “su amado pabellón” podrían citarse muchos.

La mayor parte de su vida la dedicó a las letras, al estudio; sus obras son numerosas, de las que someramente citaré algunas, pues tanto en prosa como en verso tiene inspiraciones hermosas. dignas de enorgullecer nuestra literatura nacional.

El "Diario de Campaña”, ya citado, fué su primera obra. Es esta una serie de páginas íntimas sobre la campaña de la guerra con el Perú, en la que tomó parte y se batió como oficial del Esmeralda. Es un libro lleno de episodios históricos y de una simpática exaltación juvenil, que mereció el aplauso entusiasta de muchos hombres ilustres. entre ellos don Patricio Lynch y don Ramón de Campoamor. Aparte del interés histórico, muy grande para los que sentimos arder en nuestras venas la sangre de chilenos, hay en él descripciones maestras de estilo animado, episodios y anécdotas llenas de frescura juvenil.

En 1886 escribió “De Castilla a Andalucía” “Huincabal” en 1888. que es una narración araucana de sumo interés y poesía. “Don Manuel Dorrego”, ensayo histórico; "Rastaquouere”. que trata de la vida de los sudamericanos en el extranjero. Más tarde escribió “Contra la Marea”; “El Faro”, novela que se desarrolla en la isla de Chiloé. Tiene magníficas descripciones de la Naturaleza. "El mar en la leyenda y en el Arte”, como así mismo su poema en verso “El Océano”, lleno de fuego y poesía, revelan cómo el autor se siente atraído a la majestuosidad del mar. Ama el Océano y lo ama como él mismo en su elocuente lenguaje se expresó de Byron:

"Ama el Océano cual si propio espíritu hubiese surgido del soplo poderoso que agita las olas; gusta de confundirse con ellas, de sentirse mecido y azotado por su vaivén”.

Igual puede decirse de él, que tuvo poéticos y delirantes gritos de fuego en esa atracción poderosa que le profesa al mar y que enciende y despierta su delicada alma de poeta.

“El Diamante Azul”, poema inspirado en la catástrofe del “Titanic” y el 'Edelwiese”, son también poesías exhaladas en la atmósfera tranquila, poética, casi religiosa del majestuoso follaje del melancólico Chateaux des Cretes, situado en una de las montañas de Montreux, a orillas del lago Lemán; castillo romántico, cuyas murallas hospedaron al gran Gambetta, mansión señorial que el señor del Solar habitó con su familia durante una larga permanencia en Suiza.

"Le Docteur Morris" pieza de teatro escrita originalmente en francés, de delicado argumento, que fué representada en París, como también lo fué su versión española en una soirée de gala por la célebre actriz Rosario Pino, en el teatro Odeón de Buenos Aires y más tarde en la Comedia de Madrid.

Mucho más podría decirse de su labor literaria, pero sería largo mencionarla entera.

Raras veces puede disfrutarse en la vida de una gloria! Es siempre en la posteridad que se aprecia en toda su justicia los seres que dotados de talento pasaron por el mundo dejando las huellas reales de ello! Cuán triste verdad es el considerar que la apoteosis de una inteligencia tenga siempre que levantarse encima de una tumba!

Recientemente, en 1918, después de enviar una "nouvelle”, me escribía con cierta melancolía: “La prensa de mi país me tiene tan olvidado, que ya no me menciona cuando algo escribo y lo envío. Atribuyo esto a que se trata de una generación nueva y que la anterior vamos siendo olvidados. Such is life.”

Como don Alberto Blest Gana, su gran y buen amigo, el destino los llevó fuera del país, más, debemos comprender cómo a través de los mares, por una fuerza irresistible, estos literatos quedaron atados de corazón al país natal y nos toca ahora a nosotros, de cultivar a través de las edades el fruto de sus inteligencias que vengan ellas a florecer en el campo fértil de nuestra literatura nacional.


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Texto y foto tomado de la revista chilena "Pacific Magazine", agosto de 1921.

Saludos
Jonatan Saona

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